domingo, 6 de marzo de 2011

UNC 66

12/.Capitulo 66.Afloran los peores temores.


Menra y Jilia avanzaban rápida y ágilmente a través de los matorrales. Las dos llevaban prisa, querían alejarse lo bastante como para cambiar de dirección y sorprender a su rival cortándole el paso .Estaban muy bien preparadas y vestían unos atuendos flexibles y cómodos de monte .Pensaban además, que ese tipo sería muy buen mago sin duda, pero acostumbrado a recitar conjuros y estudiar teoría en los salones nada tendría que hacer frente a ellas. Aunque Menra, más racional y calmada que su amiga le comentó a ésta tratando de hacerle bajar en su decidido empeño por ajustarle las cuentas al Maestro de Esil.


- Recuerda lo que ha dicho el general, no es más que un ejercicio, con que le ridiculicemos un poco bastará.
- No te preocupes- .La tranquilizó esta con voz aparentemente despreocupada -.No pienso hacer nada más .Tampoco quiero buscarme problemas. Pero ese tipo se va a tragar todo lo que ha dicho de nosotras.- Añadió, ahora con más énfasis -.


Y su compañera estaba totalmente de acuerdo en eso, siguieron avanzado y así transcurrieron los dos sexdanes .Les había dado tiempo a emprender la persecución de su rival montando por el camino unas cuantas trampas de lazo y otras más que peligrosas, molestas y embarazosas, destinadas a dejar colgando a quien se quedase atrapado en ellas. Además habían preparado un plan de ataque. Ahora las dos se movían con mayor cautela, Menra le indicó entonces a su pareja.


- Ha llegado la hora de separarnos, trataremos de rodearle.
- Muy bien - .Acordó esta - .Y ya sabes, ten cuidado- le sonrió Jilia diciéndoselo más como chanza que como consejo real -.


Menra se dirigió rápidamente hacia una hondonada que dejaba paso a un riachuelo poco profundo y bastante estrecho. Tomó posiciones allí. Por sus cálculos pensaba que ese tipo tendría que andar cerca. Los rastros que encontró de ramas recientemente apartadas para dejar paso se lo confirmaban. Cuando el general Rant dio la salida se había preocupado de verle marchar oculta entre el follaje. El mago ese se lo había tomado con mucha calma o desconocía por completo las técnicas de supervivencia. Delaier esbozó una media sonrisa sardónica. ¡Casi le daba pena el cazarle tan fácilmente!. Ahora, con un ágil rodeo, se había anticipado a la trayectoria de su rival. La muchacha se quitó la parte superior de su traje dejando los senos al descubierto en tanto sonreía otra vez pensando.


-<>.


Su compañera en efecto no se hallaba lejos, tan sólo a unas decenas de metros, convenientemente oculta, encaramada a un corpulento árbol vigilaba atentamente los movimientos de su pareja .Aunque no podía verle y ya habían pasado casi dos sexdanes.


-<<¿Habrá ido por otro lugar?.>>- Se preguntaba Jilia, rebatiéndose a sí misma de inmediato - .<>.



Pero aquel individuo no daba señales de vida. La comandante Delaier ya estaba aburrida de esperar. Miraba a través de los ramajes cercanos tratando de entrever a su rival, pero era inútil, no obstante juraría que las ramas de los arbustos que tenía a su izquierda, estaban más lejos de ella antes. Quizás se había acercado sin darse cuenta...notó entonces un ligero roce a su espalda. Volviéndose con rapidez advirtió otra de esas ramas ,¿de dónde había salido?. En esta ocasión, sí que estaba segura de que no tenía más árboles ni vegetación tras de sí. Sintió otro leve toque proveniente del sitio donde antes estaba centrando su atención. Las ramas se movían, se acercaban a ella tratando de rodearla como si de un nutrido grupo de brazos retorcidos se tratase. Menra se apartó rodando sobre sí misma hasta caer en el riachuelo. Levantándose al momento, intentó salir pero no era capaz de separar los pies del fondo, estaba trabada por la vegetación.


-¿Qué está ocurriendo?.- Se dijo cada vez más inquietada -.


Sacó un cuchillo de supervivencia que llevaba consigo para cortar las algas, o lo que fuese que la sujetaba .Entonces al agacharse, del lecho fangoso del riachuelo surgieron brazos que apresaron los suyos, uno de ellos incluso le aferró la garganta imposibilitándole gritar...


Jilia estaba preocupándose de verdad, miraba hacia la demarcación que debía ocupar su compañera pero no podía verla. Se decidió a bajar de su atalaya despacio y con precaución para no ser detectada comenzó a buscarla.


-¡Maldita sea Menra! .¿Dónde te has metido?.- Preguntó en un tono no demasiado alto -.
- Aquí estoy - .Le respondió una voz familiar, aunque no se trataba de Delaier, era un tono masculino que sonaba entre divertido y amonestador -.Has sido una niña mala Jilia, y ya sabes lo que te va a pasar.
-¿Papá?,- pudo decir ella con la voz entrecortada por la sorpresa y el temor, giraba su cabeza y su cuerpo tratando de encontrar la fuente de la voz pero era inútil , no había nadie, o al menos no podía verlo, y eso la asustaba aun más -.
- Te voy a castigar y muy severamente - continuaba diciendo su interlocutor con un tinte cada vez mayor de sádica diversión -. Te llevaré al sótano y...
-¡No, por favor! - suplicó Jilia con expresión llorosa - no me hagas eso otra vez papá, ¡he sido una niña buena!, ¡de verdad!, ¡te lo prometo! .¡He sido buena!.


Se cubrió la espalda contra un árbol en tanto trataba desesperadamente de descubrir a su acechante sin conseguirlo.


Yener había seguido a las chicas. El mago era más difícil de encontrar, pero se dio cuenta de que los rastros que había dejado eran meras pantallas. Su rumbo había sido el de ir tras sus adversarias desde el principio. Con su disciplina de defensa psíquica pudo percibir un ambiente de choque mental que expandía un influjo hipnótico sobre la zona .Se concentró intuyendo la posición que ocupaba, aunque desde luego, no estaba escondido. El mago permanecía en pie tranquilamente apoyado en un grueso y nudoso tronco de árbol. Yener se acercó cubierto por su habilidad de ocultación y rastreo, hasta que estuvo a pocos metros y escuchó decir a Dilain.


- También me ha encontrado a mí .Vaya, sólo un buen Maestro del Kail de Somer es capaz de detectar un engaño hipnótico-mágico de un Maestro de Esil.
-¿Qué está haciendo?.- Le preguntó Yener saliendo de su camuflaje -.¿Se trata de un ataque psíquico contra las chicas, verdad?.
- Así es - .Asintió el mago, agregando con tono tajante y sereno a un tiempo -.Le dije que no estaban preparadas, mire y lo comprobará por usted mismo.


Entonces, avanzando unos pocos pasos, indicó a Yener que observase a través de unos ramajes que daban a un pequeño riachuelo. Para su asombro , éste pudo descubrir a la comandante Delaier tratando de sujetarse la garganta como si quisiera liberarla de un agarre invisible, a la vez que esquivaba inexistentes acometidas a su alrededor.


- Tiene miedo, libérela de eso - le pidió Yener preocupado por su subordinada, de la que podía percibir la adrenalina que disparaba el terror y su instinto de conservación -.
- Que sea ella la que consiga hacerlo. Si es que puede,- respondió Dilain añadiendo con resignación, lejos de su altivez habitual -.Le dije que no estaban a la altura de esta misión.
- Está bien, le creo, sé que los Hialgasth no serán tan amables con ellas en Nephraler, pero ¡por Kail! déjela ya, está sufriendo mucho.


Dilain, encogiéndose de hombros, movió los brazos dando un invisible pase mágico que liberó a Menra de aquella pesadilla .La comandante advirtió de pronto que estaba de rodillas, enlodada, medio desnuda y respirando entre agotados jadeos. Entonces vio al mago y al general Rant observarla a pocos metros.


-¿Qué ha ocurrido?.- Quiso saber la chica preguntando a ambos a la limón en tanto se recolocaba en la realidad -.
- Sugestión hipnótica avanzada - le explicó Yener -.
- He jugado con sus temores comandante - le aclaró Dilain con su átona voz, cargada esta vez de reproche -.Algo que nuestros enemigos harán a la menor oportunidad que se les dé .Y ustedes las conceden con mucha facilidad .Son demasiado manipulables.



Menra no supo que decir, iba por fin a contestar algo, cuando se escuchó el desgarrador grito de Jilia. Todos se giraron hacia la fuente del mismo y corrieron hacia él. Yener fue el primero en alcanzarla para descubrir a la mayor en un estado aun si cabe más lamentable que su compañera. Chillaba como una posesa tratando se sujetarse los jirones de sus ropas.


- No, ¡papá por favor!, no me hagas eso otra vez, me duele.- Suplicaba una y otra vez con las pupilas dilatadas por el pánico -.
-¿Qué le ocurre?.- Le inquirió Yener alarmado ante el estado enloquecido de Renar -.


Pero ella no escuchaba a su superior, ni le veía, en su lugar comprobaba con horror que su padre estaba frente a ella, sonriendo lascivamente y quitándose su cinturón amenazándola.


- Ahora voy a atarte las manitas y tú te arrodillarás y ya sabes lo que vas a hacer con el pajarito de papá.
- No, por favor - sollozaba ella tratando de se, pero era inútil trastabillaba una y otra vez, su cuerpo, normalmente ágil, estaba casi paralizado por el terror -.
- Contrólese mayor, es sólo una sugestión - le decía insistentemente Yener, sin obtener el menor caso -.
-¡No quiero, no quiero! - aullaba ella con el semblante lívido y crispado -.


Menra llegó a su lado, mirando a su compañera entre atónita e impactada por lo que veía. ¿Qué demonios habría metido ese mal nacido en su cabeza?. ¡Nunca la había visto de ese modo!.

- Vamos Jilia, tienes que sobreponerte - .Le pidió en vano, uniéndose a los esfuerzos del general -.


La aterrada chica sólo podía ver a su padre avanzar hacia ella con aquella horrible cosa en plena excitación. Y ya sabía lo que eso significaba. Humillación y dolor, un dolor terrible cuando la obligase a ponerse a gatas y la forzara...

- No dejaré que vuelvas a hacérmelo - gritó ella saltando contra él -.


Yener tuvo que apartarse rápidamente para eludir el ataque. La mayor Renar se revolvía como una fiera acorralada .Estaba fuera de sí y eso la convertía en alguien muy peligroso. Entonces se dio cuenta de que Dilain proyectaba sobre él una especie de conjuro de ilusión. Recurriendo a sus técnicas del Kail, y pese a ello, con gran esfuerzo, logró inmovilizar a la chica que ahora le miraba con una expresión vidriosa de terror. Sintiéndose indefensa y a merced de su agresor, Jilia se dejó llevar relajando sumisamente su cuerpo y sólo musitó con un quejido lastimero.


- No me hagas más daño papá, seré buena, de verdad, te dejaré hacerme lo que tú quieras. Pero no le pegues a mamá.


Yener miró a aquella pobre chica de forma compasiva y trató de eliminar de una vez esa sugestión. Aunque el mago le advirtió también con tono de conmiseración.


- Esta vez no se trata de ninguna alucinación, ni de ningún temor imaginario que yo le haya implantado. Estos son recuerdos de su pasado traumático.
-¿Qué demonios ha hecho?- .Inquirió Menra entre sollozos -.

Dilain se limitó a mover la cabeza en sentido negativo y replicó pacientemente.

- Nada, simplemente he levantado una venda que pesaba sobre esos recuerdos. Tranquila, ahora la despertaré.


Con una rápida invocación y unos pases, el mago cumplió su palabra aplicando una especie de cura provisional que dejó a Jilia sumida en el llanto y el desconcierto más absoluto .Era como si llorase deshaciendo un nudo que tenía en el estómago y la garganta sin saber porqué. Se derrumbaba como un fardo y su compañera corrió a abrazarse a ella susurrándole en tono casi maternal.


- Ya ha pasado todo Jilia, tranquila, estás a salvo.
- Dioses - pudo musitar ésta al fin entre balbuceos apagados -.Creía que jamás me volvería a ocurrir algo así.


Yener trataba de sondear la mente de aquella chica pero sólo podía percibir miedo, dolor y repugnancia, incluso vergüenza de sí misma. Dilain le comentó entonces.


- Tenía una especie de venda psíquica que no le permitía acceder a esos recuerdos .Yo se la quité y estos afloraron como si de un torrente de agua se tratase. Ahora es como si le hubiera colocado un apósito que tapa la hemorragia pero que se tiñe con la sangre .Ella recuerda lo ocurrido pero es capaz de controlar sus emociones .Aunque esta cura es provisional, debe ser ella misma la que pueda llegar a dominarse.
-¿Qué te ocurre Jilia?.- Inquirió Menra entre tanto, muy angustiada por su amiga que seguía abrazada a ella ocultando la cabeza en su regazo sin dejar de gemir.-
- Será mejor que volvamos - dijo Yener con voz queda -.Todo lo que debía saber ya lo he descubierto. Tenía usted razón maestro, pero peso a todo no creo que haya sido necesario demostrarlo con tanta dureza.


Decía esto pero recordaba ahora la lección que él mismo le diese a la entonces alférez Renar. Sin pretenderlo había explotado sus frustraciones y quizás reforzado la vivencia de aquel trauma .Por suerte esa venda psíquica que había descorrido ahora el mago soportó aquello. Entre tanto, Menra, vestida y precariamente lavada con el agua del riachuelo, ayudaba a ponerse en pie a su amiga que se tambaleaba víctima de la tensión nerviosa que había soportado. Yener se acercó con prevención para interesarse por su estado.

-¿Está mejor ya mayor?.


Ésta asintió levemente aún con lágrimas corriendo por sus mejillas .Tenía los ojos enrojecidos y no se atrevía a mirar directamente a su superior.


- Usted no tuvo ninguna culpa de aquello - le aseguró Yener -.
- Lo siento señor - balbuceó Jilia tratando de poder responder -.Confiaba en mi y le he fallado. El Maestro tenía razón, no valgo para esto. Quizás debería dimitir.
- Nada de eso - repuso el general tratando de emplear su tono más firme y amable -.Alguien con una fuerza de voluntad como la suya merece todos mis respetos. Estoy orgulloso de tenerla bajo mi mando.


Renar apenas pudo sonreír agradecida por ese comentario, cayó al suelo sin sentido y con las fuerzas agotadas .Menra se agachó al instante tratando de reanimarla, pero fue el Mago quien intervino sujetándola de un brazo con suavidad.

- Está descansando, no tema comandante .No le pasará nada .Extenderé sobre ella un conjuro de recuperación y la llevaremos a su hotel para que se reponga.


Delaier asintió llorosa dominada por la pena que le producía ver a su compañera sentimental y amiga en tal estado. La pobre Jilia había tenido que sufrir terriblemente reviviendo ese horrible episodio de su niñez .Además de haber soportado ese ataque psíquico cuya potencia también la había logrado desquiciar a ella. Dejó que el general la cogiera en brazos y se dirigieron al deslizador que ambas usaron para venir .Durante el trayecto nadie habló .Una vez llegaron al hotel subieron a Jilia al cuarto y Menra aprovechó para darse una ducha y cambiarse .Luego se ocupó de asear a su amiga y cuando terminó, Yener la ayudó a dejar a la mayor en la cama. Pasaron un par de sexdanes y Jilia se despertó por fin abriendo lentamente los ojos, sintiéndose mejor .Lo primero que vio fue el rostro preocupado de su amiga y la cara asimismo inquieta y expectante de Yener. Dilain no estaba, el mago había bajado a realizar algunas compras de comida y otros artículos, puesto que el general había sugerido que sería buena idea que cenasen los cuatro para terminar de limar asperezas. Menra había aceptado en la esperanza de que su compañera se encontrase en condiciones y que, entre ella y los demás pudieran ayudarla.


-¿Estás mejor?,- le inquirió suavemente Delaier a su convaleciente compañera -.
- Si gracias - dijo ésta con un tono más normal -.
- Celebro que esté usted mejor - terció Yener -.
- Gracias por todo señor,- repuso esta -.No sé que decir, me siento tan humillada y avergonzada - reconoció con pesar -.
- Si no deseas hablar de esto lo dejaremos - le prometió Menra llena de compasión -.
- Yo en cambio creo que le haría mucho bien contarnos lo que sucedió - .Rebatió Yener -.Quizás pueda ayudarla a vencer esos malos recuerdos. Sería una buena idea que todos contásemos nuestros temores para exteriorizarlos y sacarlos de nosotros.


Delaier no parecía muy dispuesta a eso, pero Jilia sorprendentemente asintió respondiendo con amargura.


-¡Estoy harta de ellos!. He vivido con una especie de parche que me los contenía, pero ha sucedido lo inevitable, algún día tenían que abrirse paso de un modo u otro. ¡Dioses! ¿qué podría ocurrir si el enemigo los liberase?.- Se preguntó en voz alta visiblemente apesadumbrada -.


Viéndola así poco quedaba de la indómita, dura e inflexible Jilia Renar. Vestida ahora con un camisón blanco que marcaba claramente sus encantos femeninos sin traslucirlos y con el pelo suelto cayéndole sobre los hombros. Ni Yener ni Menra podían evitar que la lástima les dominase ante aquella imagen de niña indefensa y vencida. Entonces se abrió la puerta de la habitación y entró Dilain que portaba una bolsa con víveres .Aunque más bien la bolsa flotaba a poca distancia suya. Con un gesto de sus dedos, el mago la dejó sobre una mesa cercana pasando a interesarse por el estado de la muchacha.


-¿Qué tal se encuentra mayor?,- inquirió con voz templada, de poco tinte emocional -.
- Mejor .Gracias por su interés - .Respondió apagadamente Jilia, retomando un tono más controlado y reconociendo a su pesar -.Me ha vencido con rotundidad. Es la segunda vez que me derrotan de esta forma - .Añadió mirando de soslayo a Yener -.
- No se trataba de vencer a nadie, sino de servir a nuestra patria.- Repuso el mago con tranquilidad, tanto en la voz como en el gesto -.
- He propuesto que cada uno confiese sus temores - .Terció conciliatoriamente Yener - .¿Qué le parece maestro?.
- Me parece bien - acordó este, queriendo saber con más informalidad -. ¿Quién empieza?.
- Yo, si nadie desea hacerlo - contestó el propio Yener -.
- Mejor empezaré yo. Creo que se lo debo a todos. - Se ofreció a su vez el mago que tomó aire haciendo una pausa dramática para admitir -.No soy demasiado sociable, siempre tuve miedo de no lograr ser un buen mago y fallarle a mi Hermandad, quería ser de los mejores y trabajé duro para lograrlo. No me arrepiento de eso, pero quizás he perdido cosas en el camino .Como el trato con los demás y el ser capaz de abrirme y expresar mejor mis emociones.
-¿Eso es todo?.- Inquirió Yener a lo que el maestro de Esil asintió de brazos cruzados -.Bueno, pues. ¿Quiere usted ser la siguiente comandante?.
- Preferiría aguardar señor - contestó Menra de forma tímida -.
- Muy bien - .Asintió Yener que declaró a su vez, comenzando su particular confesión -. A mí me ocurría algo similar a usted maestro, por un lado siempre quise ser lo que mis padres esperaban de mí y llegar muy lejos. Pero no podía complacerles a ambos y elegí el camino que deseaba mi madre, ser un monje guerrero de Somer. Luego me alisté y entré en la Academia. Mi padre no lo aprobaba, hubiera deseado que fuese un buen empresario y negociante igual que él. Desde ese momento nuestra relación no fue buena. Y siempre temí perder su amor de padre y su amistad .Luego he tenido y tengo muchos miedos .Miedo a la responsabilidad y a perder a mis seres queridos. Miedo de no estar ahí para protegerles de cualquier cosa que pudiera hacerles daño, incluso miedo a la batalla, al darme cuenta de que las cosas no son simplemente gloria y victoria. También existen la muerte y el dolor y me ha costado mucho encajar eso.


Con un silencio que se prolongó durante segundos, Yener dio a entender que su turno había pasado, suspirando largamente, Delaier tomó la palabra.


- Me siento como una estúpida pero lo que realmente me atemorizaban más eran mis recuerdos infantiles. Mis miedos a los seres tenebrosos que aparecían en las historias y el terror a perderme en el bosque. Siendo niña me perdí en una ocasión durante una acampada .Tardaron dos horas en encontrarme, era de noche y los ruidos de animales me dieron pavor .Pero sobre todo el aire que agitaba las ramas de los árboles que parecían querer cogerme. Y al igual que usted, señor, tenía mucho miedo cuando combatimos contra los androides. Sentía terror a morir y aun más pánico si cabe a que estos destruyeran nuestro mundo, nuestras casas y matasen a nuestras familias.


Y calló a su vez. En ese instante todas las miradas convergieron en Renar .La chica las devolvió una por una como preguntándoles que esperaban escuchar de ella .Lo sabía muy bien ,y tuvo que recurrir a la confianza en sus compañeros y a todo su valor para comenzar a confesar con voz queda y dubitativa...


- Siendo niña, vivía con mis padres, era como cualquier hogar normal, por lo menos de cara al exterior. Desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi padre entrando a darme las buenas noches a mi cuarto .Siempre a escondidas o cuando mi madre no estaba. Al principio yo era muy pequeña y no entendía ciertas cosas. Él me daba besos por todo el cuerpo y me hacía devolvérselos .Incluso en partes que...- tensó silencio que Jilia rompió añadiendo con tono algo más nervioso - .Bueno, ya se imaginan a que partes me refiero .Él decía que debía ser buena y obedecerle o que me castigaría. Cuando yo hacía algo que no le gustaba o sencillamente cuando él sentía el deseo de mí, siempre me decía que había sido mala y que me merecía todo lo que me hacía, pero hasta entonces no pasó de simples abusos o tocamientos.


Todos asintieron, no necesitaban más precisión en el relato .Jilia continuó, dominando lo mejor que pudo su creciente nerviosismo.

- Todo fue a peor cuando cumplí los trece años. Estaba bastante desarrollada para mi edad .Ya era una mujer a todos los efectos .Mi padre procuraba entonces hacer las cosas de modo más discreto. Siempre parecía casual, si estabamos delante de mi madre siempre se las arreglaba para tocarme de un modo u otro, pretextando abrazos o gestos cariñosos. Eso cuando no bebía y nos pegaba a mi madre y a mí por cualquier cosa. Aunque todo empeoró cuando mi madre tuvo que ausentarse unos días para cuidar a mi abuela que se puso enferma. Mi padre me acosaba cada vez más y si yo le rehuía, se servía de los pretextos más absurdos para castigarme sin salir de casa.


Jilia cerró los ojos aunque no pudo evitar que dos lágrimas escapasen de ellos .Menra le tendió un pañuelo para decirle compasivamente.

- Déjalo ya, no tienes que seguir, comprendemos lo sucedido Jilia...
- No - pudo responder esta con un susurro, enjugándose las lágrimas con determinación -.Quiero terminar....- Añadió con más firmeza, tras lograr contener el llanto que amenazaba con desatarse en ella -.Una tarde él se metió en mi habitación cuando me estaba cambiando. Yo procuraba cerrar siempre la puerta con mi código dactilar, para que él no entrase o me viera, pero en esa ocasión se me olvidó. – Pudo sonreír nerviosamente como si quisiera disculparse por aquel descuido cuando explicó - . Había quedado con unos amigos y tenía prisa. Mi padre estaba allí, mirando por la puerta entreabierta, al verme en ropa interior entró y quiso acariciarme los pechos - .Se cubrió instintivamente con las manos al recordarlo y prosiguió, cada vez más afectada -.Yo me negué, le supliqué que me dejase, pero él estaba completamente fuera de si por el deseo, se abalanzó sobre mí, sujetándome de las muñecas. No pude resistirme,- sentenció angustiada - entonces yo no sabía nada de defensa personal. Y él era mucho más fuerte que yo. Además, me amenazaba, decía una y otra vez que debía ser buena con él, y que sino me castigaría a mí y le pegaría a mi madre. No supe que hacer. Sólo pude quedarme quieta. Me quitó la ropa y me forzó. Así perdí mi virginidad.


Todos escuchaban con una mezcla de pena y repugnancia por aquello, ese hombre debía de ser un enfermo, desde luego en Yumlaiance existían pocos casos de ese tipo de actitudes .La desgracia se había cebado en esa pobre chica que no podía dejar de sollozar en tanto concluía su historia.

- Después de la primera vez, lejos de detenerse, aquello siguió cada vez que nos encontrábamos solos en casa. Me amenazaba con pegarle a mi madre o hacerla mucho daño si yo se lo contaba o me resistía. Hice toda clase de sexo con él .No hubo parte de mi cuerpo que él no disfrutara. Le encantaba desahogarse sobre mí. Mientras me decía una y otra vez, ”eres una zorra. Mi pequeña zorra”.- Remachó entre sollozos -.
-¿Qué ocurrió, cómo acabo ese infierno?.- Le inquirió Menra llorando también, presa de la desolación y el horror -.
- Me volví cada vez más antisocial y retraída y mi madre se dio cuenta, pero yo nunca quería hablar con ella. Era horrible, me tragaba todo eso por temor a que mi padre cumpliera sus amenazas. Pero un día que él no estaba, y tras otra de sus “visitas”, no pude soportarlo más y se lo conté a mi madre .Ella podía aguantar que él la pegase, no quería romper nuestra familia, ¡cómo si no estuviera rota ya!- sentenció con amargura para proseguir -, pero no lo que me estaba haciendo a mí. Mi madre fue inteligente y se dominó lo bastante como para colocar cámaras en mi habitación .Lo grabó forzándome en una de tantas veces y llamó a la policía. Mi padre fue detenido y declarado culpable de violaciones, abusos y agresiones contra ambas. Aun sigue en la cárcel. Estará allí para siempre. Al menos eso espero. Yo, bueno, nunca pude soportar la visión de un hombre desnudo desde entonces. Mi madre me llevó a tratamiento psiquiátrico y allí me pusieron esta venda que eliminaba los peores recuerdos, aunque no me quitaba el sentimiento de saberme usada de ese modo.- Pudo concluir retomando un poco el control sobre sus emociones -.
- Quizás su homosexualidad sea debido a aquello - conjeturó Yener, tratando de aportar una necesaria dosis de serenidad y reflexión a aquellas terribles palabras y añadió, incluso con simpatía hacia la muchacha -.No me extraña que usted odie a los hombres.
- No les odio - contestó Jilia visiblemente abatida - .Pero desde entonces me juré no ser jamás el juguete de ninguno, entrené duro en artes de lucha y me hice muy competitiva, comencé también a sentirme atraída hacia las mujeres. Con ellas encontraba dulzura y verdadero amor .Y no tenían ese órgano masculino que tanto asco me produce.- Bajó la cabeza y añadió con voz queda y culpable -.Quizás soy muy celosa pero es que tenía miedo de que mi pareja me dejase sola. He pasado muchos años así. Cuando lo de mi padre pasó, mi propia madre pareció rechazarme, quizás tuvo una especie de remordimientos o es que inconscientemente me culpó a mí de todo, no lo sé. El caso es que tantos años de abusos y malos tratos la desequilibraron. A pesar de que se sometió a tratamiento sufría depresiones cíclicas y un día sencillamente se atiborró de pastillas y ya no despertó.- Relató la mayor para horror de todos, más cuando exclamó entre sollozos – .¡Me dejó sola!. Y no pude soportarlo, por eso tengo mucho miedo de quedarme sola otra vez y de que nadie me quiera -.Confesó, ahora musitando desolada, siendo abrazada por de inmediato por la conmovida Menra que exclamó entre lágrimas -.
-¡Oh Jilia, no lo sabía, lo siento!, ahora comprendo lo horrible que ha debido ser para ti. Pero, ¿porqué no me lo dijiste? .
- Ni yo misma era capaz de recordarlo, afortunadamente para mí. Por ese motivo jamás he creído demasiado en nuestros dioses. ¿Qué dioses pueden permitir que le suceda eso a una niña?.- Declaró con resentimiento para poder añadir, no obstante, con un talante más aliviado - .Ya me siento mejor - pudo sonreír ésta pese a todo -.Gracias a ti, y en buena parte por usted general - añadió dirigiendo una agradecida mirada a Yener - .Me ha devuelto mucha de la confianza en los hombres que perdí siendo niña.- Éste asintió agradeciendo esas palabras, pero la mayor Renar agregó, con patente pesar y resignación -. Pero comprendo que no estoy en condiciones de cumplir con esta misión. Harán bien en escoger a otro oficial más capaz.
- Pues yo creo que sí lo estás - la contradijo Yener con amabilidad e incluso dándole un arenga -. Has pasado un auténtico infierno y padecido mucho para llegar hasta aquí. Además, incluso bajo la sugestión te atreviste a enfrentarte a la figura de tu padre y decir ¡no!. Eso sólo está al alcance de los más valerosos y te admiro por ello. ¡No dejes que eso haya sido inútil! .Y tú también Delaier.- Prosiguió animosamente dirigiéndose ahora a la comandante que escuchaba también visiblemente emocionada - .A veces los sentimientos personales son útiles para cumplir con nuestro deber. Sobre todo si son de amor, lealtad y amistad. Creo que los cuatro formaremos un buen equipo. ¡Podremos aguantar cualquier cosa en Nephraler!.


Las muchachas deseaban creer en eso con toda su alma. Pero entonces surgió la figura de Dilain, éste no dijo nada y ambas le miraron expectantes .Sabían que él era el único que realmente podría dictaminar objetivamente, más allá de las simpatías o del roce personal que tenían con el general. Al fin el mago rompió el tenso silencio declarando con un modo mucho más amable y solícito, incluso respetuoso, de lo que les tenía a todos acostumbrados hasta la fecha.


- Si, es posible hacerlo. Prepararé conjuros defensivos para ustedes, mayor Renar, comandante Delaier. Si todavía desean aceptar esta misión.
- Entonces ¿ya no cree que seamos incapaces para cumplir esta tarea?.- Preguntó Jilia con tono entre incrédulo y esperanzado, incluso algo resentido al agregar y decaído. - Ahora que ha demostrado usted lo que quería
- Son ustedes las que me han demostrado lo contrario - .Rebatió sinceramente el mago - .Y el general Rant ha terminado por convencerme de ello. Cualquier persona tiene temores ocultos que la amenazan. En cualquier momento pueden aflorar, pero en sus casos ambas han logrado soportarlos. Les ha costado mucho dolor, pero ahora que los han exteriorizado son capaces de afrontar cualquier ataque mental que esté relacionado con ellos .Precisamente por eso, porque saben que intentarán aprovecharse de sus miedos y porque están dispuestas a afrontarlos. Además, con la ayuda de una buena pantalla protectora, los nephralers no podrán intentar nada sin que ustedes ni nosotros lo sepamos.

-¡Entonces todos unidos conseguiremos llevar a buen fin nuestra misión!-. Exclamó Menra llena de alegría -.
- Así lo espero también yo - .Secundó Yener, ofreciendo afectuosamente una de sus manos a ambas chicas que superpusieron una de las suyas a su vez -.


Los tres miraron a Dilain hasta que este unió una de sus manos a la de los demás en aquel gesto cordial que tanto estaban necesitando. ¡ Por fin, después de los sinsabores y los malos ratos del principio, habían conseguido llegar a ser un equipo unido y estarían dispuestos a afrontar cualquier tipo de reto que les aguardase en Nephraler!.

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