domingo, 6 de marzo de 2011

UNC 67

13/.Capitulo 67. Siniestros Preparativos.


Una agotada Kyra volvía a su casa después de otra larga jornada en la academia. Deseaba reencontrarse con su familia lo antes posible. Peter estaría con la niña, había concluido su jornada horas antes y ella lo envidiaba. Durante esa época las clases teóricas que ella impartía tenían prioridad sobre las de vuelo y se veía desbordada por cantidad de exámenes de los cadetes que debía corregir y supervisar. Eso había estado haciendo durante las últimas tres horas y no veía el momento de abrazar a su hija .Le envidiaba a su esposo por los momentos que ya estaba disfrutando junto a ella. Aunque, en realidad, ambos se envidiaban mutuamente de forma sana, pues cuando llegaba el momento de las clases prácticas de navegación espacial, se cambiaban las tornas. Era Peter el que más tardaba en terminar con su trabajo y Kyra la que se encargaba de Rachel. Aunque también, y eso era lo que más les apenaba a los dos, debían dejar a la niña al cuidado de sus abuelos o incluso con cuidadora, muchas veces, ya que no era extraño que ambos tuvieran demasiadas ocupaciones en sus nuevos cargos y que se diera la circunstancia de que se viesen obligados a extender sus jornadas. Kyra no era ajena a que su hija se daba cuenta de ello, y quizás esa fuera una de las razones por las que invocara esos sueños de seres escondidos o de monstruos que la amenazaban, era psicología elemental, la pequeña deseaba llamar la atención de sus padres, a buen seguro creía que de este modo ellos estarían más tiempo a su lado. ¡Pobre chiquilla!. ¿Cómo poder explicarle que los primeros que sentían la necesidad de estar con ella eran sus propios y atareados padres?. Pero ahora ella regresaba y se ocuparía de compartir su tiempo con su hija y de jugar con ella al igual que Peter. Desde el momento en el que cruzase el umbral de su casa, no habría cansancio ni obligación que le impidiera hacer eso y acababa de marcar su código digital de acceso y atravesar la puerta de entrada.


Kyra sonrió, nada más pasar al salón se encontró con una imagen encantadora. Rachel jugaba sentada en el suelo en compañía de su padre que estaba de rodillas junto a ella. Ambos colocaban unos cuantos bloques de construcciones, apilándolos en forma de torre. La niña disfrutaba derribándolos y reía, en tanto Peter se afanaba en levantarlos una y otra vez, sin dejar de sonreír.


-¡Vaya!. Celebro ver que lo estáis pasando tan bien- .Declaró jovialmente ella a modo de saludo -.
- Si- .Afirmó Peter que ya estaba recogiendo una vez más los distintos bloques del suelo , aunque esta vez los dejó al cuidado de Rachel en tanto se levantaba a besar a su mujer y preguntarle con desenfado -.¿Cómo te ha ido?.
- Bien, ya sabes, clases rutinarias, exámenes rutinarios y toneladas de correcciones- .Suspiró cansinamente ella, añadiendo divertida -. Demasiado rutinarias para mí, a veces echo mucho de menos los viejos tiempos de la patrulla. ¡Y pensar que eso me parecía aburrido!. Era excitante comparado con esto! - .Remachó mirando al techo en ademán teatral -.
- A mí me ocurre lo mismo también- .Aseveró él levantando en brazos a la pequeña y acercándosela a su madre que la cogió a su vez dándole un gran beso en un moflete en tanto Peter añadía con satisfacción -.Aunque siempre que me sucede eso pienso en Rachel y en otros muchos niños y niñas de nuestros mundos que ahora viven en paz y que no deben temer a nada que amenace su futuro, entonces sé que todo merece la pena.


Kyra asintió despacio y sonrió dirigiéndose a su hija para preguntarle cariñosamente.


-¿Cómo está mi tesoro?.
- Estoy jugando con papi y con mis cubitos- .Le informó la pequeña de modo solemne -.
-¿Puedo jugar contigo cariño?.- Le pidió Kyra dejándola en el suelo -.


La pequeña asintió entusiasmada en tanto Peter le decía a su esposa.


- La cena estará lista dentro de poco. Por fin podremos estar los tres juntos.- Y tras uno segundos de silencio que empleó en observar como su mujer y su hija se pasaban algunos bloques añadió con agrado.- Ahora comprendo muy bien a mis padres cuando insistían tanto en que nos reuniéramos todos juntos en la mesa. A mí siempre me pareció una tontería, una manía rara pero no veía lo que significaba. La sensación de ser una familia.
- Una familia unida, si- .Convino Kyra con idéntica satisfacción para agregar -.¿Y hablando de familias?. Podríamos llamar a tu hermana para ver como están ella, Yener y la niña.


Peter esbozó una ligera mueca de imposibilidad y replicó.


- Creo que están muy ocupados. Por las noticias que han llegado de Yumlaiance, Yener debe ir al planeta Nephraler para proseguir las negociaciones que abrieron hace unas semanas con la visita de uno de sus mandatarios.

Kyra ensombreció su gesto para añadir más seria e incluso preocupada.


- No me gusta nada Peter, no confío en esos tipos.
-¿Es que has tenido algún presentimiento? - .Quiso saber su esposo mirándola con extrañeza e inquietud -.
- No me hace falta, simplemente no me fío y menos de ese tal Lord Carnalsk. Ya os conté lo que él y su sicario Hialgasth me hicieron cuando estuve cautiva.


Peter la miró como si no le diese demasiada importancia a eso y se encogió de hombros para declarar para sorpresa y contrariedad de su esposa que no esperaba oírle actuar como abogado del diablo, (y nunca mejor dicho).


- Entonces cumplían con su deber. Y esas gentes no debían de tener nuestras convenciones sobre el trato hacia prisioneros.
-¡Peter!.- Exclamó ella realmente indignada para lo que en su sereno y pacífico carácter era habitual, usando un tono cortante y duro que mitigó ,cuando su propia hija la observó atónita dejando incluso de jugar, para agregar aun con reproche en voz algo más calmada- .¿Cómo puedes ni tan siquiera pensar eso ni en broma?. ¡Casi me matan!, mi vida les traía sin cuidado, al igual que la de aquel pobre hombre de Casiopenae, al que sí asesinaron por tener el valor de protegerme. Yener y los suyos tenían razón cuando ni siquiera soportaban la mención de esos seres. Son malvados y seguro que traman algo.


El muchacho comprendió que había hablado muy a la ligera, Kyra aun recordaba muy vivamente la tortura a la que la sometieron y era la única vez que él la había visto reaccionar con rabia o incluso rencor ante alguien. Debía tener muy clavada en su alma aquella terrible experiencia. De modo que, con su mejor acento conciliatorio y suave entonó una sincera disculpa.


- Esta bien, lo siento he dicho una estupidez, no quería dar a entender… no te enfades, por favor. Lo cierto es que ese planeta ha expresado su deseo de llegar a un entendimiento pacífico con Yumlaiance y sus aliados. Eso nos incluye a todos. Y según tengo entendido ni siquiera el propio Yener pudo poder ninguna objeción a las conversaciones que mantuvo con ese representante Nephraler. Y eso que él posee dotes telepáticas al igual que tú y un instinto muy agudizado para descubrir engaños gracias a su adiestramiento. Además, él ha odiado desde siempre a esos tipos, o al menos nunca se fió de ellos. Tiene muchos siglos de tradición para actuar así y si ahora.


Kyra le cortó con un rápido ademán de sus manos y afirmó entre desaprobadora y cansinamente.


- Sé de sobra lo que vas a decir Peter. Si el propio Yener confía en ellos a pesar de todo yo tendré que hacer lo mismo. Pero sigo sin fiarme y estoy convencida de que él tampoco, aunque deba aparentar lo contrario por el bien de esas conversaciones.
- Yo confío en Yener y en los expertos de su mundo. No olvides que seguramente también Nerel y Seilin habrán investigado, esos tipos no podrán engañarles a los tres por astutos que sean- .Aseguró Peter, tratando por todos los medios de concluir esa discusión tan agria en medio de ese ambiente familiar que tanto les había costado adquirir -.


Su esposa lo percibió con claridad y arrinconó el enfado dejando que mal talante se desvaneciera en pro de su más natural amabilidad y sosiego. También deseaba disfrutar de una buena noche y no sería justo que ésta se echase a perder por ese asunto ni por esos seres, bastante daño le habían hecho ya en el pasado para permitir que su recuerdo emborronase el presente. Dulcificó sus facciones al darse cuenta de que la pequeña Rachel la miraba curiosa desde el suelo, al igual que a Peter. De seguro que la niña se estaría preguntando porqué se habían enfadado sus papás. No entendía de lo que estaban hablando, solo sabía que estaba jugando con ellos hasta que comenzaron a discutir y que no la estaban haciendo caso .Trató de llamar su atención y Kyra se agachó con una amplia sonrisa y le dijo cariñosa y conciliatoriamente.


- No te preocupes cariño, papá y yo no estamos enfadados, anda, recoge los bloques y llévalos a tu habitación, que enseguida vamos a cenar.


Y dicho esto ayudó un poco a la cría a guardarlos en su caja. Esa tarea bien podría hacerla cualquiera de los robots domésticos, pero ni ella ni Peter querían que la niña se acostumbrase a eso. Así que, con uno de los bloques aun en su manita, la niña se levantó trabajosamente y consiguió andar dubitativa hasta la pared, se apoyó en ella y de este modo recorrió los metros que la separaban de su habitación dando ligeros tumbos. Sus padres la contemplaban embelesados, eso disipaba cualquier enfado que pudiera quedar.


Y ajena ya a todo eso, la pequeña Rachel se dejó caer sobre uno de los cojines de su cuarto, a su lado tenía a su muñeca preferida. Olvidó el cubito que tenía y quiso jugar a tomar el té con ella, observó entonces a otros muñecos que tenía en su habitación, que la miraban con esos ojos vidriosos y vacíos.


- Hola. ¿Queréis jugar también?-. Les preguntó recibiendo la respuesta que le daba su imaginación -.Si, vale, ahora os cogeré y os pongo con nosotras.


Así que, arrimando una de las banquetas que tenía cerca se encaramó sobre ella para alcanzar a alguno que estaba sobre su estantería. No sin dificultad, dada su corta estatura, bajó dos de estos y los sentó alrededor de su mesita de plástico.

- ¡Tendré que poner dos tacitas más! - .Aseveró divertida -.

Y ni corta ni perezosa se dirigió al armarito en donde su mamá le hacía guardar los complementos de cocina y otros cachivaches. En ese instante se estremeció de frío. No obstante la impresión le pasó pronto. Como diría su papá, eso era un escalofrío. ¿Estaría malita?. ¡Ojala que no!. Dejó de preocuparse al instante por eso y con las tazas en las manos se dispuso a colocarlas frente a sus muñecos, pero estos no estaban allí. Se sorprendió, aunque enseguida se dijo a si misma con toda naturalidad.


- Se habrán ido a jugar. Claro, se aburren cuando tomamos el té.


Iba a buscarles, posiblemente querían jugar al escondite con ella. Aunque en ese instante entró su madre. Kyra se había cambiado el uniforme por un informal pijama con motivos de estrellas. A Rachel le gustaba mucho ese pijama y quería crecer tanto como su mamá, para ponerse uno igual.


- ¿Qué estás haciendo cielo?.- Le inquirió su madre al verla escrutando la habitación tras fijarse en su pijama -.
- Voy a tomar el té invisible con mis amigos- .Le respondió la niña -.
- Pues no comas muchas pastas invisibles que te quitarán la gana de cenar- .Bromeó su madre observando divertida la reacción que producía ese comentario en su hija -.
- Las pastas invisibles no se comen de verdad- .Le informó tranquilamente la pequeña pensando que su madre desconocía esa circunstancia –


Kyra sonrió deleitándose en la buena fe de su hija cuando se percató también de que había más tazas que muñecos invitados. Y así lo hizo constar.

-¿Y tus amigos?.
- Se han escondido.- Le contestó la niña -.


Kyra observó que no estaban sobre la estantería y obviando esa respuesta quiso saber, ahora con gesto más serio y suave tono reprobatorio.


-¿Te has subido a la banqueta para coger los muñecos de ahí arriba?.- La niña miró culpablemente hacia el suelo, comprendiendo que había cometido un error y su madre prosiguió de forma más conciliatoria para terminar de darle a entender que aquello no estaba bien -. Papá y yo te hemos dicho muchas veces que te puedes caer. Y que si quieres algún muñeco tienes que pedírnoslo a nosotros. ¿Vale?.- La cría miró a su madre con la boca cerrada y asintió tres rápidas veces, después desvió la vista hacia su muñeca favorita, la única que se había querido quedar con ella -.


Entonces la voz de Peter les llegó a ambas desde el comedor.

- La cena está lista.


Kyra suspiró y de una manera más cariñosa tendió una mano hacia su hija y le indicó.

- Hay que lavarse las manitas.


Rachel aceptó dócilmente dar la mano a su mamá y se dejó guiar por ella hasta el cuarto de baño, aunque no dejaba de pensar en sus muñecos. Bueno, ya volverían más tarde, quizás se hubieran ido también a cenar con sus papás. ¿O quizás no?.


En el puente de mando de la nave Nephraler, que se mantenía oculta cerca de Oumeya, la comandante Yashira Draker sostenía pensativamente esos juguetes humanos preguntándose en voz alta.


-¿Y qué se supone que he de hacer con esto?.
- Puedes quedártelos para jugar si lo deseas- .Le siseó el Hialgasth que se encontraba a su lado, con un timbre burlón -.
- Por lo menos, hemos comprobado que la apertura dimensional que has creado después de tanto tiempo funciona al fin- .Declaró ella -.
- Así es - .Corroboró el Hialgasth en un tono que parecía mostrarle bastante satisfecho más aun cuando agregó -.Todo va saliendo según lo previsto, ni siquiera la madre de la niña, aun siendo una hábil telépata, ha podido darse cuenta de nada.


Yashira asintió conjeturando con aire reflexivo.


- Creo que tanto ella, como su esposo, se preocupan más por lo que ellos llaman, su vida cotidiana.- Sonrió ligeramente y agregó complacida -. Debo admitir que este plan es de lo más acertado .Es cierto que los humanos pierden muchas de sus más notables cualidades cuando viven de forma plácida y tranquila. Se vuelven más descuidados y son mucho más fáciles de manejar y sorprender.
- Es el sexto sentido que algunos de ellos poseen en grado más desarrollado lo único que debe inquietarnos – .Le explicó el Hialgasth -. Pero, como todas las imperfectas facultades humanas debe trabajarse y usarse con cierta periodicidad, de lo contrario se va atrofiando y perdiendo su eficacia. A esa mujer telépata ya le está sucediendo y lo mismo ocurrirá con nuestros odiados enemigos yumlaincers.- Remachó con un siseo de gozo -.


Yashira se paseó unos pocos metros de ida y vuelta por el puente de mando con una mano bajo la barbilla y se detuvo mirando aquellos muñecos con expresión pensativa y comentó.


- Aunque sigo si comprender el interés que tienen los altos mando precisamente en esa niña.
- Lo comprenderás cuando llegue el momento - .Le anunció su interlocutor con patente seguridad al añadir -.Las piezas irán encajando poco a poco y nuestra venganza será al fin completa. Pero, por el momento, debemos ser extremadamente cuidadosos.


La comandante Draker asintió a pesar de no tener ni idea de a qué tipo de venganza podría referirse ese ser. De cualquier modo, esas eran órdenes superiores y estas no se discutían, simplemente se cumplían. Y si incluso para ella, que era asistente personal del propio Lord Carnalsk y una de sus oficiales de confianza, aquello era materia reservada, para el resto de sus compatriotas el asunto aun tendría que ser más misterioso y extraño. No era ningún secreto la sorpresa producida en su mundo por aquellas negociaciones y las consignas que se estaban repartiendo desde el gobierno y el palacio real de Helgamad de cambiar de actitud frente al enemigo secular. Tal era la campaña y estaba siendo llevada de un modo tan serio y profuso que hasta la propia Yashira llegaba a pensar a veces en que fuese algo cierto. De alguna manera le parecía como si estuviese en posesión de la verdad acerca de una sorpresa o truco que el resto de su pueblo debería aguardar entre la duda o la ignorancia, a descubrir. Por otro lado le había fastidiado bastante no poder acompañar a Lord Carnalsk a Yumlaiance, tenía vivos deseos y una gran curiosidad por conocer aquel mundo que , desde siempre había sido descrito como la patria de sus enemigos y el hogar del que los propios antepasados de los Nephralers fueron expulsados .A ella le habían asignado una misión estúpida y no tuvo la oportunidad de aterrizar en ese planeta, le dio el tiempo justo para llegar a la nave que aguardaba a su superior para llevarle de vuelta a Helgamad y después, otra vez tuvo que venir aquí. A vigilar a una mocosa humana para Alasir sabría qué.

-<<¡Quizás sea eso!.>>- .Pensó entonces la muchacha -.<< A los seguidores de Alasir se nos tiene casi en tan poca estima como a los Vasagonianos independentistas. Yo tengo suerte por estar al servicio de Lord Carnalsk, pero quizás no confíen en nosotros, pero creo haberles demostrado más de una vez que mi primera obligación es servir a mi mundo y a mi rey>>- .Acabó de elucubrar no sin cierta indignación.


Recordaba ahora como en repetidas ocasiones fueron pospuestos sus ascensos en pro de otros compañeros, claros adoradores de Aradanchil. Ellos medraban y adquirían poder e incluso algún título en tanto que ella se mantenía a la mitad del escalafón. Con todo tuvo la gran suerte de llamar la atención del segundo poder en el reino. Lord Carnalsk se fijó en ella cuando todavía era una simple teniente de navegación, (a pesar de su historial y de sus calificaciones en la academia). Aunque era una mujer muy joven para la media de su mundo, apenas veintidós años (quizás no tanto para los yumlaincer puesto que el año Nephraler era aproximadamente una vez y media más largo y según esos mismos datos Yashira debería tener unos treinta y tres, pero el ciclo vital de los de su raza era igual de lento en proporción). No había ascendido hasta entonces, pero Carnalsk se ocupó de que aquello se remediase, y no de forma gratuita, desde el primer momento le confió misiones bastante complicadas e importantes que la hicieron aumentar su currículum y ascender. Al año escaso de servir bajo las ordenes de Carnalsk ascendió a capitán, era lo justo puesto que se graduó con solamente dieciocho de sus años,(los nephralers podía empezar sus estudios militares a los catorce años y en cuatro alcanzar el grado de tenientes). Así pues, ya había obtenido méritos suficientes para su promoción. Y hacía tan solo dos años de su mundo que volvió a ser ascendida a su actual rango. Eso coincidió con el viaje de su superior a un lejano sistema solar controlado por una raza mecanoide con la que Nephraler se alió. No se dio demasiada publicidad al asunto, aunque a nivel extraoficial circularon rumores de que estos robots constituían una gran potencia con la que se habría podido atacar conjuntamente a la Cuádruple Alianza y destruirla. Pero los Yumlaincers y sus amigos lograron derrotar a estos androides y a su enorme flota y las altas esferas parecieron cambiar de parecer. Yashira fue destinada al cuartel general de la capital hasta la vuelta de Lord Carnalsk y después siguió bajo el mando directo de éste hasta que le encomendaron la misión de ir a Oumeya. Eso volvió a sonarle como una mera fórmula para apartarla de la cadena de mando, ahora que tenía ya los veinticinco, (unos treinta y siete Yumlaincers),hasta que, por fin, su superior requería de nuevo sus servicios. Al fin podría dejar esta anodina misión y conocer a altos cargos yumlaincers puesto que le habían ordenado encargarse de la organización y guía de la visita a Nephraler de unos muy importantes invitados. Diplomáticos de grandísimo nivel. Ella no pudo ocultar su satisfacción al tiempo que el Hialgasth que iba a su lado no se molestó en esconder su desagrado por tener que apartarse momentáneamente de la misión asignada. La nave debería alejarse de Oumeya para desconcertar sus sistemas de ocultación y dejar que Yashira la abandonase. Y cuando estaban en esto el Hialgasth declaró contrariado.


- Esto significará un considerable retraso en nuestra misión. Podría dar al traste con nuestros planes.
- Las órdenes no se discuten. Se cumplen. – Replicó imperturbablemente ella, que no podía evitar una gran satisfacción al tener la oportunidad de devolverle a ese tipo la consigna con la que él mismo solía martillearla de continuo ya que en el fondo estaba más que harta de esos seres y de su pretendida superioridad, sobre todo contra los creyentes de Alasir y sus sacerdotisas, como la propia Yashira era, entre otras cosas -.


Y no hubo más que discutir. Su nave se apartó de su rumbo y salió del sistema de Oumeya para permitirle a ella marchar. Eso les dio a Peter, Kyra y a su hija un gran respiro, aunque fuera momentáneo y ellos ni siquiera lo supieran. La lanzadera que llevaba a la comandante Draker fue recibida por un crucero de su flota y allí le suministraron más información sobre su nuevo cometido y sobre las personas a las que debería atender. Grande fue su sorpresa cuando supo que se trataban del propio príncipe heredero de Yumlaiance y del famoso general Rant. Estudió muy atenta y concienzudamente los informes acerca de éste último, pues era el que más le inquietaba. Tenía una gran reputación pese a su juventud. Era más joven que ella, aunque la apariencia de Yashira, resultase semejante a la de una muchacha recién salida de la adolescencia para los usos de Yumlaiance. Pero esa era otra de sus ventajas, si se esperaban una jovencita inexperta y decorativa, una mera relaciones públicas, se equivocaban. Ella era tenaz, voluntariosa y no se detenía ante nada para cumplir con su deber, pero eso no significaba que no tuviera arraigado un gran sentido del honor y que supiera valorar y respetar a sus adversarios. A decir verdad, deseaba tener la ocasión de medir sus destrezas y su entrenamiento a los de ese Maestro del Kail y sus acompañantes, un Maestro de los no menos nombrados Magos de Esil y dos jóvenes y buenas oficiales que eran para el general Rant, algo equivalente a lo que ella misma representaba para Lord Carnalsk. De modo que, una vez mentalizada para un duro careo psíquico y diplomático se sorprendió cuando le llegaron las últimas instrucciones que era categóricas y estaban firmadas por el propio Lord Carnalsk. Si no fuera porque ella sabía que esa firma era auténtica y que desde luego, a nadie se le ocurriría gastar una broma semejante con el nombre del Par, ni lo habría tomado en consideración. Pero aquello era auténtico y le ordenaba que, bajo ningún concepto, se llevasen a cabo maniobras de tipo mental o psicológico, ni tan siquiera subliminal. Todo, absolutamente todo, discurría con la mayor placidez. Y una vez que llegó a su mundo y fue recibida en el despacho de su superior, éste, sentado tras su mesa estudió a la mujer que permanecía en posición de firme ante él y se lo confirmó diciendo.


- No habrá ningún tipo de control mental ni se efectuará ningún intento de persuasión que atente contra la libertad de nuestros huéspedes. Todo será estrictamente legal, tal y como fue en Yumlaiance. Así se lo he asegurado al general Rant empeñando mi palabra.


Yashira asintió perpleja, si hubiera escuchado esas palabras en boca de otros muchos pares, sabría instintivamente que eran papel mojado, pero no en el caso de Lord Carnalsk, puesto que él era descendiente de una de las más importantes familias de su planeta. Aun así, y extrañamente en ella, se atrevió a replicar aunque empleando su astucia y agudeza.


- Pero milord, no lo entiendo bien. Disculpe mi torpeza. Esa palabra implica solamente al general Rant o incluye también a toda la delegación. Pues según se me ha informado, su príncipe heredero viene con ellos y ese podría ser un elemento muy valioso. No parecer poseer actitudes psíquicas relevantes y su personalidad nos conviene bastante para manejarle en las negociaciones.


Carnalsk mantuvo un semblante inexpresivo, no se podría asegurar si le contrariaba o le satisfacía esa vuelta de tuerca de su subordinada y siguió sin aclararse cuando replicó con tono neutro y contundente.


- Toda la delegación yumlaincer está incluida en mi palabra, no quiero trucos ni presiones. Este es mi deseo y también el deseo de su majestad. Yo cumplo sus órdenes y usted cumplirá las mías como de costumbre. Y no solamente eso, usted se encargará de la comodidad y seguridad de nuestros invitados y le haré directamente responsable de cualquier contratiempo que pueda surgir.


Yashira se cuadró saludando al estilo Nephraler para concluir con una inclinación de cabeza y afirmar con total determinación.


- A su órdenes milord. Solo una pregunta más. ¿Y si son ellos los que tratan de indagar en mí?. ¿Qué deberé hacer?.
- Para tal caso, estoy seguro de que dispondrá la habitual pantalla mental. Que, sin embargo, no deberá ser demasiado brusca, aunque estoy seguro de que esa precaución será por completo innecesaria. Tengo la palabra del Maestro del Kail - .Repuso confiadamente su interlocutor que se levantó del sillón y llevándose las manos a la espalda, anduvo en pequeños círculos por la estancia para agregar -. Llegarán dentro de dos días. Espero que todo esté dispuesto para ofrecerles la mejor de las bienvenidas. Se mostrará usted amable y cooperativa en todo momento, sean cual sean sus preguntas y sus requerimientos, hasta donde lleguen sus conocimientos y limitaciones, eso si, ateniéndose a la versión oficial que se le facilitó durante su viaje de vuelta. Les recibirá conmigo en la nave que les traiga aquí y luego les escoltará desde el astro puerto de Helgamad hasta las habitaciones de palacio que les han sido acondicionadas. Por supuesto en estas ni se han colocado escuchas ni micros. No debo insistir en que confío plenamente en usted para mostrar a los de Yumlaiance que esencialmente no somos tan diferentes. Ellos están en desventaja frente a nosotros, desconocen casi todo de nuestras costumbres y modos de vida, deseamos que deje de ser así ya que el desconocimiento genera desconfianza y eso no es bueno para una negociación. Nada más, ahora puede retirarse para ultimar los preparativos.



Lord Carnalsk concluyó sin alterar su expresión y Yashira pudo saludar y dar media vuelta haciendo un considerable esfuerzo por dominar su sorpresa .¿Cómo era posible que le estuviera ordenando tales cosas?. Antes había creído que la misión que tenía encomendada en Oumeya era ridícula, ahora pensaba que esta era peor. ¡La habían convertido en lo que precisamente menos podía imaginar, una guía turística de verdad!. ¡Aquello no era una tapadera!. Desde luego esas negociaciones debían de ser sumamente importantes para su gobierno y su rey y también para Lord Carnalsk. Naturalmente que ella supuso desde el primer momento que, al menos en apariencia y por cortesía, sus invitados debían ser tratados como correspondería a sus altos rangos, pero esto era. ¿Cómo decían los propios yumlaincers?.¡ Ah si!. ¡Mimarles como a niños!. A ella no le agradaba en absoluto, pero eran órdenes directas. Las obedecería sin vacilar. Incluso si eso significaba tener que atender a requerimientos de índole sexual, a pesar de sus propias circunstancias, ella lo acataría sin rechistar. Y ésta no era una posibilidad disparatada pues Yashira se sabía muy bella, tanto para los cánones de su pueblo como incluso para los humanos. Aunque, de camino a su residencia no podía dejar de pensar.


-<>


Y aunque le dio vueltas a la cabeza tratando de adivinar dicho plan no consiguió hacerlo, no obstante, eso no interfirió con los preparativos que ultimó la jornada siguiente. Concluida esta ya solo restaba un día para la llegada de los huéspedes y ella decidió tratar de descansar lo máximo posible para estar en perfectas condiciones tanto físicas como mentales.


Días antes de que sucediera esto en Nephraler, en Yumlaiance, los futuros huéspedes se habían preparado a conciencia. Después de compartir una cena más distendida en el hotel en el que se alojaron tras la prueba cada cual regresó a sus respectivas habitaciones. Deberían levantarse temprano para ultimar los detalles. Cuando amaneció, todos estaban despiertos, Menra y Jilia se habían repuesto admirablemente y estaban listas y aguardando con su equipaje hecho .Yener y Dilain no fueron menos y ya habían ultimado sus cosas. Desde allí, los cuatro se dirigieron a Dumlans. Tuvieron que participar eso sí, en la despedida protocolaria que el príncipe llevó a cabo en la corte. El ministro de exteriores, con mensajes de amistad y propuestas diversas del gobierno yumlaincer a su homólogo de Helgamad bajo el brazo, se unió a ellos y después del consabido paseo por un itinerario prefijado por las calles principales de la ciudad, en donde la multitud salió a despedirles entusiasmada, recibieron el permiso oficial del Emperador para partir. Tras recorrer los últimos tramos hacia el astro puerto de Portduraior, entre un largo cordón de seguridad que les aislaba de la muchedumbre que los vitoreaba llegaron al final del camino. Fueron recibidos por el capitán de la nave que les iba a transportar y embarcaron, al fin se estaban elevando en el aire y saliendo de la atmósfera rumbo al espacio. Allí atracarían en el Super crucero destinado a llevarles hasta la frontera que solo iba escoltado por dos cruceros ligeros. Estaba previsto que, en el límite de la zona neutral fueran recogidos por una nave de la flota Nephraler que les llevaría hasta este mundo. Aunque al menos tardarían un par de días en alcanzar la frontera, tiempo suficiente como para hablar de la seguridad con el príncipe y el ministro. Y por parte de su alteza Imperial hubo un gran interés por conversar con sus escoltas, les hizo reunirse con él en una sala reservada para la comitiva y les comentó con afabilidad.


- No debo decirlo puesto que es obvio, pero me siento muy honrado de contar con ustedes. Son los mejores que hay en nuestro mundo en sus respectivos campos y por si fuera poco, tengo la gran suerte de que dos de ustedes sean mujeres, y muy hermosas por cierto- .Halagó con una sonrisa dirigiendo la mirada hacia la comandante Delaier y mayor Renar -.


Ambas sonrieron levemente mostrándose agradecidas por el cumplido, aunque a ninguna le hiciera realmente demasiada gracia.


- Si me permite alteza- .Intervino Yener desviando la conversación hacia derroteros más prácticos -. Debemos tener mucho cuidado, no sabemos como irán a comportarse una vez estemos allí y toda precaución que podamos adoptar es poca. Por ello, usted y el señor ministro serán protegidos en todo momento tanto física, como mental, como mágicamente. No deseamos correr ningún riesgo innecesario.
- Me parece muy bien general- .Convino el príncipe con una asombrosa buena disposición -.Ustedes son los profesionales, hagan su trabajo como lo estimen más oportuno, confiamos plenamente en sus habilidades. Yo, por mi parte, también trataré de cumplir con mi cometido lo mejor que pueda.
- Si- .Terció el ministro con cierta prevención y énfasis en sus palabras -. Pero, ¡por favor!, cuiden de no ofender bajo ningún concepto a nuestros anfitriones. Recuerden que ellos no enviaron tanta escolta especial a su embajador.
- Con el debido respeto - .Replicó Dilain -.No lo necesitaban, su embajador mismo era un alto oficial de la elite, con grandes poderes mentales y posiblemente mágicos también. No precisaba ninguna escolta de ese tipo y sobre todo, no es el heredero al trono de su mundo. En cambio su alteza Imperial es una persona imprescindible para Yumlaiance y no nos podemos permitir que su integridad corra el más mínimo riesgo.


Esas palabras parecieron complacer bastante al príncipe Lonel que tomó la palabra para decir de forma cordial.


- Les agradezco mucho su preocupación y la estimo en lo que vale. Sin embargo el señor ministro solo les pide que realicen su tarea con la máxima discreción. Cuiden de no evidenciar demasiado las medidas de seguridad que vayan a emplear, si eso es posible.
- Así lo haremos alteza- .Aseguró respetuosamente Yener -.


Lonel asintió satisfecho, por los halagos hacia su ego y el saberse la principal figura de toda la trama. Ni el propio general Rant, ni el primer ministro le iban a robar la gloria de establecer aquel histórico encuentro en el mundo de sus hasta ahora, seculares enemigos. Fijó su atención entonces en las mujeres y con visible interés les preguntó.


- Comandante, Mayor, conozco perfectamente la reputación del general Rant y la del Maestre Baset, y aunque no dudo que ambas están aquí en base a su capacidad, me gustaría saber exactamente cuales son sus especialidades.
- Alteza, soy alto grado de técnicas en defensa y oficial de navegación. Además de estar cualificada como piloto de caza y hacer las funciones de enlace en la flota.- Replicó Menra -.


El príncipe asintió con aprobación, fijando entonces sus ojos sobre Jilia que a su vez, respondió.

- Soy alto grado en técnicas de ataque, defensa y lucha combinada y experta en tácticas de supervivencia y comandos. Mi misión será la de garantizar su seguridad y servir como asistente.
- Eso es muy interesante.- Sonrió el príncipe que le propuso sin ningún tipo de reparo -.Me gustaría que hablásemos de ello una vez allí y que inspeccionase personalmente la habitación que se me asigne.
- Como deseé vuestra alteza - .Pudo responder Jilia pudiendo dominar su malestar por lo que, evidentemente parecía otro tipo de propuesta -.
- Si Señor. – Añadió Yener percibiendo con claridad, al igual que el resto, aquella tensa respuesta de la muchacha -.Yo en persona acompañaré a la mayor Renar para sondear vuestra cámara y la del resto de la comitiva. No dejaremos nada al azar.


El príncipe no dijo nada, solo asintió dándolo por hecho, aunque no podía disimular su contrariedad. De todos modos, y pese a su rango, no podía permitirse el lujo de ser más directo. Y esa intervención del general dejaba las cosas muy claras. Incluso el ministro suspiró aliviado de que todo se quedase ahí y se apresuró a reconducir la conversación hacia terrenos menos embarazosos.


- El programa de trabajo está fijado de la siguiente forma. Primero celebraremos una reunión de bienvenida con Lord Carnalsk. Después su Alteza, el general, el maestro de Esil y yo mismo seremos recibidos por el Monarca Nephraler. Ustedes, comandante y mayor, serán destacadas a la entrada de las habitaciones que ocupe su alteza y permanecerán con nosotros hasta el salón del trono Nephraler, vestidas con sus uniformes de gala. Su cometido es sencillo, observarlo todo y a todos. Después se ocuparán de volver a comprobar la seguridad de los aposentos del príncipe.¿ Lo han comprendido?.
- Si señor - .Afirmaron ambas al tiempo -.
-¿Tienen alguna pregunta?- .Quiso saber el ministro a su vez -.
- No podremos llevar armas, ¿verdad señor?- .Le inquirió Jilia -.
- Por supuesto que no- .Repuso tajantemente este -. Es una misión de paz, no estará permitido portar armas a la vista ni siquiera llevarlas escondidas. Así que, cuiden de no llevar nada como mini pistolas o puñales escondidos en sus botas u otras partes del uniforme. Si les fueran detectadas, además de una enorme falta de cortesía, podrían constituir un problema diplomático muy grave y minar la confianza.


Las dos asintieron dándose por enteradas. Aunque a ninguna le gustaba mucho aquello, en particular a Jilia, quién si hubiera deseado llevar algo a lo que poder recurrir. Aunque Yener tomó entonces la palabra y les dijo con tono más distendido y familiar.


- Seguramente no habrá necesidad ninguna de que intervengáis. Con que os mantengáis alerta en todo momento y cumpliendo el programa será más que suficiente.
- En lo que concierne a ustedes es todo- .Aseveró Dilain que pidió permiso al príncipe con un gesto de su cabeza y éste se lo concedió descuidadamente, de modo que el mago añadió refiriéndose a las dos mujeres -.Es todo, pueden retirarse a descansar hasta que se requieran sus servicios.


Las dos se levantaron saludando militarmente y tras dos cortas reverencias hacia el príncipe Lonel salieron de la cámara. Se cuidaron de alejarse a través del corredor hasta que, a distancia segura, Menra suspiró apoyándose en la pared.


-¡Creí que no íbamos a poder salir nunca!.


Pero Jilia no parecía estar muy contenta y así lo hizo saber cuando declaró con aprehensión.

-¿Has oído al Príncipe cuando me ha pedido que revisara su estancia?. Sus ojos lo decían todo, estaba claro a la clase de servicio a la que se refería.
- Por lo que veo has tenido mucho éxito con la realeza -. Sonrió Menra de forma más desenfadada, lo que contribuyó al enfado de su compañera -.
-¿Cómo te lo tomas así?- .Le reprochó está, no sin indignación -.¿Y si se le ocurre pedirme que me acueste con él?. ¿Qué hago?. ¿Cómo hubiera podido negarme?- .Le preguntó visiblemente alterada -.
- Pero eso no ha ocurrido ni ocurrirá - .Se apresuró a calmarla Menra que añadió más seria y agradecidamente -. El general Rant se ha encargado de pararle los pies de inmediato.
- Si. ¡Menos mal!.- Suspiró Jilia más tranquila, aunque no pudo evitar el preguntarle a su compañera con inquietud -.¿Tú que harías si él te pidiera?... ya sabes.
- Lo mismo que tú - .Afirmó enérgicamente su compañera dejándola lívida -. Obedecer a un requerimiento Imperial sin vacilar.


Jilia abrió la boca con sorpresa, y sus ojos parecían querer desorbitarse, aunque Menra enseguida añadió con más suavidad.


- No obstante, antes trataría de agotar todo tipo de excusas y escapatorias imaginables.
-¡A veces me dan ganas de estrangularte!- .Espetó Jilia clavando en su pareja una dura y enfadada mirara al tiempo que rodeaba el cuello de ésta con ambas manos, aunque sin apretar. –


Pero esta vez Menra no fue demasiado cuidadosa al replicar, en cambio adoptó un porte digno y sincero que sorprendió a su compañera cuando aseguró.


- Y si fuese realmente necesario, tú también te acostarías con el príncipe antes que deshonrar tu juramento de lealtad y faltar a tu deber. Sé que antepondrías eso a tu propia vida. Lo mismo que yo, porque en eres una mujer fuerte y valerosa.


Jilia soltó suavemente a su pareja y la abrazó con suavidad, acercando su rostro al de esta en tanto le susurraba con voz entrecortada por la pasión y la adrenalina que le producían sus emociones.


- Tal vez si lo haría, pero lo que no podría soportar es que tú lo hicieras con nadie más.


Menra le sonrió con dulzura y ambas se unieron en un apasionado beso que la comandante Delaier interrumpió a su pesar para decir.


- Aquí no Jilia, tenemos una misión que cumplir y en tanto lo hagamos sólo somos compañeras de armas.
- Tienes razón.- Admitió ésta a desgana, liberando a su pareja del abrazo con el que había ceñido su cintura -. ¡Menuda lata!- .Añadió con mejor gesto -.
- Yo también estoy deseando volver a casa a gastarnos algo de la paga extra que nos darán por esta misión - .Sonrió su interlocutora con mayor desenfado -.


Su compañera asintió con una fugaz sonrisa, aunque no dijo nada. Hubo entonces un silencio que amenazaba con resultar incómodo hasta que Menra propuso con más animación.

- Hablemos de nosotras y del resto. ¿Cómo te encuentras tú?.
- Estoy muy bien, de verdad. - Afirmó la mayor Renar que reconoció ahora con voz queda y más profunda -. Tenía esos malos recuerdos clavados en el fondo de mi alma y no me atrevía a desenterrarlos, ahora sé que puedo afrontarlos sin necesidad de una venda. Gracias a eso me siento con mucha más fuerza que antes para cumplir con mi obligación, sé que debo mucho a personas como tú o el general Rant y no os voy a decepcionar, ni a vosotros ni a mi mundo.


Menra asintió con orgullo y simpatía y confesó a su vez.


- Yo siento algo muy parecido. ¿Sabes?. Para mí siempre fue una obsesión cumplir bien con mi trabajo, llegar hasta donde estoy, desde que era muy niña he estado condicionada por el recuerdo de las hazañas de mi bisabuela, pero ahora sé que valgo mucho por mí misma. Y debo darle las gracias al general Rant, gracias a él, sobre todo he creído completamente en mí.
- Le debemos mucho a ese presumido Señor del Kail. Todavía recuerdo las ganas que tenía de estrangularle cuando luchamos, igual que antes contigo - .Sonrió Jilia pero con un trasfondo de sincero aprecio y agradecimiento tras sus aparentemente burlonas palabras a las que añadió, en voz mucho más queda y suave -.Quizás fuera él el primero en volverme a hacer revivir mis traumas. Pero también me ha devuelto el autentico respeto por mí y por lo que hago. Incluso ese mago tan altanero ha tratado de ayudarnos.
- Lo principal es que ambos están de nuestro lado. El maestro de Esil, haciéndonos ver nuestras debilidades y dándonos la posibilidad de vencerlas y el general que nos ha brindado amistad y confianza en nosotras mismas a través de la suya, Jilia - .Convino Delaier sentenciando -.Tenemos una gran deuda con él. Y aunque suene a traición o algo parecido, antes arriesgaría mi vida por proteger al general Rant que a nuestro príncipe.
- ¡Si te oyera decir eso no sé si se iba a emocionar o a enfadar!. Quizás ambas cosas..- Exclamó Jilia, riéndose de su propio comentario, aunque enseguida agregó con más seriedad y decisión -.Pero estoy de acuerdo contigo. Si el general Rant o cualquiera de sus seres queridos se encontrasen en peligro, te juro que acudiré en su ayuda, aun a riesgo de mi vida y les ayudaré siempre que pueda y en lo que haga falta, sin importarme el cómo y el cuándo deba ser.


Menra asintió con entusiasmo y entonces en un súbito impulso cogió una mano de su compañera y le propuso.

- Suscribamos las dos ese juramento al modo tradicional.
- Cómo él lo haría - .Convino Jilia con respeto en su voz -.

Y sacando un pequeño cuchillo de su bota, del que aun no se había desprendido, la mayor Renar se hizo un leve corte en su muñeca izquierda. La sangre brotó enseguida corriendo por su antebrazo en tanto ella pasaba el cuchillo a su pareja que repitió la operación en su muñeca derecha. Ambas las unieron y así, con su sangre, sellaron ese juramentado pacto, rematándolo con un apretón de sus manos.


- Así queda jurado por la sangre de Yumlaiance.- Declaró solemnemente Jilia -.
- Nuestra palabra obliga y no hay vuelta atrás - .Secundó Menra con la misma ceremonia, aderezada por una entusiasta sonrisa -.


Y las dos chicas, tras ocuparse de curar sus heridas, se fueron a descansar. Yener y Dilain hicieron lo propio después de conversar durante un rato más con su alteza y el ministro. Ya quedaba menos, pronto llegarían a la frontera y comenzaría el verdadero viaje. Y todos estaban realmente deseosos y a la vez inquietos por lo que se encontrarían en Nephraler.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)