Calina aun estaba extrañada por esas actitudes que habían mantenido su hermana y Erel en el desayuno, aunque presentía que ahí se escondía algo enojoso para ambos, seguramente sería mejor no decir nada ni darse por enterada de cualquier cosa de la que se tratara. Ya habían pasado unos cuantos sexdanes y su hermana se había ido hacía tan solo un par de ellos, dejando dormir a su pareja que estaba agotada. Menra le encargó a Calina que, cuando Jilia se despertara, la informase de que tenía que acudir a su base para resolver algunos papeleos pendientes.
Lo cierto es que la comandante Delaier quería tomarse algún rato lejos de todos para pensar y aclarar sus propias ideas. Se sentía confusa y sobre todo, culpable al revivir el incidente de la noche anterior. Quería estar lista mentalmente para ver a Jilia, el recibimiento que le había dispensado era en una gran parte producto del amor que le profesaba pero también había servido para tratar de sacudirse el complejo de culpabilidad. Su conciencia no podía dejar de martillearla con una repetitiva cantinela, “has engañado a tu pareja,”. Aunque otra parte de la muchacha se defendía rebatiendo “no le hice, “ pero a su vez, era refutada por su parte fiscal con un “estuviste a punto de hacerlo y lo deseabas, de no ser por Samra lo habrías hecho”. Y claro, Menra llegaba al inevitable punto de preguntarse si su relación con Jilia era lo suficientemente fuerte como para pasar este tipo de pruebas, y aunque en esta ocasión si lo hubiese conseguido, si Erel y ella seguían bajo el mismo techo y tenían más oportunidades, ¡sólo los dioses sabrían que podría suceder!. Samra no iba a llorar siempre de modo tan oportuno. Aunque por otro lado, trataba de decirse a sí misma con fuerza que ya estaba prevenida del peligro y que anoche aun no lo había calibrado. No volvería a dejarse sorprender. Pero precisamente ahí estaba la clave, el mayor problema de Menra era ella misma. ¿Sería lo bastante fuerte?. ¡Podría permanecer callada y dejar a un lado esos temores, para evitar que su pareja se enterase!, ¡si lo hiciera sería terrible!. Jilia había prometido no ser tan celosa y desde luego que lo estaba cumpliendo, aunque en muchas ocasiones le fuera muy difícil mantenerse fiel a su palabra. Menra lo sabía y por ello la amaba más aun. También tenía en mente las revelaciones que su amiga y amante hizo cuando fueron sometidas a aquella prueba, antes de su viaje a Nephraler, el infierno por el que Jilia pasó y su desesperado deseo de encontrar amor y sobre todo, ser capaz de darlo. Todo eso pesaba mucho sobre la conciencia de la comandante y necesitaba digerirlo a solas.
Desde luego Calina no fue puesta al tanto de todo eso aunque no ignoraba que su hermana y Erel estaban preocupados por algo y que, seguramente era cuestión que atañería a ambos. A pesar de ser joven e inexperta la maga no era tonta y podía darse cuenta de las miradas de los dos. A Erel no le conocía demasiado bien, pero a su hermana Menra sí y veía claramente que ésta precisaba unos sexdanes de intimidad, de modo que hizo lo que le pidió. Aprovechando que Erel había salido también para ocuparse de uno de sus negocios y de que debía permanecer al cuidado de Samra, haría también compañía a Jilia cuando se despertara. Y ahí estaba la maga. Sentada en el sofá del salón, meditaba sobre el motivo de la inquietud de su hermana. No obstante, dejó enseguida de pensar en ello cuando escuchó la voz de Jilia que ya se había despertado.
-¡Qué a gusto he dormido! - declaró ésta con entusiasmo, sentándose junto a Calina en tanto se estiraba levantando los brazos aun con su pijama puesto - .Ya tenía ganas de probar la cama después de tres días en el suelo.
- Eso de las maniobras debe ser un fastidio- sonrió Calina para darle un poco de cancha -.
- Si, y que lo digas - aseveró Jilia que parecía estar de un excelente humor aquella mañana- .A propósito y tú hermana?.- Quiso saber con interés - .No la he visto en nuestra habitación ni en el baño.
- Si, se levantó hace un rato y desayunó conmigo, acaba de marcharse para solucionar unas cosas de esas vuestras, de papeleos - contestó la muchacha justificando así a su hermana mayor -.
- ¿Ya estamos con los cambios de asignaciones? .¡Qué lata!- se lamentó Jilia suponiendo que de eso o algo parecido se trataba, y no era extraño, puesto que a ella misma le había sucedido en alguna ocasión que, aun estando libre de servicio había sido requerida para que diera su opinión a fin de evaluar un posible traslado de algún subordinado o que incluso le atañese a ella misma. De modo que suspiró resignada en tanto decía - .Ahora que soy yo la que tiene permiso.
Calina asentía casi mecánicamente a las palabras de su interlocutora, mejor que ella misma se diera una explicación tan convincente que, desde luego, ella no podría ni esbozar. Y por fortuna no tuvo que añadir nada más sobre el tema, en ese instante ambas escucharon los lloros de la pequeña Samra. Fue Jilia la que, olvidándose ya de ese otro asunto, se acercó primero al parquecito de la niña puesto que estaba más próxima a ella.
-¡Hola chiquitaja! - le sonrió preguntando con voz melosa y jovial - .¿Qué te pasa?.
- No creo que te lo vaya a decir - repuso Calina acercándose a su vez y cogiendo a la cría en brazos -. Es la hora del desayuno - añadió dirigiéndose a Jilia para pedirle - .¿Podrías calentar la leche y traerla luego con la papilla?.
- Si claro - asintió la mayor Renar, divertida con la circunstancia de darle de comer a la pequeña -.
Para alguien tan acostumbrada a la rudeza de los comandos y a las tácticas de supervivencia era algo fuera de lo normal tener que actuar de un modo tan delicado. Jilia no podía dejar de sentirse fascinada cuando miraba a la pequeña Samra, y sobre todo cuando en ocasiones, la cogía en sus brazos; era un tipo de relación del todo nueva para ella. Hasta entonces sólo había conocido la dura vida militar, o la pasión junto a Menra, que claro, a veces tenía su lado más afectivo, pero era una comunicación de igual a igual, entre dos personas adultas y autosuficientes en cierta medida. Pero con Samra era totalmente distinto, era cuidar a una personita por completo dependiente e indefensa que sólo podía mirar a la propia Jilia con esos grandes ojos llenos de curiosidad y a veces, sonreír con esas muecas tan graciosas que adoptaba en su carita. La mayor Renar no podía evitar sonreír con ternura cuando la niña hacía algo como eso y percibía en ella una nueva sensación. Samra era algo tan frágil y al tiempo valioso que Jilia deseaba protegerla a toda costa, no ya sólo por ser la hija del general, ahora además, le había cogido cariño a la mocosa como solía llamarla afectuosamente tratando de mostrarse más profesional y dura de cara a los demás. No obstante, cada vez que se aproximaba a la niña, se veía dominada por una especie de sentimiento muy especial que la desbordaba. Podría ser algo parecido al instinto maternal, o más bien, ese deseo inconsciente suyo de proteger y cuidar a los más débiles para que no pasaran por la amarga experiencia que ella misma sufrió desde su niñez. No estaba segura y no llegaba a admitírselo abiertamente. Y mucho menos hacerlo de cara a Menra y los otros. A fin de cuentas a ella no se le daban demasiado bien esas cosas, no como por ejemplo a Calina, pero tenía ganas de probar, aunque sólo fuera por una vez.
Así que, sin tardar demasiado, hizo lo encomendado regresando con la comida de Samra que ya estaba instalada en su sillita.
-¿Me dejas dársela a mí?- le pidió con prevención Jilia a su compañera de cuidados infantiles -.
- Claro - concedió Calina de un modo totalmente desenfadado -.
Renar empuñó la cuchara con decisión llenándola de papilla y ofreciéndosela a la niña. Ésta parecía estar poco atenta y movía su cabecita de un lado para otro a la vez que jugaba con un ratón de goma de chillón color amarillo.
-A ver- le dijo Jilia tratando de llamar su atención con un tono de atípica lógica - .¿No tenías hambre?. Pues aquí está el desayuno...
Finalmente logró que la pequeña le hiciera caso pero no por ese motivo, al parecer a Samra le interesó el largo y oscuro pelo de la mayor y procedió a agarrarle uno de los mechones con total naturalidad y poca delicadeza.
-¡Ay! ,¡no me tires del pelo, enana! - le pidió Jilia quejándose sorprendida de aquel agarrón tan inesperado como doloroso -.
Ahora era Calina la que presenciaba divertida toda aquella escena. Pese a que la mayor Renar se afanaba lo mejor que podía, parecía que el entrenamiento de comandos del ejército no bastaba para darle de comer a una niña de dos años .Claro que esa situación no podía resolverse con una llave de defensa personal ni un buen golpe .Pero quizás sí con la sorpresa .Así que en cuanto Jilia logró soltarse el pelo discurrió algo diferente.
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- Muy bien - aplaudió Calina -.
- Lo conseguí - sonrió Jilia, bastante satisfecha consigo misma -.
- Pues todavía te quedan unas cuantas que darle - le recordó la hermana de su pareja casi con regocijo - .Y no me las pienso perder. – Aseguró sentándose a horcajadas en una silla próxima a la niña -.
Jilia contempló el plato que aun permanecía lleno casi hasta rebosar, suspiró largamente y llenando otra cucharada de papilla se arengó.
-¡Qué remedio, vamos allá!...
Entregados a otros menesteres menos lúdicos, los del grupo que encabezaban Peter Yener y Murdock, se dirigían hacia la gran hacienda del traficante Sousa. Durante muchos sexdanes no pasaron más que por terrenos secos y baldíos hasta que comenzaron a verse las huellas de los primeros aprovechamientos ganaderos y de secano. Algo más tarde, la superficie se iba haciendo más verde hasta estar dedicada a los cultivos de regadío que se extendían a lo largo y ancho de unas enormes parcelas valladas con eléctro verjas .La nave del grupo descendió, pues según les explicara Murdock, en la hacienda existían defensas antiaéreas capaces de destruir a cualquiera que se aventurase por allí sin identificarse. Así que aterrizaron ante la entrada de la enorme finca y se dirigieron hacia las puertas custodiadas por un nutrido grupo de guardas armados con fusiles láser.
-¿Quiénes vienen?- les inquirió hoscamente uno de aquellos centinelas de raza extraterrestre que imponía bastante al sobrepasar ampliamente los dos metros de estatura y poseer dos enormes y musculosos brazos que casi le llegaban hasta el suelo, amén de lucir una notable coloración verdosa por todo el cuerpo -.
- Hola Rumakord - le saludó Murdock con tono entre distendido y acostumbrado, sin parecer en absoluto intimidado por aquel amenazador aspecto -.
-¡Señor Murdock!,- exclamó el alíen con un tinte mucho más amistoso que en su declaración anterior- .Es un placer volver a verle, mi patrón se alegrará pero debo preguntarle quienes son sus compañeros. Es por seguridad, ya me comprende.- Remachó casi como si estuviera disculpándose por ello -.
- Claro que sí,- asintió el contrabandista que le explicó -.Estos señores son gentes muy importantes y están aquí para pedirle un pequeño favor a tu jefe. Favor del cual éste podrá sacar muchos beneficios. Así que no tardes y corre a informarle. Entre nosotros, te lo agradecerá bastante. Ya me ocuparé yo de que lo haga.
El guardia asintió dejando a todo el grupo a la espera en la verja y se dirigió raudo a llamar por intercomunicador .La respuesta no se hizo esperar. Llegó acompañado de otro hombre, de treinta y pocos años, que lucía un largo pelo color rojizo que le llegaba casi hasta los hombros recogido en una trenza, gafas oscuras y una especie de traje de algo similar al lino en color blanco. Aquella apariencia le hacía aparecer del todo inexpresivo, como un androide, pero su semblante pronto se ablandó con una sonrisa al llegarse junto al grupo que encabezaba el contrabandista.
-¡Vaya Murdock!, me alegro de verte de nuevo - le saludó también indicando al guardián que abriera la verja -.
-¿Cómo estás Sampitier?.- Sonrió éste haciendo un gesto de barrido con su brazo derecho que afectaba a sus compañeros a la vez que les presentaba -. .A Melrom ya le conoces los demás son todos amigos míos, cada uno de ellos alto cargo militar de sus respectivos mundos.
El tal Sampitier se quedó observando a todos ellos hasta fijar su vista en uno en particular.
-¿Es usted el general Yener Rant de Yumlaiance?.- Inquirió con sorpresa -.
- Depende de para quién, podría serlo o no - fue la diplomática respuesta de Yener teñida en un tono enigmático -.
- Puedes fiarte de estos - intervino Murdock que pasó a confirmárselo a aquel tipo rompiendo esa especie de ambigüedad - .Si, lo es. Ya te he dicho que eran altos cargos militares.
- Pasen de inmediato por favor - les rogó solícitamente el individuo dejando atónitos a todos, incluido Murdock que no esperaba tal cosa, al menos siendo por causa de otro que no fuera él -
Siguieron a ese tipo hasta cruzar sucesivamente varios recintos custodiados por guardias que dejaban atrás diversas parcelas de cultivo, todas ellas dedicadas a verduras, hortalizas y similares.
- Es asombrosa la vigilancia que tienen estos cultivos, de seguro que no tendrán ningún ladrón que se los coma- comentó Peter de modo irónico a los restantes miembros de su grupo -.
- Si, demasiada vigilancia para unas coliflores espaciales, pepinillos, tomates y demás- convino Nerel visiblemente intrigado por eso, como cualquier miembro de inteligencia que se preciase -
- No busquéis otras cosas - sonrió Murdock captando aquellas palabras y agregando con cierto regocijo -.Por raro que os resulte aquí valen su peso en oro.
- Así es - afirmó también Sampitier -.Es el mejor negocio que puede tenerse en estas tierras.
- Pero estas verduras y demás son caras de cultivar por lo que veo .¿Usan ustedes abono natural quizás?,- declaró Larus percibiendo un inconfundible olor -.
- Si, así es - le confirmó aquel hombre según continuaban la marcha - .Aquí es todo muy natural y lo hacemos con la mayor fidelidad a las técnicas más tradicionales .Por supuesto con la última tecnología.
- Vaya, ¿cómo es que entiendes tanto de cultivos, Larus?,- le inquirió Yener -.
- Mi abuelo paterno tenía huertas y de pequeño me enseñó algunas cosas - le replicó éste que añadió de forma que demostraba aun más sus conocimientos - .Con ver esto me he dado cuenta de que los rendimientos por demarcación de dor,(al oír esta palabra tanto Peter como ese hombre parecieron confusos y fue Nerel el que les tradujo) –
- Es una medida de extensión yumlaincer, equivalente a casi tres de sus hectáreas.
Y Larus asintió, tratando de completar su observación.
- Si bueno, me refiero a que aun siendo intensivos no son los mismos que con un abonado más industrial, pero precisamente por ello la calidad será muy superior.
- Y no se equivoca - sonrió Sampitier visiblemente satisfecho con ese comentario -.Nuestros clientes son las familias adineradas que desean los mejores productos en sus mesas. Es verdad, vendemos caro para amortizar nuestras inversiones pero merece la pena. En este mundo y en algunos de los alrededores, hay gentes que se lo pueden permitir. Semanalmente salen varias naves cargadas con muchos de nuestros productos, la mayor parte frescos, a varios lugares del planeta.
A modo de muestra su guía se desvió unos momentos del camino marcado para mostrarles que también existían cuantiosos cultivos bajo plexiglás.
-¿Lo ven? .Aquí cultivamos todo tipo de frutas de temporada, tenemos todo el año .Son muchísimas hectáreas.
- Éste sitio es enorme - declaró objetivamente Nerel - .Para vigilarlo harán falta muchísimos hombres.
- No crea, tenemos bastantes cámaras y sensores diseminados por la plantación entera además de patrullas que viajan en deslizadores. Con una veintena nos basta .Pero les estoy distrayendo, por favor, síganme.- Les pidió nuevamente con mucha cortesía -.
Todos continuaron la marcha hasta que llegaron a los alrededores de una gran casa. Estaba cómo no protegida tras otra reja y custodiada con una guarnición de por lo menos ocho hombres. El centinela al mando, un rechoncho tipo de tono azulado y cabeza de pera, se acercó para pedir la contraseña pero enseguida desistió de hacerlo al ver llegar a Sampitier. Éste le ordenó abrir la puerta cosa que hizo de inmediato. Sin detenerse más cruzaron alrededor de la casa sin entrar para acceder a la parte posterior donde se ubicaba una gran piscina y flotando sobre una colchoneta en pleno centro de ella, parecía encontrarse el motivo de su visita. Fue Murdock quién una vez más tomó la palabra para saludar a su particular modo socarrón.
-¡Cómo vives Sousa!. ¿Has visto cómo tenía razón yo sinvergüenza?.
El hombre al escuchar esto, dejó de adoptar la posición de relax en la que estaba apresurándose a acercar su colchoneta a un borde en tanto respondía con jovialidad.
-¡Murdock, canalla! .Ya era hora de que te dejaras ver por aquí .Dime ¿Qué te trae?.
- Pues comerme una de tus famosas ensaladas y de paso que nos des información a mí y a mis amigos. Venimos buscando una nave - le respondió el contrabandista sentándose sin mucha ceremonia en una de las sillas que se diseminaban por toda la playa de la piscina -.
- Siéntense por favor- les pidió Sousa a todos los demás, saliendo de la piscina, ahora podía apreciarse su tez morena, pelo corto y negro, baja estatura y aspecto bien formado, con cierta barriga algo peluda y los ojos color café con los que miraba a sus visitantes - .Ahora mismo les traerán algo de beber, si son ustedes amigos de Murdock son amigos míos.
Todos agradecieron la invitación aceptándola de inmediato y al punto varias bellas mujeres, algunas con marcados rasgos extraterrestres, hicieron de improvisadas camareras repartiendo bebidas decoradas con las típicas sombrillitas levitadoras y brillantes.
-¡Cómo te cuidas!- .Sonrió el contrabandista de forma jocosa -.
Souza asintió divertido y orgulloso de las asombradas caras que aquellos extranjeros habían puesto al ver todo el vergel lleno de lujos que había logrado levantar en ese desierto. Pero como hombre eminentemente práctico que era, se dirigió a Murdock queriendo saber con tranquila afabilidad.
- Pues tú dirás.
- Le he contado algo a Sampitier, y él ha reconocido ya a uno de mis amigos, tu segundo es un tipo listo.- Afirmó el contrabandista -.
- Si, lo es, por eso precisamente es mi segundo - sonrió el terrateniente- y dime Sampitier- le inquirió Sousa - .¿De quién se trata?.
-¡Es Yener Rant, general de Yumlaiance y Maestro del Kail!.- Repuso su lugarteniente con patente admiración -.
En la cara del hacendado se dibujó la sorpresa más absoluta .No tardó en poder decir con admirativa exclamación.
-¡Soy un gran fan suyo señor ¡.Hasta aquí nos han llegado las noticias de todas sus hazañas y particularmente de su gran intervención en la Gran Guerra contra los Androides .Fue usted uno de los compañeros de Murdock y se corrió la voz de su habilidad entre los muchos mercenarios y maleantes que le vieron en acción. Además, tengo un mensaje para usted.
-¿Un mensaje?,- repitió Yener sorprendido -.
- Si es de esos tipos llamados nep, nep. ¡No me sale su nombre!, ¡es algo difícil de pronunciar- Rechinó contrariado entre dientes -.
- Nephralers - le ayudó Yener de modo rápido -.
- Si, eso es - asintió el aliviado terrateniente que añadió -.Su jefe un tipo que es Lor o algo así, un pez gordo. Me envió información para usted, está en un idioma que no entiendo, ni yo ni ninguno de mis ayudantes .Esperamos, que usted si pueda descifrarla.
-¿No se tratará de un tal Lord Carnalsk?.- Inquirió Larus con bastante agudeza, pues de inmediato obtuvo la confirmación de Sousa -.
- Si señor, ese es. Al principio no sabía que podría querer de mí un tipo tan importante pero mi política es estar a bien con todos los dirigentes de cualquier mundo, son potenciales clientes. - Sonrió mientras justificaba con satisfacción su buen modo de proceder -.
-¿Cómo se habrá enterado de que íbamos a venir aquí?.- Se preguntó Peter en voz alta -.
- Posiblemente con espías - repuso Nerel- .Supongo que este sitio será muy conocido en los planetas cercanos.
- Te aseguro que sí- convino Murdock para subrayar - y a poco que investiguen sabrán que yo y Marcel nos llevamos bien.
- O quizás lo haya averiguado con sus poderes mágicos- conjeturó Yener que asintió con aprobación dirigiéndose entonces a Sousa -.Hace usted bien en ser tan diplomático .Por mi parte, hablaré a mi flota de la calidad de sus productos, de seguro les interesará tener un buen sitio donde abastecerse cuando hagan travesías espaciales de larga duración por estos parajes.
-¿Lo haría usted de veras?,- exclamó el tipo que no cabía en sí de gozo- .¡Sería formidable! , ¡les haré un buen precio!.
- No tema usted por ello, si nos ayuda a encontrar lo que buscamos será largamente recompensado, aunque eso sí de modo extraoficial, aparte claro está de ciertas concesiones en el abastecimiento de naves yumlaincers.
- Y de Nataclia - añadió Nerel, haciendo que a ese tipo se le salieran aun más los ojos de las órbitas a la vista de tan fabuloso negocio -.
- E incluso las de Oumeya - rubricó Peter que lo hizo con algo menos de firmeza cuando declaró -.Quizás a escala algo menor que las de mis amigos. Puesto que no tenemos tantas naves.
- No sé si podría cubrir tanta demanda pero ya me las arreglaría - sonrió ampliamente Sousa encantado con aquella prometedora perspectiva que se le ofrecía -.
- Bueno Marcel, antes de que los ojos te hagan chiribitas contando los créditos que ganarás ¿podrías dejarnos ver ese mensaje?,- le pidió Murdock visiblemente divertido con la cara que ponía su amigo -.
-¡Claro camarada!, siempre has sido bien recibido y desde ahora lo serás mucho más .Si me traes empresas como estas. ¡Cuenta con una parte!- .Se apresuró a ofrecerle Souza -.
- No lo hago por dinero - le comentó el contrabandista con un tono más serio del suyo habitual, máxime cuando sentenció de forma suave -.Estos son en verdad mis amigos Marcel
Aquello dejó perplejo al hacendado que enseguida pasó a contestar también de un modo más controlado.
- Ahora mismo Sampitier traerá la holograbación en un visor portátil.
Su segundo no tardó en hacer lo indicado, con una pantalla portátil de una especie de terminal informática en brazos se acercó hasta una mesa y la depositó sobre esta. Encendiendo de inmediato el aparato todos pudieron ver la figura de Carnalsk apareciendo en un plano medio y declarando en idioma de la Cuádruple Alianza.
- Celebro que este mensaje llegue hasta usted general. Hemos averiguado el paradero de su sobrina. Se encuentra en una comarca llamada Atris, en el planeta en donde se haya usted ahora. Le deseamos suerte y le comunicamos que una de nuestras naves se dirige hacia allí para prestarles ayuda .Llegará quizás justo cuando estén ustedes escuchando este mensaje. Corto.
Sin más la imagen desapareció, Yener, Larus y Nerel les tradujeron a Peter, Murdock y los demás aquellas palabras y Sousa no pudo por menos que decir ahora con el semblante serio.
- Atris, esa comarca es de lo más inhóspito que hay en este mundo. Allí sólo viven bestias salvajes y ladrones. No les recomiendo ir por allí solos.
- Pues debemos ir hasta allí - declaró sombríamente Peter -.Alguien raptó a mi hija y ella estará prisionera en esa comarca.
-¿Es muy grande Atris?,- quiso saber Nerel -.
- Cubre una extensión de muchísimas hectáreas cuadradas- le contó Sampitier- .Es casi mil veces mayor que nuestra plantación.
- Adivina entonces donde estará la niña - susurró Larus a su pareja, a fin de que Peter no le oyese -.
- Estamos acotando el margen de búsqueda - declaró Nerel para tranquilizar a Larus y de paso para animar a Peter y los demás - .Ahora es tan sólo una parte de un planeta .Antes era adivinar el mundo en el que estuviera.
- Nos ayudaría que nos comentases cuantas naves han podido ir hacia allí últimamente- le preguntó Murdock a su amigo Souza - .En realidad veníamos a verte por eso.
- Si- asintió Marcel conviniendo en ello con la mirada puesta en su lugarteniente - .Sampitier os lo dirá.
Éste consultó su banco de datos con todas las detecciones hechas por sus radares de vigilancia y al cabo de unos instantes respondió.
- Por aquí han pasado unas quince. Claro que no podemos determinar cuales iban hacia Atris .Sólo si compruebo las marcas de señal que dejaron en el radar y establezco así el tipo de nave que era, podré preguntar a la base de la que suelen salir alquiladas por su destino.
-¿Tardará mucho en hacer eso?,- quiso saber Peter con gran impaciencia -.
- Hasta la cena por lo menos - repuso Sampitier esbozando el cálculo mental que hacía en su normalmente adusto rostro -.
- Pues ponte con ello de inmediato - le ordenó Sousa añadiendo en dirección a los demás con mayor jovialidad -.Ustedes mientras tanto, tengan la amabilidad de aceptar mi invitación para cenar.
- Estaremos encantados, muchas gracias - declaró Yener erigiéndose en portavoz con la aprobación de sus compañeros -.
Y mientras el grupo se preparaba para cenar y descubrir el paradero de los raptores la comandante Draker y Seilín viajaban rumbo al planeta y en concreto a la misma comarca que interesaba a Peter y los demás. Yashira recibió una comunicación de su superior Lord Carnalsk confirmándole su destino y avisándola de que allí encontraría de seguro al general Rant y a los demás miembros del grupo de rescate. Seilín, una vez puesta al corriente de ello por su colega nephraler, sonrió. Sus fuentes una vez más no estaban equivocadas y contaba con rescatar a esa pequeña muy pronto.
Esa misma esperanza permanecía con la familia Larans. Kyra sentía que su marido se estaba acercando cada vez más a su hija y deseaba con todo el corazón volver a abrazarla. Aunque tenía un cierto sentimiento de prevención .No lograba matizarlo bien, con la tensión de todos esos días de angustia sus percepciones habían perdido claridad pero sabía que los chicos deberían andarse con cuidado. Su cuñada Gina también estaba rezando por el feliz retorno de todos con su sobrina Rachel pero asimismo ardía en deseos de volver a estar con su hija. Kyra y los padres de Gina lo entendían y le dijeron que se volviera a Yumlaiance pues por el momento nada más podría hacer en Oumeya. La muchacha aceptó una vez segura de ese extremo y se embarcó de regreso. De eso hacían ya unos diez días y estaba llegando a Yumlaiance sin poder evitar su impaciencia por abrazar a Samra. Llegó por fin a su casa y se encontró con la habitual calma que la rodeaba .De seguro que Calina y Erel habrían estado vigilantes y cuidando de la pequeña a las mil maravillas. Gina ya tenía ganas de abrazarles a todos y dedicarse por entero a su hija.
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