sábado, 5 de marzo de 2011

UNC 42

15/Capitulo 42.El desastre de Casiopenae.


Según recibió el informe, Tirelius montó en cólera ordenando atacar. Sus naves salieron en varias formaciones, directas a presentarle batalla a su recién declarado enemigo .El general reunió al senado para informarles de su decisión, era un mero trámite pero él deseaba guardar las formas e incluso pensaba en obtener, esta vez sí, el apoyo de sus sempiternos opositores. Una vez ante el augusto público allí congregado el general declaró con una frase grave, concisa y cortante.

- Nuestro mundo ha entrado en Guerra.


Se levantó una oleada de murmullos entre el bando opositor que fueron rápidamente acallados por los aplausos de los afines al régimen .Tirelius con un gesto acalló todo aquello para continuar.


- Nuestras naves se dirigen hacia su objetivo. El ataque ha sido lanzado por sorpresa y será fulminante. La victoria es segura.
-¿Y se puede saber?.- Intervino el anciano senador Gailus con un tono repleto de ironía- .¿Contra quien hemos lanzado tan brillante ataque y por qué?.
-¡Contra el traidor grupo que nos había prometido alianza mutua! - .Repuso el general con indignación- .Y no hemos sido nosotros los primeros agresores. Aprovechando la confianza depositada en ellos y en ese traidor mundo de Nephraler por parte de nuestro consejo ambos decidieron tomar nuestra base y arsenal militar situados en el sistema de Reco.
-¡Eso ya te lo advertí Tirelius!,- repuso el enfurecido senador que no se detuvo en su cascada de reproches - .Pero tú, como todo buen dictador que se precie ,no quisiste hacer caso de mis consejos. ¡Ahora, por culpa de tu vanidad y tus ansias de poder, nuestro planeta se enfrenta a una guerra de la que veremos si es capaz de salir adelante!.
- Nuestra flota de combate ha crecido y se ha hecho muy fuerte -. Respondió el general a quien aquellas palabras no sentaron obviamente nada bien, aunque no podía tratar de desmentirlas con la ira sino con una presunta seguridad en el triunfo. Así que afirmó -.¡Venceremos! .Y lo haremos, no sólo por nuestro honor, sino también para dar una lección a esos dos traidores que jamás olvidarán.
- Pero general. Somos un solo mundo contra un par de potencias que, hasta hace bien poco, si no recuerdo mal, usted mismo describía como insuperables.- Terció otro opositor de menor edad que Gailus y con un ánimo más calmado para preguntar - .¿Por qué piensa ahora que nos será, no solamente fácil, sino tan siquiera posible vencerles - .


Más murmullos inquietos en este sector, incluso muchos militares partidarios de Tirelius comenzaban a susurrar entre si. Algunos habían visto con sus propios ojos el poder de aquellos androides y no estaban ahora tan seguros de las palabras de su hasta entonces para ellos infalible líder. Aquel senador más sereno, de nombre Tarsimés, había puesto realmente el dedo en la llaga y añadió con un claro tinte denunciante.


-¿Acaso no es verdad que esos seres no son más que unos androides y que disponen de un arma capaz de volatilizar un planeta?.


Ahora sí que los murmullos dieron paso a incontenídas exclamaciones de alarma que Tirelius logró calmar no sin un arduo esfuerzo. Por fin respondió ante un atento senado.

- Eso no quiere decir que estén en disposición de usar ese arma contra nosotros .Como he dicho ya nuestras naves se disponen a eliminar todo tipo de riesgo potencial. Su ataque sorpresa hará presa primero en esos ingenios.
-¿Y qué ocurrirá si no obtienen el éxito esperado?.- Inquirió la voz de otro senador del partido del pueblo - .¿Estará Casiopenae condenado a desaparecer por culpa de un loco?.


Aquello levantó voces de aprobación y bastó para que sacar al general fuera de sus casillas, esta vez ya no le importaron las apariencias que hasta entonces había mantenido y gritó.

-¡Ya basta!. No he venido hasta aquí para soportar injurias de traidores. ¡Guardias!, detengan a ese hombre por ofensas contra el Estado, y a cualquiera que tome su postura. A partir de ahora ese senado queda disuelto.


La guardia pretoriana del dictador irrumpió en unos segundos rodeando al sector opositor .Todos los senadores que no daban su apoyo a Tirelius fueron inmediatamente detenidos. Gailus, antes de que dos guardias se lo llevasen, elevó nuevamente su voz contra el general sin que nadie pudiera acallarlo. Pese a todo le respetaban demasiado y así el anciano afirmo en tono profético.


-¡Te arrepentirás de tu inicuo proceder y por desgracia, será nuestro mundo quien sufra las consecuencias de tus errores!.


Una vez se llevaron a los senadores moderados, Tirelius ordenó que todos se marchasen y quedó sólo en el recinto tratando de evitar pensar en cuanta razón podría tener ese anciano. Lo cierto era que ante un poder como el que tenían sus ahora enemigos quizás sería muy difícil pretender la victoria. Pero también había muchos militares que comenzaban a pensar eso mismo. Sobre todo los que estuvieran destacados cerca de aquellos extraños ex aliados .Uno de ellos. Un comandante llamado Restilor sacó de su encierro a Gailus y a dos jóvenes senadores más. Un hombre y una mujer .Y les pidió con urgente preocupación.


- Deben ustedes ir cuanto antes a Oumeya e informar de lo que está ocurriendo aquí. ¡Es nuestra última esperanza!, con las fuerzas de todos los demás mundos tendremos alguna oportunidad.

Los tres le miraron con asombro .Elanis, la chica rubia y de largo pelo trenzado, que era la senadora más joven, le respondió entre atónita y asustada.

- Entonces es verdad. Son tan poderosos como se ha dicho.
- Muchísimo más - .Admitió el comandante a su pesar -.Lo cierto es que yo estuve una vez invitado en su nave insignia y me dieron escalofríos al presenciar una de sus demostraciones. La proporción de naves de combate es de diez a uno en contra nuestra .Y sus escudos y armamento son muy superiores también. El general Tirelius ha cometido un terrible error al declararles la guerra. Eso era lo que ellos buscaban, auspiciados por esos canallas de Nephralers. ¡Esos malditos son aun más temibles porque tiene la ambición de la que carecen las máquinas!.- Subrayó no sin manifiesto temor -.
-¿Pero quienes son esos seres?,- quiso saber el propio Gailus sorprendido -.
- Son maléficos, muy crueles. Yo vine desde el sistema Reco y sé que no han tenido contemplación ninguna en eliminar colonias enteras de personas que habitaban algunos satélites con interés estratégico. Además son muy astutos y retorcidos .Los androides eran antes nuestros aliados más fieles y nunca discutían una orden ni una indicación nuestras. Pero al aparecer esos tipos en escena todo cambió .Parece que les controlen.
- Tenemos que pedir ayuda - . Convino Ulador, el otro senador joven, moreno y de pelo corto -.
- Por eso les permitiré abandonar Casiopenae en una nave de pasajeros con rumbo a Oumeya- .Explicó Restilor- .Han de ponerse en camino cuanto antes. Sinceramente no sé lo que podrán resistir nuestras naves.
-¿Cómo se le ha ocurrido a Tirelius atacar a esos seres?.- Quiso saber Elanis entre desconcertada y espantada - ..No tiene sentido si son tan fuertes.
- O quizás sí lo tiene- rebatió reflexivamente Gailus dejándoles a todos perplejos- .Tirelius sabe perfectamente lo fuertes que son y lo que pueden llegar a hacer. Si no hubiera atacado, de seguro que ellos lo habrían hecho y nos hubiesen aplastado. Así al menos tenemos la oportunidad de la sorpresa. El general, dentro de su terquedad y orgullo que nos han conducido a este desastre, ha obrado de la forma más lógica después de todo .¡Ojala que eso sea suficiente para salir con bien de esto!.


Aquella última frase quedó en el aire hasta que el comandante les urgió.

-¡Vamos!, no tenemos tiempo que perder.
- Id vosotros- .Indicó amablemente Gailus a los dos jóvenes - .Yo sólo sería un estorbo, además, debo quedarme aquí con el pueblo. No estaría bien abandonarle a su suerte.
-¡No podemos dejarte señor, aquí estará en peligro! - .Repuso la muchacha visiblemente inquietada por esa decisión - .
- Es lo mejor para nuestro mundo -. Declaró Gailus con resolución indicándoles a ambos con un tono que también pretendía reflejar esperanza - .Id y contad lo que está ocurriendo aquí y quieran los dioses que la confederación no sufra un destino similar y puedan ayudarnos a vencer. Todos juntos como debimos estar desde siempre. Y no separados por las ambiciones de unos pocos.


Ambos chicos no tuvieron otra opción, se abrazaron al anciano senador que para ellos había sido como un padre y salieron escoltados por el comandante y un grupo de soldados afines. Su transporte salía inmediatamente con destino a Oumeya .Entre tanto las naves de Casiopenae llegaban ya a la zona de conflicto donde se encontraron con las peticiones de ayuda de sus compañeros atacados por la vasta flota enemiga con intención de abordarles .Dado que trataban de infiltrarse y tomar la naves, los androides no habían dispuesto sus escudos lo que era una oportunidad demasiado buena para dejarla escapar. El almirante en jefe de la flota casiopeana ordenó disparar contra las naves enemigas logrando destruir a muchas de ellas con la primera oleada de ataque.


-¡Estupendo señor! - le dijo uno de sus oficiales con visible entusiasmo -.¡Podremos destruirles si seguimos disparando a discreción!.
-¡Ordene fuego a discreción y apoyen a nuestros compañeros! - .Convino el almirante, contagiado por idéntico optimismo -.


Entre tanto, en la nave nodriza androide que permanecía apartada del conflicto, los Nephralers, viendo aquella situación, dieron nuevas recomendaciones .Habló el pálido que se dirigió a Zed.


- No tiene sentido tratar de abordar sus naves. Mejor conviene destruirlas o los daños que reciban en sus naves y las nuestras serán mucho mayores del número de las suyas que logremos capturar. Casiopenae nos ha declarado la Guerra, apoderarse de ellos por sorpresa ya es innecesario.
- Eso es lógico - .Sentenció Zed que se lo comunicó inmediatamente a su maestro. Este no era otro que un gigantesco cerebro electrónico instalado en la nave. Y aquel ordenador respondió dando una nueva orden a su subalterno, que la comunicó a sus aliados para satisfacción de estos - .Destruya las naves enemigas.


Sonriendo perversamente el pálido y su encapuchado compañero, que efectivamente era un maligno Hialgasth. Observaron complacidos como las naves androides maniobraban para envolver la flota casiopeana. En breves minutos comenzó el contraataque con fuego de lásers que destruyó a muchas naves de Casiopenae sorprendidas sin defensas, mientras tan sólo se dedicaban a atacar.


-¡Conecten escudos! - .Ordenó el almirante de la flota- .Nos atacan con potencia de fuego superior. ¿Cuántas bajas en esta primera descarga enemiga?.- Inquirió a su segundo -.
- El diez por ciento de nuestras naves señor - informó este -.
-¿Y el enemigo?.- Quiso saber acto seguido -.
- Habrán perdido el dos por ciento de las suyas.- Respondió con marcado pesimismo, aunque su jefe le animó arguyendo -.
- Si son diez veces más que nosotros, eso representaría el veinte por ciento de nuestra flota. ¡Así que les vamos ganando por dos a uno!.
- Si señor- .Convino este recuperando el ánimo y preguntando - .¿Seguimos disparando?.
-¡Por supuesto! -. Afirmó su superior- .Y busquen a los cuatro ingenios cañón de los que disponen. Hay que destruirles de inmediato - añadió en clara referencia a esos bloques acoplables de tan mortífero poder -.


Pero esta vez no hubo tanta fortuna, el enemigo había desplegado ya sus escudos con gran eficacia y los disparos de las naves casiopeanas se estrellaban contra una invisible barrera. Desplegaron los cazas y bombarderos espaciales para tratar de abrir brecha en los mismos pero el enemigo replicó con esas misma naves entablándose una lucha entre miles de pequeños aparatos. Y poco tiempo después le tocó el turno de atacar a los androides cuya primera ráfaga de rayos también encontró los escudos de las naves enemigas.


- Señor- .Avisó un alarmado capitán al almirante- .¡Nuestros escudos se han visto muy afectados!. Los de muchos de nuestros destructores serán incapaces de resistir por mucho tiempo un ataque semejante.
- Que aguanten lo posible hasta que podamos abrir brecha en los sistemas defensivos de nuestros adversarios -, ordenó el almirante -.


Aquello era más un deseo que una posibilidad .Pasaba el tiempo y se agudizaban los ataques contra la flota de Casiopenae que, lenta pero inexorablemente iba perdiendo naves. A consecuencia de un castigo tan duro y potente la energía se les agotaba, quedaban privadas de escudos que iban decayendo según consumían sus reservas. En cambio, la potencia del enemigo parecía inagotable.


-¡Informe de daños! - solicitaba el agitado almirante una y otra vez -.
-Señor- respondió un espantado teniente - .¡Ya hemos perdido el cuarenta por ciento de nuestra flota!.
-¿Bajas del enemigo?.- Preguntó con marcada preocupación -.
-¡Ni tan siquiera el tres por ciento señor!. Casi todas se las infligimos cuando no tenían sus escudos.
-¡Malditos! - rechinó el almirante que comenzaba a comprender -.No les preocupaba el absoluto nuestro primer ataque. Podían permitirse el lujo de perder esas naves y más. Sabían que nos machacarían al instante.


En la pantalla y para desesperación de su comandante en jefe, las escuadras de la flota iban siendo barridas una tras otra por las andanadas láser del enemigo .Las naves androides estrechaban el cerco y en poco tiempo les tendrían totalmente rodeados y acabarían por exterminarles. Con el cincuenta por ciento de pérdidas el almirante ordenó la retirada. La flota de Casiopenae huía con su orgullo abatido y con el temible presentimiento de que no acabarían ahí sus males. Pero los Nephralers no iban a dejar que sus enemigos escapasen. Ante la pasividad de los androides que no parecían tomarse interés ninguno en rematar a su tambaleante enemigo, una flotilla de naves de guerra de sus siniestros aliados había aparecido aparentemente de ningún sitio para terminar el castigo. También era numerosa y muy potente aunque no tanto como la que había derrotado de forma tan patente a Casiopenae .Con todo, las naves de Tirelius estaban casi sin energía y fueron sorprendidas una vez pensaban que había eludido el peligro. Con el primer ataque, muchas de ellas fueron destruidas o inutilizadas .Su nuevo enemigo aparecía y desaparecía en sus pantallas de modo inexplicable.


-¿Qué podemos hacer?.- Inquirió un oficial al almirante en jefe -.
- Luchar con dignidad y caer con honor por nuestro planeta, sólo eso nos queda.- Remachó con valor y resignación -.


La batalla se reanudó prolongándose por poco tiempo. Las naves de Casiopenae se habían reducido al veinticinco por ciento y eso pareció bastar a los Nephralers que, habiendo perdido tan sólo unas pocas de las suyas decidieron retirarse. Su comandante en jefe informó al pálido en estos términos.


- Milord Carnalsk. El resultado de la prueba ha sido altamente satisfactorio.
- Si- repuso éste con cierto recelo- .Ante unas naves muy mermadas de potencial y en retirada. Sin un orden de batalla coherente. Veremos si contra la de La Cuádruple Alianza resulta del mismo modo. Aun debemos perfeccionar las técnicas adquiridas. Pero lo primero es someter a esos estúpidos casiopeanos. Será una buena manera de comenzar nuestra conquista.


El comandante de la flota Nephraler despidió la comunicación asintiendo satisfecho. Lord Carnalsk, así se llamaba aquel misterioso individuo pálido y de larga melena oscura que contrastaba con su mórbido semblante, hizo un ademán que le envolvió en una mágica aura de la que reapareció enfundado en una elástica especie de armadura negra que le distinguía como uno de los más altos cargos de su mundo .El Hialgasth que le escoltaba hizo una leve reverencia con su oculta cabeza y siseó.


- Primero esos patéticos seres .Después la Cuádruple Alianza y Yumlaiance .¡Maldito señor del Kail! .La próxima vez no se escapará de mí.
- No debes enfadarte tanto por ese asunto- sonrió Carnalsk de forma condescendiente añadiendo con tranquilidad -. Carece de importancia .Lo primero es convencer a nuestros aliados de que deben atacar a nuestros enemigos. Casiopenae está a unos días de viaje. Seguiremos a sus naves y nos apropiaremos de ese mundo .Una vez tengamos una base allí desplegaremos nuestro poder contra la Cuádruple Alianza.
- Nuestro rey deberá decidir eso - objetó el Hialgasth -.
- Nuestro monarca delegó en mí esa decisión- repuso secamente Carnalsk- .¿Acaso lo has olvidado?.
- Pues ataquemos ya a los Aliados - instó el encapuchado- .Mis hermanos desean tan ardientemente como yo aniquilar a todos los humanos que viven en ellos, en especial a los de Somer.
- Paciencia- le pidió nuevamente su interlocutor- .La victoria aun no estaría decidida .Estos androides tiene mucho poder pero son perezosos para usarlo. Siempre están con sus estupideces lógicas y analíticas. Su amo supremo o como sea que le llamen, no ha establecido contacto pleno con la flota de nuestros enemigos y no juzga lógico atacarles sin conocer su potencial. Nuestra labor es convencerlo de ello y nada mejor que tomar Casiopenae para poder presentarle argumentos que su cerebro cibernético le permita asimilar.
-¡Destruyamos a estos malditos cacharros y apoderémonos de sus naves! .- sugirió con vehemencia el Hialgasth- .
-¿Olvidas que son inmunes a nuestros poderes psíquicos y que sus armas son muy poderosas?.- Repuso su interlocutor agregando con tono precavido y algo amenazador -.Podrían incluso eliminarte a ti.
- Yo soy muy difícil de eliminar.- Aseguró el encapuchado -.
- Las armas de estos seres mecánicos son muy potentes. Quizás no sean mágicas y especiales pero pueden destruirnos. Además, podrían atacar nuestra flota y eliminarla antes de poder dominarles. Por el momento esperaremos. Unos planes que se llevan fraguando siglos no pueden estropearse por unos meses de precipitación.
- Eso dará tiempo a nuestros enemigos para organizarse en contra nuestra y de estos robots - .Advirtió el Hialgasth sin disimular su enfado - .Seguramente el señor del Kail huido advertirá a sus superiores.
- No te inquietes por eso. Será irrelevante cuando todo esté listo, ni siquiera todos ellos a la vez podrán contra nosotros- .Afirmó sonriente Lord Carnalsk, lo que pareció convencer a aquel ser que ya no replicó -.


Y en la sede del gobierno de Casiopenae. Tirelius recibió las desoladoras noticias que le dio su almirante. Éste, lleno de pesar y desconcierto, le pidió instrucciones.


- Quédense a la entrada de nuestro sistema .No conviene que el enemigo se acerque a nuestro planeta .Enviaré el resto de nuestras fuerzas para apoyarles .Ha luchado usted bien almirante.- Elogió sinceramente Tirelius tratando de infundir ánimos a su subordinado-
- Gracias señor- respondió este profundamente abatido- .Aunque hubiera preferido que la victoria hubiese estado de nuestro lado. Señor, deberíamos pedir ayuda a Oumeya.
- No podemos hacer eso, sería humillante para nuestro pueblo - rebatió el general- ..
- Si no lo hacemos, Casiopenae caerá si remedio - .Repuso el almirante bajando la cabeza -.


Tirelius no respondió a eso. Su oficial tenía razón, era un hombre experto y curtido en mil misiones y nunca había fallado. Aunque ahora la situación le desbordaba tanto como al propio general. Éste despidió la conexión quedándose pensativo .Por fortuna los dos senadores de Casiopenae ya se dirigían hacia Oumeya para dar ese necesario aviso. Entre tanto, la nave donde viajaban Yener y los otros iba también rumbo a ese planeta. Murdock y Joe habían sido convencidos de que nada malo les ocurriría .Incluso de que serían recompensados y esta vez el audaz contrabandista creyó las palabras de Peter y el resto de sus amigos. De todos modos era una persona inteligente y se daba perfecta cuenta de la gravedad de aquella situación, nadie se iba a interesar ahora por un traficante de armas del tres al cuarto, cuando el destino de toda una confederación de mundos peligraba. Todos estaban de acuerdo en llegar lo antes posible para dar parte de lo que sucedía. Aunque deberían hacer primero una parada técnica en el mundo de Obionis, base del grupo de Murdock, pues la lanzadera que llevaban carecía de la suficiente autonomía de vuelo. Según aterrizaron el contrabandista se dirigió hacia sus hombres que le aguardaban con visible interés.


- Chicos, el jefe ha regresado.- Les saludó nada más descendía de la nave -.
-¿Con las armas?.- Le inquirió uno de los rufianes con gesto expectante, al igual que los otros -
- No, con algo mejor - .Repuso girándose para mirar a todos los que descendían de la lanzadera -.
-¿Te has vuelto loco Murdock?,- le espetó otro de sus compinches al verle acompañado de semejantes individuos - .¿No tenemos ya bastantes problemas para que te traigas a más oficiales de la Confederación y encima a sus aliados?.
- Es por una buena causa - matizó su jefe - .Algo que tú y todos vosotros, cerebros del pulga, no entenderíais aunque os lo explicase en toda su extensión .Así que lo diré de forma que podáis captarlo. Si no les ayudamos todos seremos aniquilados, y al decir todos, me refiero a nuestros mundos al completo.


Atendiendo al gesto de sorpresa e incredulidad de los contrabandistas, Peter terció en la conversación.

- Tenemos pruebas de que una temible flota enemiga se prepara para atacar la Confederación y acabar con todos los mundos que la componen si no logramos advertirla de ello.
-¿Y qué?- intervino otro de los bandidos añadiendo casi con regocijo -.¡Mejor para nosotros! así no habrá más patrullas de la policía espacial.


Hubo un coro de risas y murmullos de aprobación entre él y sus compañeros hasta que Yener intervino con un tono más duro.

-¡Vuestro jefe tiene razón, sois unos cretinos! .Estamos hablando del fin de nuestras civilizaciones. ¡Panda de idiotas!


Ahora ninguno se rió, más bien se molestaron bastante, sobre todo uno fornido y rapado, equipado con un buen gancho de acero que pendía de su cinturón.

- Nadie nos insulta de esa manera y sigue entero, payaso.
-¡Basta Defor! - le ordenó Murdock- .No es momento para piques...
- Si eso Defor - .Añadió Yener con ironía e incluso de forma burlesca - .No pierdas los pocos tornillos que te quedan o te meteré ese gancho por donde no te gustará. ¿O tal vez si?.....


El tipo en cuestión se enfureció bastante con este último comentario de Yener e ignorando los avisos de Murdock se lanzó contra él blandiendo el mencionado gancho. Su jefe quiso intervenir para detenerle pero fue Nerel quien a su vez se lo impidió susurrándole sin inmutar su expresión tranquila.


- Es un gran guerrero, no tendrá problemas en deshacerse de ese tío bestia.


Y el nataclier, como casi siempre, no se equivocaba .Esquivando la primera acometida con notable rapidez, Yener propinó a ese tipo una buena patada en el trasero que le desequilibró. Este, dándose la vuelta y aun más furioso comenzó a balancear su arma tratando de alcanzar a su oponente .Ahora de forma más estudiada. Intentando aprovechar un descuido. Yener adoptó una pose aparentemente estática. Sin levantar su guardia, cosa que inquietó a Peter.

-¡Cúbrete!- le pidió este -.


Pero el yumlaincer no pareció escucharle o simplemente ignoró el consejo .Su enemigo le acometió nuevamente y fue nuevamente burlado. Yener le esquivó girando sobre sí mismo la primera vez y después eludiendo los zarpazos de ese arma merced a sus técnicas defensivas del Kail. Con una combinación de estas, desarmó a su rival cogiéndole de la muñeca en la que portaba el arma y girándole el brazo a la vez que se hacía con el gancho y derribaba al contrabandista con una hábil zancadilla .Tan rápido y fluido lo hizo que casi nadie de los presentes acertó a verlo de modo claro. Cuando todo pareció tranquilizarse el facineroso estaba en el suelo y con un pie de Yener sobre su cuello.


- Ahora en serio. La situación es muy grave, no tengo tiempo que perder en bromas ni en broncas estúpidas con vosotros, lelos, - declaró el monje en tanto impedía respirar a aquel tipo que trataba desesperadamente de quitarse aquella presa de encima- .¡Así que escuchadme todos con atención!.


Otro de aquellos tipos se lanzó en silencio y por la espalda, confiando en coger a su interlocutor por sorpresa, pero Yener le tumbó con dos golpes de puño haciéndole dar voltereta al agarrarle por la cabeza, tumbándole también y dejándole sin sentido. Todo eso una vez más de forma considerablemente rápida y tras esperar unos instantes y sin inmutarse, añadió:


- Si nadie más desea interrumpirme - .Dirigió una fría mirada al grupo de los contrabandistas pero esta vez nadie se atrevió a moverse - .Estupendo .¡Pues atender de una vez panda de zoquetes!, se me está agotando la paciencia. Lo diré en resumen .Hay una enorme flota dirigida por unos seres mecánicos a quienes importan un bledo las vidas de todos los que estamos aquí. Y tienen como aliados a unos tipos infernales que los hacen parecer angelitos a su lado .Tales engendros se llaman Nephralers y hay uno a bordo de su nave principal que podría liquidarnos a todos los presentes él sólo y sin costarle demasiado trabajo.
-¿Liquidarte a ti tan fácilmente?.- Se atrevió a decir el tipo del gancho, a quien Yener había quitado ya el pie de la garganta- .
- Yo no sería rival para él.- Reconoció el de Yumlaiance con sincero pesar -.Al menos no ahora. Sólo pensar en él me aterra.


Todos los contrabandistas se miraron sorprendidos, ¡si ese tipo que se había deshecho de dos de los hombres más fuertes y pendencieros del grupo en cuestión de segundos, decía eso, aquellos individuos tendrían que ser terribles! .Así que uno del grupo que parecía llevar la voz cantante, dijo al fin.


-¿Qué debemos hacer?.
- Prestádles la nave que tenemos con autonomía para llegar a Oumeya - . Intervino Murdock subrayando una vez más - .Os aseguro que esto es muy importante .Y no os preocupéis tenemos la palabra de la confederación de que nada malo nos ocurrirá si cooperamos con ellos. Incluso tendremos un indulto.
-¿Y se fía usted de su palabra?-. Rió otro de los villanos -.
- Nuestra palabra no se da a la ligera - terció Peter con tono ofendido -.
- Desde luego que no - .Convino Yener retando una vez más a esos tipos - .Y si alguien nos llama mentirosos que venga aquí a decírmelo.


Nadie se atrevió a replicar .Todos parecían haber creído al fin en lo que oían.


- Muy bien,- convino el tipo que lideraba a los pillos - .Os dejaremos nuestra nave .Pero la queremos de vuelta.
- La tendréis- sonrió Nerel añadiendo con tinte de posibilidad más que aceptable- .Y quizás incluso con algunos accesorios que os serán muy útiles para vuestro negocio.


Aquello levantó murmullos de aprobación entre los contrabandistas, no así entre Peter, Yener y la propia Kyra, aunque Nerel se apresuró a decirles con justificada razón.


- En estos momentos, no importa que hagamos algún que otro trapicheo .La situación manda .Eso es algo que debéis entender.
-¿Qué accesorios?.- Inquirió uno de los bandidos mesándose de modo interesado su barbilla poblada de pelos -.
- Dejadme eso a mí, será una bonita sorpresa -.Prometió el nataclier, que dejó caer a como aperitivo- .Para empezar, puede ser que quizás tengáis más velocidad y mayor potencia de escudos cuando recuperéis la nave.
- Vale tío, ahora sí que nos has convencido a todos- .Afirmó su interlocutor esbozando una agujereada sonrisa -.
- Pues no hay tiempo que perder.- Urgió Murdock que arengó a sus hombres- .¡A trabajar gandules!, revisad los sistemas y repostar la nave como si os fueran a quemar el culo si tardáis un segundo de más.


Se pusieron manos a la obra y a pesar de la rapidez que imprimieron, tuvieron que pasar dos horas todo estuvo listo .Así, con una nave capaz de alcanzar su meta, el grupo de Nerel, Seilin, Yener, Peter y Kyra partieron rumbo a Oumeya. Paralelamente los emisarios de Casiopenae también viajaban hacia allí, todos con el deseo de evitar una tragedia de tremendas proporciones.

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