lunes, 7 de marzo de 2011

UNC 99

18./Capitulo 99.Una nueva despedida.


Calina, Dilain y Halcón Certero tendrían que darse prisa .Tras encomendar lo que allí dejaban en la Hermandad a un grupo de Magos y Señores del Kail de confianza partieron hacia Yum .Lo principal ahora era averiguar el paradero de la comandante Renar .Dilain, merced a sus influencias, no tardó en descubrir que había sido ingresada en un hospital y que, seguramente sería dada de alta en breve .Tendrían que dirigirse hacia allí indicando antes que pospusieran la salida de Jilia hasta su llegada. En eso no hubo problema y el trío logró aparecer a tiempo .Efectivamente, al día siguiente, Jilia fue oficialmente autorizada a abandonar el hospital y cuando se preparaba para salir una enfermera le anunció.


-Tiene usted visita.
- Muchas gracias - repuso de forma jovial, esperando a Menra, la pobre había estado muy preocupada, aunque con las tranquilizadoras noticias del doctor pudo marcharse a descansar y a pedir una moratoria para su reincorporación al permiso aduciendo causa familiar, ésta era una de las ventajas de estar oficialmente unidas -...


Pero en cuanto la enfermera salió dando paso a sus visitantes Jilia se sorprendió. Eran Calina, Dilain, que parecía murmurar algo entre dientes mirándola, y un muchacho que no conocía.

- Hola Jilia - la saludó Calina con un tono no demasiado entusiasta -.
- Me alegra verte Calina - repuso ésta con una débil sonrisa -.Creía que era tu hermana.
-¿Cómo se encuentra comandante?.- Le inquirió Dilain estrechándole la mano con fuerza -.
- Esto sigue su curso - afirmó ella devolviendo el apretón y notando una especie de calor por todo su cuerpo, aunque no lo comentó añadiendo tan sólo -.¿Cree que podrá curarme?.
- Tenemos a alguien que asegura que sí - repuso Calina no sin cierto recelo -.
- Nos espera en la sede de la Hermandad de Esil.- Añadió Dilain -.


A todo esto Halcón Certero permanecía algo apartado hasta que Calina dándose cuenta de ello le presentó. El chico ofreció su mano a Jilia y cuando ésta se la estrechó sintió una fría oleada recorrerle el cuerpo. Sus sentidos del Kail estaban alerta dándole a entender que algo de naturaleza maligna se escondía en aquella muchacha y que estaba a punto de salir a la superficie.


- Quizás no nos quede mucho tiempo comandante, - declaró Dilain haciendo buenas aquellas percepciones -.
- Entonces ¿qué debo hacer?.- Quiso saber Jilia matizando- .Me refiero a que Menra llegará pronto a recogerme.
- Vete con ella y convéncela de que estás perfectamente. Luego acude a nuestra Hermandad en Esil - le indicó Dilain dándole una especie de tarjeta plastificada -.Toma, esta es una autorización de primer nivel, muéstrala y se te abrirán todas las puertas allí.


La comandante Renar asintió despacio y con el semblante concentrado, sus visitantes se marcharon dejándola sola para que recogiera sus cosas. Al poco llegó Menra que lucía una despreocupada sonrisa.


-¡Menos mal, ya estás lista!,- comentó nada más ver a su compañera y obsequiarla con un cariñoso beso en la mejilla que acompañó de otro en los labios -.
- Si, podemos irnos, estoy perfectamente- le contestó Jilia -.
- Me dejas más tranquila- repuso Menra visiblemente aliviada -.Tengo que irme en un par de horas caso de que estuvieras bien, parto hacia Nataclia en un viaje rutinario de intercambio .Pero estaré poco tiempo fuera .Y en cuanto vuelva nos pasaremos juntas una larga temporada, seguramente pediré el traslado a Dumlans a un puesto de administración.
- Pero Menra. ¿Qué dices?,- se sorprendió su compañera quién sabía positivamente que a su pareja le encantaba mandar su propia nave y encima un crucero con el nombre del general -.
- Si, es que lo he estado pensando - respondió la capitana Delaier con un tinte reflexivo -. Y lo de viajar tanto por el Universo ya me aburre .Quiero estar más cerca de casa.
-¡Oh Menra!- sonrió Jilia dándole un afectuoso y fuerte abrazo para susurrarle -.Es un gesto precioso, pero no hace falta que lo hagas por mí. De veras que estoy bien.
- No me gustaría que te sucediese algo estando alejada de ti - le confesó Delaier ahora con palabras teñidas de preocupación -.
- No tengas miedo - le aseguró Jilia sujetándole suavemente el rostro con una mano en tanto acariciaba su pelo con la otra -.Aquí estaré para cuando regreses.



Y Menra convino en eso con una sonrisa quedando más tranquila, pero Jilia tenía un nudo en la garganta ¡ojala que Dilain o quien fuera pudieran ayudarla! .Ahora que sabía cuanto le importaba realmente a Menra que estaba más que dispuesta a sacrificar su carrera por ella. Ésta ,por su parte, entre la ceremonia de la unión y este susto, se había dado cuenta finalmente de que amaba de verdad a su pareja, mucho más de lo que había sido capaz de imaginar e incluso de reconocer, por encima de sus propias aspiraciones y deseos. Ahora debía dejarla pero sería tan sólo temporal. Dentro de pocas semanas estarían juntas de nuevo y ojala que fuese por mucho tiempo. Así que ambas abandonaron el hospital y cenaron juntas pasando la noche de forma inolvidable. Jilia desde luego se entregó con toda su pasión y su amor y fue correspondida. Al día siguiente, Menra se marchó confiada a su nave y Jilia, conteniendo sus deseos de despedirse de ella como sí fuera la última vez que la viese, se preparó para emprender viaje a Esil. En deslizador tan sólo tardó unas horas en llegar y una vez localizó la sede de los magos mostró allí su tarjeta y la hicieron pasar con rapidez .Atravesó numerosas salas y lugares bastante custodiados hasta llegar a una habitación no muy ancha que terminaba ante una puerta. En ella la esperaban sus tres visitantes del día anterior más un cuarto que llevaba uniforme de maestro de Esil, éste le fue presentado como Toras. Dilain, como siempre, fue al grano sin más dilación y pasó a explicarle la situación real de su problema concluyendo.


- Y eso es todo, te enfrentas a esa disyuntiva .No quise decirte nada por no alarmarte sin necesidad aunque ahora, con lo que asegura el maestro Toras, podríamos conseguir liberarte sin recurrir a algo tan drástico. Verás, cuando estuve en el hospital te lancé un conjuro paralizante que contuviese al Hialgasth que hay dentro de ti. Así no podrá tomar represalias contra tu cuerpo cuando intentemos expulsarlo de él, ni por ejemplo enterarse de lo que te acabo de contar, pero su efecto durará poco.
- En cuanto esté listo ,el maestro Toras invocará un hechizo de sumisión que afecta a esas criaturas .El Hialgasth no tendrá más remedio que obedecer nuestras órdenes.- Añadió Calina más esperanzadamente preguntándole a Jilia con afecto y preocupación -.¿Estás dispuesta?.
- Lo estoy, quiero acabar con esta pesadilla lo antes posible- convino ella con decisión -.


Toras intervino entonces indicándole a Jilia que se tumbase sobre una especie de camilla instalada en la habitación y cerrase los ojos .La mujer obedeció y el mago comenzó a dar unos extraños pases de manos sobre ella. Pareció susurrar algo para sí y se apartó de Jilia para comentarles en voz baja a Calina y a Dilain.


- Es extraño, no consigo definir el aura del Hialgasth.
- Quizás le he dejado demasiado atontado con mi conjuro- repuso Dilain -.


En ese momento Halcón Certero que se encontraba a unos metros de Jilia sintió una sensación de alarma, era la misma que había experimentado en el hospital pero ahora de un modo más intenso. Apenas pudo dar el aviso a los demás cuando la comandante Renar se incorporó de su camilla abriendo los ojos que refulgían de un color rojizo. Sin dar tiempo a reaccionar, de las manos de la mujer surgieron dos rayos de energía que alcanzaron a Toras consumiéndole en unos segundos para horror y sorpresa de los demás .Entonces Jilia o lo que fuera que era ahora, declaró con un siseo.


-¡Estúpidos humanos!, ¿pensabais que os iba a ser tan fácil deshaceros de mí?.
-¡Oh no!- balbuceó Calina girándose con rapidez al igual que Dilain - .¡La ha poseído!.
-¡No puede ser! - rebatió Dilain que se negaba a creerlo pese a la evidencia- .Si le lancé un conjuro anulador.
-¡Vuestra magia es patética! - escupió el Hialgasth con mofa, explicando -.Ya no es ni la sombra de lo que era, con los siglos de paz os habéis debilitado ,¡pobres infelices! .El conjuro que lanzaste sirve de algo si no tengo un soporte orgánico donde esconderme .Y me he mantenido oculto hasta que os habéis confiado en exceso .¡Vaya maestros de magia de pacotilla!. No ganaréis, nunca ganaréis, nosotros ganaremos- Remachó con una mueca que trataba de asemejar una sádica sonrisa -.
- No te preocupes, ahora arreglaremos eso y veremos quién gana, bastardo - repuso Halcón Certero atacando con la daga que llevaba oculta en su uniforme del Kail -.
-¡No espera!.- Chilló Calina tratando de evitar que el Maestro del Kail hiriese el cuerpo de Jilia, pero era tarde éste ya le había clavado la daga en el estómago, aunque aquello no sirvió de mucho ya que esta permanecía en pie esbozando una maligna sonrisa -.


El espíritu que la poseía contraatacó dándole un golpe a Sert que mandó al chico contra el suelo. Dilain, por su parte, lanzó un conjuro astral que envolvió al Hialgasth haciéndole gritar de dolor a través de Jilia.


-¡Si no me liberas de esto la mataré! - amenazó aquel ente -.
-¡Ya está muerta! - sentenció el mago sabiendo que aquello no era cierto aunque contaba con hacérselo creer a ese ser, para lo cual añadió con ira -.Poco importa ya, en cuanto a ti, ahora verás si soy un maestre de pacotilla o no.



Y accionó la puerta que daba paso al Dalarzian. La voz del ordenador comenzó a desgranar las coordenadas, los parámetros y la cuenta atrás para su activación. Ante eso el Hialgasth torció la boca de Jilia en una mueca de horror. Para esos seres caer allí era como para un humano ir al Infierno. Y el acceso a esa dimensión extraña tiraba ya del cuerpo mortal que le sustentaba .Sólo le quedaba una salida, a toda prisa hizo revolverse a Jilia y lanzó de las manos de ésta una ráfaga de rayos mágicos, Dilain y Calina pudieron crear escudos defensivos y Halcón Certero se apartó rodando por el suelo lejos del alcance del ataque. El Hialgasth aprovechó para salir fuera y materializarse liberando el cuerpo de Jilia que cayó como un fardo.


-¡Ya estoy donde yo quería! - declaró triunfante aquel maligno ser -.Ahora podré destruiros en el corazón de vuestra hermandad.
- No estés tan seguro- repuso Calina atacándole con rayos de magia que sin embargo no le produjeron el menor efecto a su rival -.



El Hialgasth encajó el ataque pasando a responder con una acometida psíquica que dio con Calina en el suelo, la maga trataba de levantar una defensa mental pero le era difícil hacerlo .Por fortuna Halcón Certero acudió en su ayuda con un rayo de energía que traspasó a su enemigo, esto no le produjo daño pero atrajo su atención dejando libre a la maga, aunque ahora fue el Maestro del Kail quien se tuvo que defender de un furioso ataque mental. Entre tanto Dilain que había pasado a un segundo plano, aprovechó el descuido para lanzar un conjuro místico de gran potencia, pero el Hialgasth estaba a la espera de algo así y lo bloqueó. Se produjo entonces un mano a mano entre ambos, un choque de energías místicas que Dilain comenzaba a ver perdido hasta que Calina intervino a su favor .Entre ambos comenzaron a hacerle perder terreno al Hialgasth que, declinando en su poder debido al agotamiento, liberó a Sert de su ataque. Éste se sumó a la contraofensiva con su disciplina de concentración y apoyo psíquico a los magos y eso fue determinante, los poderes de ambos se multiplicaron y consiguieron arrollar finalmente al Hialgasth que se desintegró entre terribles chillidos. Tras unos segundos para recuperarse fue Calina la primera en hablar haciéndolo entre jadeos.


-¿Hemos acabado con él?.
- Ahora sí - convino Dilain -.No ha podido meterse en ninguno de nosotros puesto que nuestras almas estaban afanadas en protegerse y el cuerpo de Jilia ya no le servía. Aunque quizás haya retornado a la desesperada y ahora esté muy débil como para actuar.


Entonces Calina volvió a acordarse de su amiga, corrió hacia ella tratando de reanimarla con un conjuro de curación .El Maestre de Esil tras cerrar la puerta del Dalarzian, e incluso Halcón Certero, se sumaron a sus esfuerzos y entre ambos consiguieron hacerla entreabrir los ojos, pero su estado era muy grave, más que por el daño físico por el causado a su espíritu.


- Creo que se acabó - musitó resignádamente Jilia sin ser capaz de moverse -.
- Solo le queda una esperanza - declaró Dilain moviendo la cabeza con pesar para dirigirse a la mujer -.Escúchame Jilia .No podremos sacarte adelante con nuestras técnicas puesto que tu aura espiritual está dañada de gravedad .No tengo poder suficiente como para repararla, pero quizás entrando en el Dalarzián lo consigas. Es una dimensión que conjuga partes espirituales y en la que tu cuerpo dejará que tu alma pueda regenerarse, y si el Hialgasth ha vuelto a ti, será destruido de inmediato. Aunque quizás no vuelvas a ser tú misma. Pero sí luchas con fe y valor pudiera ser que algún día regresaras. Deberás buscar ayuda allá donde vayas.
- Si, siempre será mejor que desaparecer o que ese engendro me domine -. Pudo decir ella con la voz entrecortada, y aun pudo añadir con dolor y tristeza -.Pero ¿qué sucederá con Menra?. ¿Qué deberé hacer?. Calina por favor, debo decirte algo antes de que no pueda hacerlo o no me iré tranquila.


Y la comandante Renar le susurró algo al oído, Calina escuchaba aquello con lágrimas en los ojos esforzándose entre tanto por sustentar la vida de su amiga con sus ondas de curación .Halcón Certero se concentraba en lo mismo puesto que Dilain tuvo que dejar de hacerlo para elaborar un conjuro.


- Siento tener que hacer esto, pero tu compañera debe pensar que has muerto .Te lanzaré un hechizo que preservará en lo posible tu aura espiritual para que no deje aun tu cuerpo y te mantenga en un estado precario de vida interior, suficiente para que el Dalarzian te regenere, pero para las medidas físicas de nuestro mundo estarás muerta y tendremos que celebrar tu funeral.
- Entonces moriré para todos los que quiero - comprendió Jilia dejando escapar algunas lágrimas también mientras le pedía a la hermana de su pareja -.¡Por favor Calina!, cuida de tu hermana por mí. La quiero más que a mi vida...
- Lo haré - sollozó esta asintiendo con la cabeza para desvelarle emocionada -.Tú resiste y busca al general. Él está allí Jilia, en alguna parte.
- Si - afirmó Dilain con un tono más optimista -.Una vez celebrado tu funeral te traeremos aquí y te reanimaré lo suficiente como para enviarte al Dalarzián con un conjuro como el que mi Maestro Sartas utilizó con Yener, irás a donde tú quieras ir .¡Búscale!, con su ayuda y quizás él con la tuya, logréis cumplir con vuestros respectivos objetivos y volver.
- Lo intentaré con toda mi alma por vosotros, por Menra y por mi patria - prometió la comandante Renar dejándose vencer por su estado y cayendo inconsciente no sin antes musitar -.Os quiero.


Dilain se afanó, no había tiempo que perder, extendió sobre ella aquel conjuro que la preservaría el tiempo justo para oficiar su despedida. Lo que vino después fue rápido y sencillo aunque muy doloroso.


Menra recibió la trágica noticia cuando estaba zarpando con su nave .Su compañera había sufrido una extraña crisis en un centro médico de Dumlans. Fue allí aquejada de dolores en la cabeza y el pecho y cayó fulminada sin que ningún doctor pudiera hacer nada .Esta por supuesto, fue la versión urdida por Dilain y algunas personas de su confianza que trabajaban allí. La capitana Delaier llegó al punto abandonando su nave, no le importaba dejarla sin permiso ni las posibles consecuencias, en realidad ya todo le daba igual. No pudo evitar derrumbarse al ver el cuerpo de su amiga yaciendo sobre una cama y con los ojos cerrados para siempre. Por fortuna, Calina acudió allí para consolar a su hermana y ambas estuvieron abrazadas durante horas. Menra lloró todo lo que era capaz y después se quedó pálida y sin habla, parecía una sombra de sí misma .La noticia llegó a Gina que acudió enseguida a darle el pésame a la muchacha, al igual que Erel, que lo supo estando en Tibinco. Calina pudo localizarle allí .Menra no quiso retrasar mucho los funerales que se celebraron al día siguiente, no podría soportarlo durante mucho tiempo más, y pese a que estuvo ida durante toda la ceremonia mantuvo su dignidad, uniformada de gala y rindiéndole honores a su compañera .El cuerpo de Jilia fue incinerado y sus cenizas entregadas a la capitana Delaier que se encargaría de esparcirlas por el espacio .Lo único que dijo en toda aquella ceremonia fue.


- Hasta que pueda reunirme contigo estarás en el Cosmos acompañándome en mis viajes.


Erel quiso hablar con Menra, animarla o consolarla de alguna manera, pero la mujer se mostró insensible a cualquier palabra .No obstante, lo que ella no sabía es que el cuerpo de Jilia no había sido consumido realmente, fue reemplazado antes de la ceremonia y llevado a la sede mágica de Esil .Dilain lo reanimó allí dándole un hilillo de vida y entonces procedió sin pérdida de tiempo a abrir la puerta del Dalarzian y a invocar el conjuro de protección y viaje como hiciera su Maestro Sartas con Yener hacia ya varios años, pero esta vez tomó la precaución de indicarle a Calina y a Sert, que volvían a acompañarle, que le transmitieran sus hechizos y habilidades de curación a fin de protegerse a sí mismo del gasto que ese conjuro exigía .Una vez invocado, la puerta del Dalarzían volvió a abrirse y Jilia Renar fue precipitada a su interior, y con el cierre de la puerta desapareció del mundo en el que había vivido.


Incluso Yashira Draker se enteró de la muerte de la comandante Renar y lo sintió de veras, sobre todo cuando Calina Delaier apareció en el santuario de la diosa Alasir al término de las oraciones hecha una furia. La nephraler que estaba sola en ese momento apenas pudo ni saludarla puesto que Calina la cogió por los hombros empotrándola contra la pared a la par que le gritaba fuera de sí.


-¡Así que los Hialgasth son un grupo de soldaditos! ¿.Eh?. ¡Maldita mentirosa! .Ya estoy harta, se acabaron los juegos. ¿Qué demonios pasó entre Jilia y tú?.


Yashira no sabía que responder, se sentía desconcertada e incluso asustada por aquella furia que detectaba en la mirada de la maga y sabía que ésta tenía todo el derecho a estar así. Decidió por tanto contarle toda la verdad, al menos hasta donde pudiera.


- Traté de ayudarla, ella vino aquí pidiéndome que lo hiciera, estaba desesperada .Yo la reconocí y luego no sé lo que pasó, a mí no me gustan las mujeres, pero el Hialgasth que la poseía debió de obligarnos a ambas a hacer algo que no queríamos. Por favor, no se lo digas a tu hermana, sé que eso le causaría mucho dolor. Y su pareja no le fue infiel, no era ella la que actuaba, de eso estoy segura. Por haberlo evitado hubiera preferido morir.
- Mi hermana ya no puede sufrir más - repuso Calina entristecida liberando a la nephraler de su agarre -.Jilia ya ha muerto para evitar convertirse en uno de esos monstruos.- Pudo decir Calina tratando de calmarse , le costó unos pocos segundos pero pudo finalmente añadir con un tono más sereno -. Comandante Draker ya basta, por favor, ¿qué pretendéis realmente los de tu mundo?. ¿Matarnos lenta y dolorosamente destrozándonos el alma?.


Yashira guardó silencio, no podía responder a eso, una de dos o mentía o traicionaba a los suyos y quería evitar ambas cosas. Pero con su silencio le daba a Calina la razón del que otorga .Así que contestó.

- En los años que llevo en este planeta he aprendido a veros de una forma distinta a como creía que erais.
-¿Y qué quieres decir con eso?.- Quiso saber la maga con tono desconfiado -.
- Puede que seamos muy parecidos, demasiado para lo que puedan aceptar muchos de los míos .De veras, no sé lo que pensarás que hago aquí, pero no es tan terrible ni siniestro como lo que te imaginas.
-¿Y qué sabes tú lo que yo imagino?.- Le inquirió Calina con tono acusador y amenazante para sentenciar - .Sólo sé que he perdido a dos personas muy queridas para mí por vuestra causa, ya sea de modo directo o indirecto .Y que no dejaré que eso suceda otra vez .Si algo le pasara al resto de mi familia o seres queridos acabaré con vosotros .¡Se acabaron los juegos y los politiqueos de salón!. No importa sí tengo que declarar la guerra a Nephraler yo sola.


A pesar de esas duras palabras, o quizás precisamente por ellas, su sorprendida interlocutora la miró con respeto, incluso con simpatía. Desde luego Calina Delaier era digna sucesora de Yener Rant, y también de su bisabuela, pues Yashira no ignoraba ese detalle. Fue la capitana de navío,(que más tarde llegaría a almirante) Karem Bount, la que obtuvo la victoria para Yumlaiance en la última escaramuza entre las armadas de ambos mundos. De eso hacía casi un siglo pero el fuego en la mirada que ahora tenía esa muchacha era el mismo que los oficiales nephralers observaron en sus pantallas cuando tuvieron que vérselas con Bount,por lo que Yashira dijo tratando de defenderse ,con tono lleno de sincera consternación.


- Tengo las manos atadas. No creas que yo disfruto con tu dolor, al contrario, yo admiraba mucho al general Rant y apreciaba a la comandante Renar .Incluso llegué a sentirme atraída hacia ella.
- Aclárate - le respondió Calina con incredulidad recordándole sus anteriores palabras de forma rotunda -.Acabas de decirme que no te gustan las mujeres.
- Y por Alasir que es cierto - aseguró la comandante Draker -.Pero esa mujer tenía algo, no me refiero al plano sexual. No sé, quizás sería la influencia del Hialgasth o su fuerza de espíritu, pero me hacía percibir un sentimiento especial cuando estaba cerca de mí, desde que la vi en Dumlans.


Calina movió la cabeza sin creerse aquello. Esa confesión de la nephraler podría ser un truco para desviar la atención. Entonces la maga le dijo con un tono más reposado y conciliador.


- Si es verdad lo que dices, de que tu papel en Yumlaiance no obedece a ninguna trama oscura habla con tus jefes y diles que desistan en lo que están haciendo al margen tuyo.
- Sólo soy una humilde sacerdotisa - replicó Yashira -.No tengo esa influencia que tú crees ni sé que tendría que pedirles a mis superiores que dejasen de hacer. Lo lamento.



Calina suspiró, estaba claro que no podría sacarle nada más a esa mujer. Aunque en algo debía darle la razón, la comandante Draker parecía atada para interceder por nada ni por nadie a su mundo .Quizás hubieran de recurrir a esferas más poderosas .Hablaría con Dilain de aquello y ojalá que el maestre tuviera alguna buena idea al respecto.


- Hasta la vista – remachó la maga despidiéndose de Draker con voz queda -.


Ésta la observó alejarse sintiéndose turbada e incluso culpable, pero había dicho lo que por su juramento de lealtad y el bien de su propio mundo, (aunque de esto último ya no estaba tan segura), tenía que decir musitando.


- Hasta pronto Maga de Esil. Ha sido un honor. Rezaré a mi diosa por ti y por los tuyos.


Y Calina acudió a charlar con Dilain contándole su encuentro con Draker, su superior en un principio le reprochó que hubiese sido tan directa. La chica entonces enfrentó su mirada a la de su mentor para afirmar con indignada rotundidad.


- Maestre, yo le respeto tanto como a los mejores héroes de nuestro mundo pero sepa que a veces hay que ser directo para obtener respuestas directas y salvar a nuestro mundo de la aniquilación cuando no queda otra salida.



Y Dilain la miró realmente sorprendido, apenas podía creer que fuera Calina Delaier, aquella frágil y tímida muchachita aspirante a maga la que hablara ahora con un coraje y una fuerza dignas de cualquier héroe de antaño. Incluso parecía estar oyendo al propio general Rant. No respondió de inmediato pero comprendió el estado de ánimo de la muchacha y en el fondo de su corazón simpatizó con ella, puesto que valerosamente había cargado con todo aquello e hizo lo que él mismo no podía, encarar al oponente y marcarle claramente la raya que no debía cruzar. Después él replicó con serenidad y gran respeto.


- Comprendo tus razones y sé que son nobles. Solo te pido que tengas un poco más de paciencia. Y que sigas confiando en mí. No te defraudaré.


Y estas últimas palabras hicieron que la chica suavizara su tono y su expresión para asegurar.


- Nunca me ha fallado Maestre Dilain y siempre confiaré en usted. Así sea.


Y tras esa declaración la chica efectuó el saludo de Esil. Aquello era una petición explícita para poder marcharse. Dilain le concedió la venia para irse sin demora, cosa que ella hizo al instante con andar lento y casi majestuoso. El mago se quedó observando a su pupila en tanto se alejaba y salía cerrando la puerta tras de sí. Y más allá de aquel aparentemente imperturbable semblante él quedó muy reflexivo, tomando las palabras de la muchacha en más consideración de lo que ella misma pensaba y cuando Calina se marchó no perdió el tiempo, trabó contacto con un hombre que quizás pudiera llevar a cabo las gestiones requeridas a ese tan alto nivel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)