5./Capitulo 86.Las Últimas Profecías.
El anciano Vástago del Kail Azor Ligero salió después de mucho tiempo de su Monasterio. Era algo que debía hacer, sabía que su antiguo discípulo estaba muy ocupado como para comparecer a una llamada. Gavilán Veloz lo habría hecho pero quizás lo que el anciano quería era verle rodeado de su familia, de la esposa e hijos del muchacho a quién había querido como a un hijo y también porque sentía que sus fuerzas se agotaban y que, pese a no ser demasiado viejo para los cánones yumlaincers ni de la Alianza, su fin no estaba lejano. Pudiera ser que en sus arduos estudios para alcanzar la sabiduría hubiera exigido demasiado de su ya envejecido cuerpo y también de su alma, pero ahora no había tiempo para pensar en eso. Salió del monasterio y le pidió a uno de los monjes que le llevase en deslizador hasta la estación de Somer, de ésta cogió un enlace para Dumlans y desde allí tomó otro deslizador hacia la casa de los Rant. Llegó de tarde cuando el sol todavía estaba bastante alto en el horizonte y guiado por sus percepciones del Kail no tardó en identificar la casa sin tener que recurrir a consultar la dirección. Al anciano le gustaba orientarse así, como siempre se había hecho .Con pasos cortos y pausados entró en el perímetro del gran jardín que rodeaba ese chalet unifamiliar y anduvo por las losetas que le acercaban a la puerta topándose con una cría de no más de seis años que miraba sus ropajes de gala del Kail entre divertida y curiosa.
-¡Hola! - le saludó entusiásticamente la pequeña que no era otra que Samra -.
- Hola pequeña- le sonrió Azor Ligero inquiriéndola con simpatía - .¿Eres tú Samra Rant?.
La niña asintió, era fácil percibir sus sensaciones, tenía curiosidad de él pero no miedo aunque sus padres le advirtieran que no debía fiarse de desconocidos .No obstante la niña confiaba en Azor Ligero al verle ataviado con ese verde jubón y éste lo sabía, sonrió más ampliamente para preguntarle.
-¿Sabes quien soy yo?.
- Eres un señor del Kail como mi papi - contestó la pequeña que era bastante aguda e inteligente para sus aun no cumplidos seis años - .¿Sabes?, tengo un dibujo de mi papá vestido como tú, ¿quieres que te lo enseñe?- le preguntó ella con gran entusiasmo -.
- Claro, seguro que es muy bonito.- Afirmó Azor Ligero -.
- Ven,- le pidió la niña visiblemente complacida -.Siéntate conmigo, antes te voy a enseñar un juego...
Azor Ligero siguió dócilmente a la pequeña hasta unas escalinatas que precedían a la puerta. El anciano Vástago se sentó en una de ellas y esperó a que la cría sacase una especie de peonza multicolor que guardaba en un bolsillo de su falda y le explicase.
- Mira, tienes que girar la peonza así para que salgan muchos colores.
La niña procedió con su demostración haciendo bailar aquel objeto que irradiaba tonalidades variables que pasaban del azul, al verde al amarillo y al rojo, según su velocidad de giro.
- A mí me gusta mucho el color verde- proclamó la pequeña -.Por eso la giro poco rápido.
- El color verde es el color de nuestro monasterio - le contó Azor Ligero -.
- Ya lo sé - asintió la pequeña que instó al monje -.¡Venga, ahora te toca a ti!.
Ante el asombro de Samra, aquel señor no sólo cogió la peonza y la hizo bailar, además la mantuvo flotando en el aire.
-¡Hala!. ¿Cómo lo haces?- le inquirió la pequeña con gesto atónito y la boca abierta -.
-¿Quieres probar tú? - le ofreció cordialmente Azor Ligero dándole el juguete -.
Samra asintió con entusiasmo y bailó nuevamente aquella peonza, el monje se encargó de hacerla levitar con sus técnicas mentales y eso hizo que la cría aplaudiera visiblemente contenta.
-¡ A mí también me sale!. ¡Voy a llamar a mi papá para que lo vea! .Espérate aquí ¿eh?.
Azor Ligero sonrió en tanto asentía con la cabeza lentamente, era algo muy refrescante compartir por unos momentos la inocencia de aquella niña. Todos sus sentidos le decían que eso era algo intrínsecamente bueno y que no podría encontrar mayor pureza ni entre los propios muros del Monasterio .Sentía además algo especial en aquella pequeña. Sería quizás por ser hija de su discípulo más aventajado .Pensando en esto esperó pacientemente la llegada de Gavilán Veloz.
Éste se encontraba sentado en el salón pensando aun en las palabras del mago Dilain cuando vio entrar a la carrera a su hija que exclamó llegándose hacia él.
-¡Papi, papi!, un señor mayor muy simpático pregunta por ti.
Yener se quedó pensativo durante unos instantes ¿quién podría ser? .Pero enseguida reconoció el aura de la persona en cuestión, no obstante su hija se lo confirmó con sus siguientes palabras.
- Es un Señor del Kail como tú y lleva traje verde.
-¿No me digas?,- le sonrió a su hija cogiéndola por la cintura y subiéndosela a caballo a sobre los hombros- .¡Pues vamos para allá!.
-¡Sabe hacer bailar mi peonza de colores en el aire y me ha enseñado a mí! - le contó Samra con admiración -
- Así que eso hace ¿eh?- se rió Yener -.
Y salió a la puerta de casa para descubrir a su mentor allí sentado y observándole acercarse hasta él con gesto afable y sereno, como en él era habitual.
- Maestro, por favor levántese y pase, no se quede ahí- le ofreció Yener -.
- Tu hija me indicó que te aguardase aquí y eso he hecho- sonrió el anciano -.
-¿Puedes bailar otra vez mi peonza?,- le pidió la cría deseosa de que su padre lo viera -.
- Luego Samra - terció pacientemente su padre -.Este señor es el maestro de papá y habrá venido a cosas más importantes que bailar tu peonza.
Pero para sorpresa de Yener el anciano se sonrió nuevamente y rebatió con mucha simpatía, guiñándole un ojo a la sonriente niña.
- Puede ser Gavilán, pero ahora mismo no se me ocurre ninguna. Dime, ¿conoces tú algo más importante que la felicidad de tu hija?.
Yener se quedó sorprendido de aquella respuesta pero pronto esbozó una amplia sonrisa y negó con la cabeza. Entre tanto, su maestro hacía bailar aquel objeto que irradiaba una sucesión de interminables colores suspendido en el aire.
-¡Qué bonito!- aplaudió Samra -.¿A que sí papi?.
- Si cariño, es precioso - convino Yener dejando a su hija de nuevo en el suelo para decirle con tono cariñoso -.Ahora vete a jugar con tu peonza mientras hablo con mi maestro ¿vale?.
En ese preciso instante, Gina que se había ausentado para recoger al pequeño Join de la guardería, volvía con él bajando del deslizador .Yener se apercibió de esto y añadió dirigiéndose a su hija.
- Ve a contárselo a mamá.
La pequeña que estaba recelosa de irse corrió en cambio rauda al ver a su madre llamándola a voz en grito con su peonza en la mano mientras Azor Ligero le comentaba a su discípulo.
- De todas las cosas que has obtenido en la vida Gavilán, tu familia es la mejor de todas, cuídala siempre bien.
- Si maestro, tienes razón como siempre. Y dime - le inquirió Yener ahora con una expresión de mayor interés -.¿A qué debemos tu visita? .Desde luego nos honras con ella y nos sentimos muy felices. Mi esposa siempre quiso conocerte un poco más .Pero no es propio de ti y eso me preocupa.- Añadió el chico con un ligero tono de inquietud que su maestro sin embargo detectó de inmediato respondiéndole -.
- Joven Gavilán, a ti no te puedo engañar .He venido por algo que debes conocer. Como ya sabes, en estos años me he dedicado a profundizar en los conocimientos del MagKail, eso me ha hecho dominar la novena disciplina.
-¡Enhorabuena maestro .O mejor dicho, Archimaestro del Kail. Ahora debes ser el monje de más alto rango!.- Comentó Yener con patente admiración -.
- Si, pero eso no es ya importante - repuso Azor Ligero quitándole hierro para agregar después con más seriedad -.El verdadero motivo de mi visita....
El anciano no pudo concluir esa frase puesto que Gina se acercó a ellos flanqueada por los niños.
- Maestro, es un placer tenerle aquí - saludó ella con una sonrisa -.Ya era hora de que le hiciera caso a Yener y viniera a visitarnos.
- Me alegra mucho haber venido y poder conocer a vuestros hijos - respondió cortésmente Azor Ligero haciendo a Gina una ligera inclinación de cabeza.-
- Desde luego, ¡cómo eres Yener! - le reprochó su esposa con visible buen humor -.¿Cómo se te ocurre tener a tu maestro en la puerta de casa sin invitarle a pasar, ni ofrecerle nada?.
El chico pareció desconcertado y trató de replicar…
- Pero si acabo de decirle que entrase Gina, lo que sucede es que no nos ha dado tiempo.
- Pase usted y póngase cómodo por favor- le pidió ella pasando por alto las explicaciones de su esposo, lo cierto es que Gina se divertía mucho viendo a su marido así de azorado -.¿Quiere tomar alguna cosa?. – Añadió muy solícitamente dirigiéndose a su invitado -.
- No gracias.- Sonrió Azor Ligero que comentó al parecer divertido - he visto a poca gente controlar así a un señor del Kail.
- Y no ha visto nada aun - repuso Gina con una maliciosa sonrisita -.
- ¡Vamos mujer!, no me hagas quedar mal delante de mi maestro - le pidió Yener con exagerado tono de súplica -.
Los tres se rieron de aquello, el anciano menos marcadamente que los dos muchachos aunque pese a ello Gina comentó.
- He podido conocerle muy poco y verle en contadas ocasiones y nunca tan,...como diría- añadió tratando de hacerse entender -.Siempre me le imaginaba a usted como el típico maestro serio de los que no se inmutan por nada .Hierático. No creí que pudiera ser tan…
-¿Humano?- inquirió Azor Ligero recibiendo el asentimiento algo envarado de Gina. No obstante el monje pronto le quitó toda importancia al agregar de forma jovial -.Verá señora Rant ,el hecho de ser un Señor del Kail no implica perder el sentido del humor .Su marido es una buena prueba de ello.
- Por favor, llámeme Gina - le pidió ella más relajada admitiendo también -.Si, desde luego que Yener para eso es un caso aparte .Pero ustedes los Monjes de Somer irradian una especie de aura mística, siempre metidos en sus estudios y sus disciplinas que, no sé, se me hacía raro de imaginar.
- Joven señora - le sonrió Azor Ligero contestando aquellas palabras -.Nada hay mejor en esta vida que ser capaz de sonreír y de vivir con alegría. La seriedad y el misticismo tienen su momento, pero la diversión y el juego también y son igual de importantes.
- Si - añadió Samra llamando la atención de su madre y el resto para proclamar -.¡Y él sabe bailar mi peonza mejor que papá!.
Aquello provocó más risas hasta que Gina cogió a sus hijos de la mano y declaró.
- Supongo que usted querrá hablar con mi marido de cosas de su orden, les dejamos a solas para que estén tranquilos.
- Gracias cariño - repuso Yener que añadió con tono de chanza - .Y ya hablaremos tú y yo sobre eso de dejarme como un tonto.
-¡Cuando quieras tonto! - rió ella alejándose con Samra y con Join -.
Yener se encogió de hombros, en tanto su maestro le contaba ahora de modo más serio:
- He estado estudiando las últimas profecías que se guardan en el Monasterio Gavilán .Gracias a mi recién adquirida disciplina he podido entenderlas.
-¿Las últimas profecías?,- inquirió Yener con sorpresa -.
- Las que nos legó el propio dios Kail - le confirmó Azor Ligero -.No son una leyenda, el propio Kar Alan las recibió y las guardó en el Antiguo Monasterio del Kail. Skarn Dainlin las rescató de sus restos y las depositó en el nuevo, el Monasterio que nosotros conocemos, en la sala secreta. Son las más antiguas pero se refieren a los hechos más futuros.
Yener escuchaba con muchísimo interés, presentía que su maestro había hecho aquel largo viaje para contarle algo que le aclararía muchas cosas .Azor Ligero sabía que su discípulo estaba pensando esto y le dijo:
- La traducción que he podido realizar viene a ser...”El engrandecido y alabado será progresivamente olvidado y denostado .Sus esfuerzos en la patria serán baldíos y deberá ser perdido por su pueblo y su recuerdo venerado para poder devolver a los suyos, la esperanza y la grandeza del pasado.”.
Yener estaba meditabundo sin acertar a entender del todo que significaba aquello. Si el engrandecido era él, como así debía ser, ¿tendría que desaparecer, o quizás morir o algo así para salvar a su pueblo? .Por suerte Azor Ligero le tranquilizó añadiendo.
- No temas, esa era tan sólo la primera estrofa .Y no es literal .Sigue diciendo algo así como que. Deberá empezar por viajar a su pasado, reencontrando a gloriosos aventureros que le irán indicando el camino .Y ahí entra el descubrimiento que hicisteis hace poco.
-¡La Wayard!.- Exclamó Yener atónito, musitando a continuación de modo reflexivo -.Aventureros del pasado gloriosos…
- Eso es - corroboró su maestro - .Pero no acaba ahí...
Antes de poder seguir tuvo un acceso de tos, tosió repetidas veces y Yener le dedicó una mirada preocupada. Su maestro parecía temblar visiblemente ahora:
- Maestro te encuentras bien.- Le inquirió prescindiendo del trato formal, para disculparse de inmediato por su falta de atención en la hospitalidad -. Perdona, ni siquiera te he ofrecido sentarte. Por favor, ponte cómodo. –
Azor Ligero aceptó agradecido, su pupilo le condujo al salón y el anciano tomó asiento en un sillón de los que conformaban el mobiliario de la estancia. Yener se acomodó en otro cercano que se enfrentaba al anterior y añadió.
-¿Quieres algo para la tos?.
- No es necesario, no te inquietes Gavilán, no es nada.- Le tranquilizó su maestro presionándose suavemente un par de puntos en su cuello y pecho, dejando así de toser casi de inmediato.
Yener no estaba muy seguro de eso, pero no quería contrariar a su maestro. Éste dándose cuenta, se apresuró a añadir con una media sonrisa benévola y cordial:
- Debemos seguir con el tema que nos ocupa. Aun no te lo he contado todo. Verás, el texto continua diciendo .El camino del Kail será retomado por el viajero, éste deberá reencontrar lo perdido, la llave del poder de su pueblo, será la esperanza de su resurgimiento, algo de origen divino.
- Eso encaja con mis visiones de hace años
Azor ligero asintió para remachar.
- Y finaliza diciendo -. No hay maestro que pueda mostrar algo nuevo, algo que ya no esté dentro de nosotros…
Aunque para sorpresa del anciano, fue el propio Yener quién, atónito a su vez, completó aquella última estrofa.
- Sólo puede ayudarnos a recordar las cosas que siempre supimos”. Por Kail…esas palabras son las mismas que yo…
Observando la expresión de su pupilo Azor Ligero le inquirió con agudeza.
- Alguien te reveló ya esta profecía, ¿verdad Gavilán?.
Y Yener le contó entonces lo sucedido en la Wayard. Fue como si el rostro del anciano se iluminase durante unos instantes. Parecía haber despejado de forma definitiva alguna duda o inquietud que hubiera albergado durante largos años. En tanto Yener remachaba.
- Todo encaja pues .La espada Somerlaiance ,¡debo recobrarla como sea!.
- Es la única manera de salvar Yumlaiance - convino Azor ligero que afirmó ahora con gravedad - .Nuestro mundo está en decadencia. Los monjes del Kail de ahora no son sino una sombra de lo que fueron. Yo mismo estoy llegando al fin de mis días .Puede que viva algunos años más, pero mis fuerzas están agotadas .Me he centrado en desvelar estos pergaminos mágicos y ya no soy capaz apenas de aplicar las disciplinas que he aprendido. Tú eres el único Monje que puede recobrar nuestra grandeza y salvar Yumlaiance.
Yener guardó un preocupado silencio pero su mentor añadió todavía, con un poso de misterio:
- Y las profecías no terminan ahí. Debes encontrar la ayuda de un mago de Esil, tal y como hiciera Skarn Dainlin. El mago te ayudará desde tu mundo para que tú puedas llevar a cabo tu búsqueda en el otro, mantendrá la paz aquí, o al menos lo intentará hasta que tú regreses, si es que lo consigues.
- Entonces debo marcharme ¿pero a dónde?.- Quiso saber Yener -.
- Por lo que he podido entender joven Gavilán tu destino está en otro mundo, en otro plano de existencia .Allí residen las claves. Allí se encuentra lo que persigues, pero para ello deberás abandonar este mundo y todo lo que en él amas.
-¿Me estás pidiendo que renuncie a mi familia?.- Le inquirió Yener con incredulidad -.
- Yo no te pido nada - repuso suavemente Azor Ligero posando las manos sobre sus hombros, agregando con pesar -.Es tu destino quien lo hace. De todos modo medítalo, puede ser un camino sin retorno y harás daño a tus seres queridos, pero...
- Si - terció Yener concluyendo la frase de su maestro- .Es eso o el futuro de Yumlaiance. No hay nada que pensarse maestro, tan sólo quiero hablar con un mago de Esil que conozco .No sé si sabrás lo que está pasando en nuestro planeta.
Azor Ligero le miró con curiosidad, al parecer el anciano no estaba muy al tanto de las novedades .Yener le contó lo que había sucedido respecto a la autorización para el libre culto a los dioses nephralers en Yumlaiance y el anciano declaró de modo solemne y pesaroso al tiempo:
- Ya ha comenzado la caída Gavilán .La tuya y la de Yumlaiance. Habla con ese mago y cuéntale lo que te he dicho .Fía en él puesto que podrá ayudarte, la alianza entre los magos de Esil y los Señores del Kail es sagrada desde los tiempos de Skarn Dainlin. Incluso desde antes.
- Pero antes de hacer nada tenemos que acudir a presencia del emperador- contestó esperanzádamente Yener -.Quizás podamos convencerle de que revoque este absurdo tratado.
Su maestro no respondió, simplemente le miró y Yener sintió que aquella vez sería la última que se viesen. Por fin, el anciano se despidió con una media sonrisa posando una afectuosa mano sobre la cabeza de su discípulo y declarando del mismo modo, mezclado también con determinación, orgullo y confianza.
- Has sido para mí como un hijo, joven Gavilán. Y como a un hijo te he querido siempre. Ojala no hubieses tenido que ser tú, pasé años asegurándome de ello y lo cierto es que no hay otro. Tu destino es este, naciste para ello. Ahora te toca a ti .Busca a los magos de Esil, ellos sabrán como ayudarte.
Y antes de que Yener pudiera responder Azor Ligero simplemente desapareció. Con el dominio de la novena disciplina del MagKail era capaz de teletransportarse .Pero aquello exigía mucha energía y él la había guardado para marcharse. Yener permaneció sin hacer nada más que mirar en dirección al asiento que había ocupado su maestro .Al poco rato, Gina tocó en la puerta del modo más ceremonial para saber si podía pasar, venía con una bandeja llena de aperitivos y dos bebidas. No obstante al entrar se sorprendió de ver a su marido allí solo.
-¿Dónde está tu Maestro ,Yener?.- Le preguntó extrañada dejando la bandeja sobre una mesa cercana -.
- Se ha ido Gina - pudo musitar él -.
-¿A dónde? .¿Cuándo?.- Quiso saber ella visiblemente desconcertada para oponer -.No le he visto salir ni el ordenador de la casa me ha dicho nada.
Pero al mirar la expresión ausente y reflexiva, con tintes de tristeza en su marido, ella preguntó preocupada.
-¿Ha pasado algo malo?.
- Los dos debemos atender a nuestras obligaciones - fue la única, lacónica y queda respuesta, que recibió -.
Gina sabía que cuando Yener estaba así no podría sacar nada más en claro. A veces su esposo demostraba el porqué era un Maestro del Kail de Somer, sus palabras eran crípticas e incomprensibles para ella. Aquello no le gustaba en absoluto, siempre le inquietaba y daba a entender que algo malo estaba sucediendo o iba a ocurrir. Pero a Gina no le quedaba otro remedio que confiar en él, como siempre. Yener nunca le había fallado. Y esa confianza era lo que él necesitaba, máxime cuando por fin dijo.
- Tengo que ver a Dilain y al gran Maestre Roden Sartas .Hemos de preparar una argumentación común para ir a palacio. Nos jugamos mucho en esto.
- Cariño, seguro que lo solucionaréis.- Le animó su esposa también segura de ello -.Nadie se enfrentará a los Monjes de Somer y los Magos de Esil unidos.
- Hoy día no estoy tan seguro de eso Gina - rebatió él de modo poco optimista y enseguida añadió con más decisión, aunque algo tintado de fatalismo -.Pero nosotros haremos lo que tenemos que hacer. Como desde siempre ha estado marcado.
La muchacha le dio un beso en los labios y se fue para atender una llamada de los niños que, ajenos a todo aquello, estaban haciendo de las suyas en su habitación. Yener, por su parte se levantó para comunicar con Dilain, éste, fruto de no se sabe que extraña percepción, quiso también llamar a Yener y el joven maestro del Kail lo sintió .Así que cuando su pantalla comunicadora de casa se encendió no le sorprendió en absoluto ver la imagen del mago. Y antes de que Dilain pudiera hablar, Yener le dijo.
- Tenemos que vernos cuanto antes, tú, yo y el Gran Maestre Sartas.
- Si- convino su interlocutor -.Estoy convencido de que tienes cosas que contarme y el Gran Maestre también debe informarte de algo a ti.
-¿Cuándo podemos encontrarnos?.- Le preguntó Yener -.
- Ven hacia aquí mañana, todo estará dispuesto - le respondió lacónicamente Dilain, cortando la comunicación -.
Y Yener suspiró, sabía que ese era el comienzo del final o de un nuevo principio, que a él le tocaría luchar e incluso sacrificar su vida por ello. Pero trataría con todas sus fuerzas de ayudar a su mundo sin perder lo que más quería en él. A veces no podía evitar pensar sobre todo aquello de un modo incluso místico. Su propia vida, su destino, aquellas profecías que ahora comprendía que se referían a él. ¡Precisamente a él!. Eso era una terrible carga, un peso enorme que debía llevar, soportar con la mayor dignidad y valor posible, era el peso de su mundo, de sus seres queridos, del futuro de todos ellos. A él le había tocado el papel de héroe como a otros muchos les tocó en el correr de las distintas épocas. Gentes que, seguramente como él mismo, hubieran deseado llevar una vida más ligera de responsabilidad. Reflexionaba sobre ello en bastantes ocasiones desde que experimentase la visión en las ruinas del monasterio, el peso que el propio Skarn Dainlin había depositado sobre él... ahora solo podía mirar al cielo, entre la penumbra de su despacho, la oscuridad creciente de la noche le envolvía con las luces apagadas y parecía estar viajando con su mente a otro lugar mucho más lejano en el tiempo y el espacio. Pensaba en ese mítico monje del Kail, no dudaba ahora que él tuvo que padecer también estas mismas inseguridades y temores, pero afrontó con brillantez la carga que el destino le impuso. Y ahora a él le tocaba hacer lo mismo. Lucharía sí, pelearía con todas sus fuerzas para cumplir con su deber y salvar a su mundo, aunque ¡ojala hubiera sido una persona normal que hubiera vivido libre, con sus hombros ligeros de tamaña responsabilidad!. Así oscilaba él, entre los trazos de la ligereza y la gravedad de su existencia, marcada por aquel devenir indeleble desde hacía ya decenas de siglos. El peso del pasado le lastraba a veces y otras la vida le permitía aligerarse un poco con sus ocupaciones cotidianas, con sus aficiones o el cariño de los suyos .Así había sido siempre, ahora lo veía con claridad. Aunque ya no le quedaba demasiado tiempo para el reposo .De todos modos, como su maestro solía decir, “ocúpate de cada cosa en su momento, y no dejes de lado lo que tengas más cerca de ti, en pos de algo aun lejano”. Lo malo es que esto ya no estaba nada lejano, pero sí que tenía una cosa aun más próxima a él. Así que dejó de lado ese sombrío tema y se marchó con su esposa a la habitación de sus hijos. Quería, cuando menos, pasar el mayor tiempo posible al lado de estos, disfrutando de sus risas y de sus caricias y aunque solamente fuera capaz de hacerlo por unas pocas horas más, incluso por algunos minutos, eso bastaría para llenarle por toda una vida.
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