domingo, 6 de marzo de 2011

UNC 74

20/.Capitulo 74.Planes sobre el terreno


Una vez en el puente de mando de la nave, Peter procedió a realizar las presentaciones.


- Larus, Nerel, este es Melrom Mac, Dowell .Conoce a Murdock y puede llevarnos hasta él.
- ¡Oiga amigo!, yo no les he dicho eso. Tan sólo puedo dirigirles hacia donde creo que debería estar- matizó el tipo con bastante énfasis -.
- Con eso será más que suficiente,- terció Yener - .No creo que sepa que vamos tras él, y sobre todo no imaginará el porqué.
- Entonces pongámonos en marcha cuanto antes- propuso pragmáticamente Nerel -.
- Si- .Convino Larus inquiriéndole a su amigo y superior -.¿Qué rumbo debemos poner?.
- Alboray II- .Respondió lacónicamente Yener -.
- Ese sistema está muy lejos de aquí- objetó Nerel -.Espero que este tipo diga la verdad.
- La dice, no te preocupes- le tranquilizó el general yumlaincer que añadió en tono de velada amenaza -.Y seguirá cooperando por la cuenta que le tiene.


El prisionero asintió con rapidez, ¡cualquiera hacía enfadar a ese loco de Yumlaiance!, pensaba .Larus entre tanto ordenaba al navegante poner rumbo hacia ese sistema, tardarían algunos días en llegar pero todos deseaban que mereciese la pena y poder estar tras la pista correcta. Si habían llevado a la niña a algún planeta a través de redes de contrabando o tráfico ilegal, Murdock a buen seguro que estaría al corriente de ello.


En Yumlaiance las cosas seguían tranquilas aunque los cambios habían empezado en el planeta .Los primeros nephralers con permiso de estancia habían llegado ya, cumpliendo así uno de los puntos del acuerdo conseguido tras las conversaciones .Al principio no eran muchos y estaban bien vigilados además de contar con el recelo de la población autóctona. No obstante, éste se había atenuado bastante gracias a una orquestada y amplia campaña de publicidad del gobierno pidiendo la integración de sus nuevos amigos planetarios. Realmente los nephralers que llegaban eran personas normales, quizás de tez más pálida en virtud de la menor luminosidad de su atmósfera, y con los ojos algo más grandes para compensar precisamente eso. Y estas características no sólo no infundían temor a los yumlaincers sino que además les resultaban atractivas. Sobre todo en el caso de los hombres quienes se fijaron enseguida en la belleza tan extraña que tenías las mujeres de ese mundo. Incluso llegó a proponerse una tímida moda de maquillarse según esa estética, idea secundada por parte de la juventud, deseosa siempre de probar novedades. Y realmente los chicos y las chicas estaban muy sugerentes de ese modo, aunque no tanto como los propios nephralers. El mismo Erel pudo constatarlo al ver alguna que otra ciudadana de ese planeta por Dumlans capital cuando salía para atender alguno de sus negocios, aunque a él eso no le preocupaba demasiado .Terminadas las obligaciones volvería a casa de su hermano y su cuñada para continuar cuidando de su sobrina .A esas horas debía ser Calina la que se ocupase de ella y esperaba el relevo pues también debía acudir a su puesto de maga. Por su parte tanto Jilia como Menra se encontraban en sus respectivos destinos cumpliendo con su deber. Pues ambas querían pese a todo mantenerse en sus puestos, pese a haber podido dejarlo merced a los permisos especiales que tenían. De todas maneras consiguieron adaptar sus horarios para complementarse e incluso pasar un tiempo juntas. En realidad fueron los cuatro los que se habían estructurado de tal modo que pudieran relevarse y reunirse a la noche. Aunque la que mayores problemas tendría para acudir era Jilia. Acababan de movilizarla con parte de su brigada para realizar unas maniobras, estas se realizarían en Tibinco y no deseaba faltar. Podría estar fuera durante unos tres de días al menos antes de regresar. Con ese panorama habrían de organizarse entre tres, al menos por el momento .Así las cosas, Erel regresó a casa a tiempo de saludar a Calina que le esperaba acunando a la pequeña.


- Hola. ¿Cómo se ha portado?.- Quiso saber él -.
- Muy bien, es una niña muy buena, ¿verdad que sí?- le susurró ella cariñosamente a la pequeña -.Ya ha comido y ha hecho las demás cosas, así que por ahora no te dará guerra.- Aseguró Calina dejándola en el parquecito -.
- No te preocupes- sonrió Erel -.Anda, vete a tu sede tranquila.


La muchacha asintió, ella tampoco quería dejar por completo de lado sus obligaciones ni sus estudios, no le llevó mucho el cambiar su ropa informal de falda corta y una especie de suéter por la túnica azul celeste de Esil. Cuando estuvo lista salió de su habitación y se despidió de Erel y de Samra a la que dio un besito en la frente. Así pues el chico se quedó al cargo de su sobrina....


Las cosas estaban también muy tranquilas en Nephraler. Por lo menos en cuanto a las apariencias. Lord Carnalsk informó a su majestad de lo que la comandante Yashira Draker le había dicho. El rey quedó pensativo mirando alrededor de su salón del trono y declaró con serenidad pero rezumando al tiempo su regia autoridad...


- Es muy importante que esa niña aparezca y le sea devuelta a Oumeya sin daño ninguno. Por otro lado, espero que la otra fase del plan se haya comenzado.
- Si mi señor- asintió Carnalsk -.Todo se está llevando a cabo según lo previsto .Nuestros primeros inmigrantes han llegado a Yumlaiance. Al igual que muchos de sus turistas han alcanzado nuestro mundo.
- No necesito recordarte Carnalsk que el trato que les dispensemos debe ser exquisito- apuntó el rey -.
- Así será majestad- convino el noble nephraler con absoluta convicción -.No os quepa ninguna duda de ello.
- Bien, siendo así puedes retirarte - le autorizó el monarca -.


Carnalsk hizo una gran reverencia y se marchó del salón del trono. El rey Karng III se quedó a solas al parecer en actitud reflexiva. Entonces sorprendentemente habló, al parecer para nadie en particular, como si se dirigiera a sí mismo en forma retórica.


- La etapa final está a punto de iniciarse.


Pero tras su palabras un resplandor verdoso se manifestó en el centro del salón .De él surgió una figura cubierta por un negro sayal .Este no le dejaba ver el rostro. Respondió al rey con una voz gutural y ronca.


- Ahora debes llevar a cabo la última parte, puesto que las profecías finales están prontas a ser reveladas.
- Ya me has hablado antes de eso .¿Cuáles son esas profecías?.
- Llevan ocultas en el Monasterio de los Monjes de Somer desde hace muchos siglos. Fueron hechas por el mismísimo Dios Kail. En ellas se dan las claves del resurgimiento final de Yumlaiance, debemos impedir que se cumplan.
- Difícil tarea si desconocemos de que se trata - objetó el soberano - .De momento he llevado a cabo todo lo que me has aconsejado. Pero no comprendo como puede esta armonía entre ambos mundos impedir que Yumlaiance se engrandezca, lo veo más bien al contrario .Les hemos dado tranquilidad y paz. Con ello su pueblo ganará.
-¡Con ello su pueblo perderá! – rebatió enérgicamente aquel extraño ser que le explicó -.Nosotros no debemos ser los directos causantes de su decadencia .Esa labor les corresponde a ellos mismos .Presumen de ser una raza virtuosa, pero en realidad tienen debilidades y sentimientos negativos como cualquier otro pueblo. Puede que más, y la gran desventaja de que se niegan a reconocerlos. Ni tienen tampoco las armas y la dureza debida para combatirlos.


El soberano asintió, declarando con voz serena pero tiznada de un toque de incredulidad.

- Confío en tus designios, voz de Aradanchil, al igual que hicieran mis ancestros, pero largos siglos llevas anunciando nuestra hora y nunca hemos podido cobrarnos venganza antes.
- Porque siempre se hicieron mal las cosas.- Restalló la réplica de su ahora molesto interlocutor -.Tus antepasados eran poco dados a la sutileza y a la maquinación .Con sus acciones directas y su guerra fría, lo único que lograron fue aunar a todos los yumlaincers y demás planetas aliados contra un enemigo común. Pero ya no existe tal enemigo. Ahora podremos ver lo que ocurre con esas débiles sociedades, cuando se pierden las metas más elevadas y unificadoras que las sostienen.


Y con el eco de estas últimas palabras aun resonando en la cámara, aquella figura desapareció dejando al rey Karng III en estado meditabundo.


En la nave Yumlaincer se había puesto rumbo hacia el planeta Alboray II. Viajaba a toda velocidad a través de los pasillos sub espaciales, aun así el viaje duraría por espacio de unos días .En ese tiempo aprovecharían para entrenarse un poco y trazar un plan de actuación. Melrom les contó también que la zona no era demasiado proclive precisamente para los oficiales de la Confederación ni de otros mundos. Aunque los muchachos ya contaban con ello, irían disfrazados como vulgares maleantes para no levantar sospechas .Finalmente llegaron a los aledaños del planeta. La nave militar de Yumlaiance permanecería oculta con un dispositivo de camuflaje y ellos viajarían en otra de menores dimensiones que habían traído. Era un antiguo modelo civil de viaje interplanetario, ideal para no llamar la atención. Subieron a bordo para realizar la última etapa del viaje. No les fue difícil descender por la atmósfera del planeta ya que allí no existían torres de control ni astropuertos organizados .Al posarse tampoco levantaron demasiadas sospechas, eran una nave más, dispuesta a abastecerse o vender cualquier tipo de mercancía robada. Y sin abrir todavía la portezuela de desembarco, el grupo celebró un pequeño conciliábulo.


- Antes de salir dos cosas - explicó Yener tomando la palabra - .Lo primero no llamar la atención. Aquí cuando más callado se esté, mejor.
-¡Vale, eso ya nos lo imaginábamos! - respondió jocosamente Larus, con un gesto ligeramente burlón en su semblante, con lo que trataba de descargar la tensión entre todos, cosa que consiguió, pues los demás al menos sonrieron con su comentario -.
- No lo digo por nosotros- le matizó condescendientemente Yener, que, dirigiendo la mirada hacia Melrom, le advirtió, en esta ocasión, con tono de pocos amigos - .Si tratas de jugárnosla de cualquier manera me enteraré, y si eso sucede vete rezando lo que sepas.
- Vale, vale - trató de apaciguarle el maleante -.No soy idiota, sé de lo que eres capaz amigo.
- Entonces ya podemos salir - declaró Nerel que añadió casi como el que no quiere la cosa - .La pregunta es .¿A dónde nos dirigimos?.
- Melrom, tú debes conocer los lugares más frecuentados por aquí.- Intervino Peter -.
- Si, - admitió este -. Uno de los principales es el “Sapo Rabioso”. Una posada cercana al astropuerto donde suelen realizarse todo tipo de operaciones de intercambio, llamémoslas así.- Se apresuró a matizar a pesar de que, en ese momento, a nadie le importaba un bledo ese tipo de cuestiones -.
- Pues vamos hacia allí entonces- terció Yener -.


Ya de acuerdo, el grupo salió de su nave para encontrarse en una llana extensión arenosa que cubría una pista de cemento en bastante mal estado. Parecía claro que no debía de existir mucha preocupación por las obras de infraestructura en ese mundo .Caminando sin apresurarse entre el polvoriento astropuerto llegaron a los lindes de las primeras edificaciones .Melrom les indicó que tomasen una desviación hacia la derecha por donde se alargaba un camino encajonado entre barracas que hacían como tiendas de las más variopintas cosas, seguramente robadas la mayor parte de ellas .Sin hacer demasiado caso a estos locales comerciales de dudosísima honradez avanzaron hasta encontrarse casi de bruces con un gran caserón de madera y ladrillo que se adornaba con un grueso cartelón que dejaba leer en neones su nombre .”El Sapo Rabioso”.


- Ya estamos aquí- sentenció Nerel agregando con su habitual sarcasmo -.¿Entramos?.
- Imagino que si queremos pasar no queda otro remedio- repuso el maleante de forma irónica -.


Los cinco se metieron cruzando la puerta que estaba entreabierta dejando escapar un constante murmullo de conversaciones. Tal y como les explicara Melrom, aquello más que una posada o una taberna parecía un centro de intercambio .Grupos y grupitos de las razas más variadas se congregaban ofreciendo y demandando toda clase de artículos. El maleante les explicó.


- La mayoría son los dueños de esas tiendas-barracas que hemos visto al venir .Compran mercancía robada a buen precio y la revenden ganándose cuantiosos beneficios.
- No sé - objetó Peter -.Este sitio no me parece con la suficiente clase como para que Murdock venga a negociar.
-¿Veo que conoces a Murdock, eh?,- sonrió Melrom añadiendo con aprobación, cosa hasta ese momento inédita en él - .Por lo menos le has investigado algo...
- Le conozco - admitió Peter que por su parte desveló -.Y si hemos venido hasta aquí no ha sido para cogerle.
-¿Entonces?.- Inquirió el reo con perplejidad y visible interés -.
- Quiero que me ayude a encontrar a alguien muy importante - le contó Peter -.


Su interlocutor se quedó aun más sorprendido pudiendo decir:

-¿Y por qué no me lo dijisteis antes?.
-¿Te lo habrías creído?.- Le inquirió a su vez Yener con tono de cansina desconfianza -.
- Ni loco- confesó Melrom con una sonrisa -.
- Pues ahora créetelo- terció Peter casi ordenándoselo para sentenciar -. La vida de esa persona depende de que localicemos a Murdock cuanto antes.

El maleante asintió, cómo si quisiera dar a entender que tomaba esas palabras como artículo de fe y declaró.

- Muy bien, si no me equivoco, aquí hay alguien que nos podrá informar .Se llamado Nid el Ciego, y está en la trastienda de todo este lío. Seguidme, trataré de que nos reciba.


Los otros cuatro aceptaron aquella indicación yendo tras el maleante que atajó a través de un largo pasillo que cruzaba aquel local un poco al margen del bullicio general. Cuando llegó al final del mismo, le salieron al paso dos fornidos seres de apariencia humanoide, tono rosáceo y cuatro brazos .Uno de ellos le espetó.

-¿Qué buscas aquí?.
- A Nid el Ciego, es amigo mío - respondió tranquilamente Melrom -.
- Nid no tiene amigos - .Aseveró cortantemente el otro -.
-¿Ni siquiera amigos del alma?- sonrió el contrabandista añadiendo con otro tinte de voz más enfática -.Nid no olvida a sus compañeros de juegos.
- Muy bien - convino uno de los guardianes al entender esa frase a modo de contraseña -. Pasa, pero tus amigos se quedan fuera .Nid sólo recibe a uno o como mucho a dos de vosotros.


Yener le hizo una señal a Melrom que añadió con rapidez de ideas.

- Éste es mi mejor amigo, y quiero que Nid le conozca, seguro que se llevarán muy bien.
- Conforme si tiene asuntos que tratar- afirmó el otro centinela -.Los demás esperad a que salgan.


Ni Peter ni los demás parecían muy conformes con eso, pero Yener les indicó con un lento asentimiento que eso era lo mejor. Así pues entró junto con el contrabandista. Al hacerlo sintió que había instalada una especie de trampa, una flecha automática que se disparaba nada más abrir la puerta pero no se inmutó. Esta efectivamente salió zumbando junto a ellos pero lo suficientemente alta como para no alcanzarles y se clavó justo en la pared opuesta.


-¡Joder!- exclamó el sobresaltado maleante recriminando con auténtica indignación -,Nid, ¿es que no ves que soy tu viejo amigo? .¿A qué ha venido eso?.


La respuesta no tardó en llegar. Surgiendo de un recoveco de la penumbrosa habitación en la que ahora se encontraban, un hombre de baja estatura, cabellos grises y desordenados con los ojos cubiertos de gafas negras le dijo en tanto se acercaba a ellos tanteando con un bastón de madera.


- Se quien eres tú, pero desconozco quien viene contigo. Debo tomar precauciones .Podría ser uno de esos seres telépatas o que usan guerra psicológica. O quizás un policía de la confederación adiestrado.
- Y tú podrías estar muerto - replicó Yener haciendo uso de un acento patibulario que imitaba perfectamente los modismos locales merced a sus disciplinas del Kail -.No me gustan esas sorpresas, viejo.


El tipo se rió, pareció hacerle gracia aquella respuesta, en tanto que Melrom añadió tratando de ser conciliador.

- Es nuevo por estos parajes y no te conoce Nid. Pero es un tipo importante en el sistema del que viene.
-¿Y qué quiere de mí un personaje tan importante?.- Inquirió el anciano en tanto subía la intensidad luminosa de la estancia para sus dos huéspedes, añadiendo con un tono de indiferencia que no coincidía con el sentido de sus palabras - .Disculpad la luz, pero como ya habéis podido observar a mí no me hace mucha falta .Y prefiero que esté así, es una desventaja para cualquier que fíe en sus ojos.
- Escucha - le explicó Melrom obviando toda aquella retahíla que ya conocía de sobra -.Este tipo es un traficante importante de armas y tiene un plan gordo a la vista, pero carece de un buen suministrador. Le conocí por casualidad en la cárcel de Oumeya. Nos pusieron en celdas conjuntas. Como está forrado el tipo pagó su fianza sin problemas e incluso también la mía. Ya que le hablé de Murdock.
- Mal hecho - le amonestó el Ciego que agregó de forma perspicaz -.¿Y si fuera un espía de la confederación? .Esto podría ser un montaje para cogernos a todos.
-¿Te crees que soy imbécil?.- Se rió el malhechor- .Llevo muchos años en este mundo y sé distinguir a los polis .Y te aseguro que éste no lo es.
- Vale, vale- le apaciguó el Ciego añadiendo con tono más profesional y reflexivo -.Entonces, hablemos de negocios. Yo os puedo decir por donde para Murdock, pero no será gratis, este oficio tiene muchos riesgos y se necesita una compensación.
-¿Cuál es tu precio?.- Le preguntó a quemarropa Yener -.
- Unos cien mil Créditos de Oumeya- respondió éste sin inmutarse -.
- Comprenderás que no llevo tanto dinero encima - replicó Yener con total calma y naturalidad, incluso aparentando que aquella petición le hacía gracia -.
- Lo comprendo perfectamente- sonrió más jovialmente el anciano mostrando unos pocos dientes supervivientes entre un caos de encías despobladas -.Te daré un día completo de este mundo para reunirlo.
- No será problema- afirmó su interlocutor convencido de ello -.
- En ese caso, nos veremos aquí, mañana a esta misma hora.- Le contestó el ciego dándose la vuelta para zanjar así la entrevista -.


Melrom le indicó a su acompañante que debían salir de allí. Éste asintió y ambos abrieron la puerta para reunirse con sus compañeros que les esperaban fuera con gesto impaciente .Nada más verles y sin explicar nada, Yener le preguntó al recluso.

-¿Dónde hay algún casino o casa de juego?.


Las miradas sorprendidas de todos recayeron en él, entonces fue cuando el yumlaincer explicó a sus amigos la conversación que habían mantenido con aquel pintoresco personaje y les aclaró.


- No tenemos tanto dinero, así que habrá que ganarlo deprisa. Estimo que, con unos cuantos garitos que reventemos será más que suficiente.
- Si, claro- sonrió incrédulamente Melrom -.¡Así de fácil tío! .Mejor llegamos y les pedimos un donativo a cada uno.
-¡Guárdate tus opiniones y llévanos a todos los antros de juego que conozcas!.- Le conminó Yener con brusquedad -.
- Vale, tú mandas- convino el tipo encogiéndose de hombros -.
- Ya te entiendo- sonrió Nerel que añadió, incluso con algo de regocijo -.¿Pero eso no estaba prohibido por tu orden?.
- Mi orden al igual que la de Esil, prohibe aprovecharte de tus disciplinas y capacidades para lucro propio. Y en este caso no hay tal,- le matizó Yener -.
- Gracias Yener- intervino Peter con una cara que expresaba su tremendo reconocimiento -.Sé que pese a todo, tú no eres de los que gustan de aprovecharte de una ventaja como esa.
- Siempre hay prioridades amigo - le respondió este -.El juego limpio a veces debe dar paso a otras cosas mucho más importantes, y además, no creo que vayamos a jugar contra caballeros precisamente.
- Ese es el problema- terció Melrom- .Si es que podéis hacerlo realmente. A muchos no les hará gracia si ganáis. La deportividad y el saber perder no están muy de moda por aquí.
- Se los pondremos de moda nosotros - .Afirmó Yener con total seguridad -.
-¡No lo dudes!- se rió Larus- .Mi amigo es un tipo muy especial.
- Ya me di cuenta- asintió el maleante ante la divertida mirada de todos -.



Y sin más Melrom les guió hacia el salón de Svalrt. El principal centro de apuestas y juegos de azar del planeta .En Yumlaiance mientras tanto, las cosas se desarrollaban de un modo menos arriesgado, por lo menos en la casa de Yener y Gina. Erel estaba durmiendo a su sobrina cuando sonó el videófono .Dejándola en el parque se levantó a contestar descubriendo a Menra.

- Pasa- le indicó desde el micrófono -.


La comandante no se lo hizo repetir, entró enseguida portando un par de bolsas, vestía de uniforme. Estaba recién llegada de su puesto, aunque había tenido tiempo de pasarse antes por el mercado central para comprar algunas cosas. Incluida una muñeca para la niña.


-¡Vaya! , es un bonito detalle. A Samra seguro que le va a encantar - sonrió Erel al verla -.
- Bueno, la vi y pensé en que podría gustarle a la niña - sonrió también Menra con un cierto rubor en las mejillas -.
- Déjame que te ayude- se ofreció él cogiéndole una de las bolsas, la que parecía estar más repleta -.Dejaremos esto en la cocina y así podrás cambiarte.
- Si gracias, necesito una ducha- repuso ella agradecida para interesarse de inmediato -.¿Qué tal la niña?.
- Bien, se ha dormido ahora mismo- le informó Erel -.
- Pues voy a ducharme y enseguida estoy, he traído cosas para la cena.- Le dijo según se alejaba -.


Erel asintió, aunque apenas había prestado atención a esas palabras, sólo tenía activos sus ojos para seguir con ellos la trayectoria de Menra. En cuanto la muchacha desapareció de su vista suspiró diciéndose en voz baja.


- Más vale que te calmes. No estamos aquí para esa razón.


Y estuvo sentado durante unos minutos contemplando el sueño tranquilo de la pequeña Samra, eso le servía como antídoto al apasionamiento que amenazaba con hacer presa en él. Pero una vez que volvió Menra la cosa se hizo aun más insostenible. La chica reapareció con uno de esos vestidos escotados y ajustados de material plástico-cueriforme rojo que tanto gustaba de llevar cuando no realizaba el servicio y además ahora mostraba sus largas y espléndidas piernas liberadas de sus pantalones y botas reglamentarias. Con el pelo aún más suelto y recién lavado, incluso lo agitó para acabar de secarlo en un gesto probablemente involuntario, que ejercía un efecto encandilador como pocos sobre el instinto de su acompañante.


- Espera a ver lo que tengo- le dijo ella con un halo de misteriosa coquetería -.Seguro que te va a gustar.
- Seguro- se dijo Erel nuevamente en voz baja, sin poder apartar la vista de la chica -.
-¿Mi hermana volverá tarde?.- Inquirió ella desde la cocina -.
- No lo sé- pudo responder Erel que mantenía una titánica pugna por inhibirse de aquellas sensaciones -.
- Seguro que hoy tenía servicio en su legación, quizás ni venga a dormir- le respondió Menra que añadió en lo que parecía una voz resignada -.Y Jilia sigue de maniobras. En fin...


Aunque aquello se parecía más una incitación que otra cosa .El chico quiso concentrarse en el pretendido fastidio de Menra por la ausencia de Jilia, pero algo en él le decía que eso no cuadraba .¿Por qué demonios tenía que recordarle a él lo solos que estaban? .Levantándose con inquietud del sofá Erel se encaminó lentamente a la cocina. Su nerviosismo le estaba agarrando de pleno cuando pudo decir casi entre balbuceos.


- Pu, ¿puedo ayudarte en algo?.
- Si, pon la mesa por favor. Y déjame sola en la cocina - .Dijo ella de un modo algo brusco.


Hubo entonces una embarazosa pausa, aquella petición sonaba quizás fuera de lugar en el contexto que parecía estar surgiendo entre ambos, aunque la chica se ocupó de arreglarlo enseguida al matizar con una voz mucho más desenfadada.

- Es un sorpresa y no quiero que la veas hasta que esté lista.


Erel asintió hasta aliviado .Se encaminó a poner los platos, puso tres, dejando la amenazadora posibilidad de que Calina regresase en cualquier momento y aguardó, no sin impaciencia, a que Menra terminase .Ésta no se hizo esperar mucho .Surgió con un delantal que atenuaba un poco su magnífico aspecto y portando una gran cazoleta tapada .La depositó en la mesa y se libró de aquel mantelete recuperando su esplendor completo a la vez que anunciaba complacida.


- Ya está la cena,- y dicho esto destapó ,Erel miró por inercia llevándose una sorpresa -..
- Radtu en salsa, ¡es mi plato favorito! - sonrió sorprendido para inquirir -..¿Cómo lo has adivinado?.
- A veces he charlado con tu cuñada Gina de ti y del resto de la familia y me ha contado esas cosas. Tus comidas favoritas ,las del general y... bueno, ya sabes...- Pero Erel no sabía y desde luego ella no quiso aclararle más, de todos modos él tampoco iba a solicitárselo y se contentó con decir lleno de entusiasmo -.
- Te lo agradezco, ha sido un detalle.-


Erel se acomodó en su sitio, dejándose servir un plato por la muchacha que hizo otro tanto con ella misma .Cenaron tranquilamente y parecía que las cosas se iban calmando. La atmósfera ya no amenazaba tanta tormenta, pero con el tiempo nunca se sabe, lo que parece despejado un momento antes, puede cubrirse de inquietantes nubes al instante siguiente y según terminaron Menra comentó.


- Desde que estoy aquí, no sé, me siento diferente. Cuidar de una niña tan pequeña. Bueno, creo es como si se me hubiera despertado el instinto maternal .Y pienso que a Jilia le ha ocurrido igual, claro que ella nunca lo admitiría.
-¿Estáis muy unidas Jilia y tú verdad?.- Inquirió Erel casi con pesar -.
- Somos amigas ,somos amantes y esas cosas - respondió ella sin darle aparentemente mucha importancia aunque si la concedió a sus siguientes palabras, declarado con voz queda, incluso confidencial - .Y la quiero mucho...bueno ,podría decirse que estamos muy unidas si. Aunque a veces no coincidamos en según que cosas.
- Todos tenemos divergencias. De un modo u otro- señaló Erel que debía esforzarse para ocultar su sorpresa y su excitación al escuchar eso. Es como si de alguna forma, ella le estuviera dando una entrada que él no hubiera podido encontrar solo - .


Menra se limitó a asentir, levantándose con un par de platos en dirección a la cocina .Erel la imitó en el acto, ambos fueron hacia allí .Ella abrió el lavavajillas y se agachó marcando sus mejores encantos femeninos para depositarlos en el contenedor de lavado, Erel se acercó presto para hacer lo mismo y cuando él dejó los suyos y Menra se levantó tras hacer lo propio sus cuerpos entraron inevitablemente en contacto. Aquello fue la chispa que desencadenó el incendio. El muchacho, incapaz ya de controlarse, la tomó de los hombros y la hizo girar para darle un beso pasional. Estaba arrepintiéndose de ello incluso mientras lo hacía, pensando que en el instante siguiente, ella le rechazaría indignada, pero para su sorpresa, no sucedió nada de eso. Menra se abrazaba también a él prolongando aquella situación. Incluso ayudándole a que ambos se acercasen a la despejada mesa de la cocina, ella se dejó caer con él encima. Erel comenzó a besarla por el cuello y descendió lentamente hacia los pechos, Menra gemía besándole a su vez en la oreja y la mejilla y esperando a que él levantase la cabeza para unir nuevamente sus labios .Lo habían hecho cuando pudieron escuchar a lo lejos el llanto de Samra. Aquello fue como escuchar la alarma que te hace despertar bruscamente rompiendo un sueño. Erel se incorporó raudo dejando que ella hiciera lo mismo de modo más lento.


-¡No, no puede ser, maldita sea! - escupió él que por un instante parecía enfadado por aquella interrupción, aunque de modo inmediato afirmó con tono cargado de auto reproche -.No he debido hacerlo.
- He tenido tanta culpa como tú- le consoló Menra recomponiéndose el vestido con suavidad -.Yo también lo deseaba y ni siquiera pensé...
- Voy con Samra- repuso él sin querer continuar aquella conversación que tanto les incomodaba -.


Se llegó con la pequeña que seguía con su inocente lloro, ajena del todo a esa tormenta de sentimientos y pasiones que había logrado cortar. Erel la acunó hasta dejarla nuevamente dormida y Menra entró en el salón despacio como si de esa manera evitase despertar a la niña.


-¿Quieres que hablemos?,- le ofreció ella con gesto preocupado, sobreponiéndose a lo embarazoso del momento -.
- No sé que podríamos decir- contestó Erel sintiéndose aun mal consigo mismo, pero admitiendo con sinceridad -.Me gustas mucho Menra .Y esto tenía que ocurrir tarde o temprano, quizás no sea buena idea que estemos los dos en la misma casa.
- A mí me ha pasado lo mismo que a ti .Ya te lo he dicho- insistió ella con idéntico tono de culpabilidad -.Sé que no está bien, y no es que tenga la misma responsabilidad que tú, ¡tengo mucha más! .Soy yo la que ha traicionado la confianza de mi pareja.


Erel la observó fijamente y aquello pareció hacer que Menra fuera aun más sincera.


- Me atraes mucho sexualmente - le confesó ella al fin - .Lo mismo que yo a ti. No nos engañemos .Y si Jilia fuera de otra forma más....- tardó en buscar la palabra adecuada hasta que finalmente pudo hacerlo para declarar con una media sonrisa de circunstancias -...Liberal. Incluso le propondría que formáramos un trío, pero ella no puede estar con un hombre, no así. De niña tuvo unas experiencias terribles.- Y se detuvo en seco, dándose cuenta de que casi estaba a punto de revelar ese tema tan personal -.


Suspirando largamente Erel se levantó recorriendo la habitación, parecía costarle trabajo hablar, era como si con ese andar de un lado a otro pudiera reunir energía y convencimiento hasta poder responder:


- Será mejor que olvidemos esto, como si no hubiera pasado nada, por el bien de todos. No quiero ser responsable de problemas entre vosotras.
- Si- asintió Ella complemente de acuerdo cuando aseveró -.Por mí no ha ocurrido nada.
- Es tarde, creo que me iré a la cama- declaró lacónicamente él -


Menra asintió despacio y con pesar, viéndole alejarse cabizbajo. ¡Ojala que las cosas fueran de otro modo! .A ella también le atraía muchísimo, pero también le gustaba Jilia y debía elegir entre los dos. Ya no era una muchacha alocada que podía jugar con varios amantes al mero disfrute sexual. Era una mujer adulta que estaba empeñada en una relación estable que ella misma había deseado y que seguía queriendo. Si las circunstancias hubieran sido otras o en cualquier otro tiempo, años atrás... mejor sería aparcar el tema. Y tratando de no pensar más en ello se marchó a dormir.


Horas después Calina llegó a casa. No había tenido necesidad de quedarse a pernoctar en su delegación .Entró sin hacer ruido tocando la clave de acceso y cerró despacio de la misma manera .Con la iluminación atenuada se dirigió a su cuarto aunque antes dio una furtiva mirada al de su hermana. Menra dormía y tenía a su lado el parque de la niña. Sonrió, su hermana parecía otra con ese aire maternal que la rodeaba. Decidió dejar a la pequeña por esa noche al cuidado de ésta .Ella estaba muy cansada y necesitaría dormir de un tirón hasta el día siguiente. ¡Qué tonta había sido!, y sobre todo que mal pensada. Se decía a sí misma con rubor. Casi imaginó que entre Erel y su hermana podría haber existido una relación, que si llegaba tarde los iba a encontrar en la cama o algo así .¡Bah!, menos mal que ellos no sabían que pudo pensar de ese modo. Ahora se sentía ridícula .Se encogió de hombros y sin más se dispuso a dormir.

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