Diamante
regresó a la nave, durante un buen rato no quiso ver a nadie. Se recluyó en sus
estancias privadas, perdido en sus reflexiones y afligido por la pérdida de su
hermano. El último miembro de su familia. La persona a quien más había querido
junto con sus padres. Ahora estaba solo. Salió finalmente a la gran sala de
control y se quedó mirando ese enorme cristal. A sus espaldas escuchó la voz
del Sabio.
No podría estar más arriba
mi espíritu toma vuelo
porque estoy viva.
Cuando me llamas
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando me extiendes tu mano
levantando espíritus muy alto
Dios lo sabe.
Cuando me llamas
cuando me extiendes tu mano
obtengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
sé que estoy viva.
Tengo alas para volar
Dios sabe que estoy viva
-¡Ha
llegado el momento!- Le dijo el consejero.-
-Hombre
Sabio. ¿Cómo tienes el valor de presentarte aquí?- Le recriminó el príncipe.- ¿Por
qué ignoraste mis órdenes y mataste a Zafiro?
-Nuestros
esfuerzos están dirigidos a cambiar la historia de la Tierra. Y debemos
ejecutar a quien traicione nuestra causa. -Respondió aquel encapuchado con tono
desapasionado.-
Eso irritó aún más a Diamante que
acumuló energía, su cabello se levantaba mecido por una invisible brisa y un
aura de poder púrpura le rodeó cuando sentenció indignado.
-¡Yo
soy quien debe decidir tales cosas!
-Mira
esto.- Contestó su interlocutor acercándose su bola, para declarar.- Fíjate en
la inmensidad del cristal oscuro. Ahora que el poder de la Dama Negra ha
llegado hasta lo más alto de sus niveles. Nuestro más acariciado deseo se
convertirá en realidad. Y por fin podremos vengar a nuestros antepasados y a
nosotros mismos.
-¿Nuestro
deseo?- Inquirió Diamante con algo de escepticismo.- Hombre Sabio, tú no puedes
cambiar de tema, contesta.- Le exigió.- ¿Por qué ignoraste mis órdenes y
asesinaste a Zafiro?
-Príncipe,
la muerte de tu hermano Zafiro es un pequeño sacrificio por nuestra gran
causa.-Repuso su contertulio.-
-¿Esa
es tu verdadera intención?- Le preguntó su interlocutor.-
-Príncipe.
¿Has olvidado la razón por la que la familia de la Luna Negra tuvo que venir a
este oscuro lugar llamado Némesis? Hemos tenido el deseo de vengarnos de los
habitantes de la Tierra durante mucho tiempo. Es el momento de que nuestro
sueño se haga realidad.
-Es
verdad.- Tuvo que admitir Diamante.- El poder regresar a la Tierra y vengarnos
ha sido un deseo largamente anhelado. Podemos seguir adelante con esto. Pero,
recuerda, Hombre Sabio, eso no quiere decir que yo olvide o perdone. Cuando
esto haya terminado, haré las oportunas averiguaciones.- Le advirtió,
remachando con rotundidad.- ¡Puedo jurártelo!
-Como
tú digas.- Concedió cínicamente el encapuchado, musitando con regocijo una vez
que el príncipe se alejó.- Si es que para entonces aun sigues con vida, ¡ja,
ja, ja!
Y Diamante retornó a sus aposentos. Allí, una
vez más, le daba vueltas a los avisos de su difunto hermano.
-No
sé qué hacer.- Se decía.- Si castigo al Sabio ahora, todo por lo que he estado
luchando se vendrá abajo. Y estamos tan cerca de triunfar…
Sus tribulaciones se vieron
interrumpidas cuando una de las cámaras de vigilancia le mostró que habían
entrado intrusos, más bien intrusas. Y una de ellas era…
-¡Es
ella! – Se dijo lleno de contento e incluso lascivia.- ¡Ha venido a mí!
Y no lo dudó, se transportaría a su
lado y la haría suya al fin…usando sus poderes apareció a sus espaldas en tanto
la chica miraba en todas direcciones preguntándose.
-¿Dónde
estoy?
-Sailor
Moon.- La saludó él, cruzado de brazos y apoyado displicentemente en una de las
paredes de la cámara en la que estaban.- Bienvenida al cristal oscuro, guerrera.
-¡Diamante!
– Exclamó la interpelada, visiblemente sorprendida.-
-Me
alegro de verte, otra vez.- Afirmó él, elevándose en el aire.-
En apenas dos segundos apareció a su
lado y la tomó de ambos brazos, ejerciendo ese hipnótico influjo en ella y
aseverando complacido.
-Es
precioso, por fin he logrado que el Cristal de Plata y tú seáis míos...- La
sugestionó con voz suave y envolvente, al tiempo que su tercer ojo se adueñaba
de la voluntad de aquella chica.- Y ahora Sailor Moon, dale un beso de lealtad
al príncipe Diamante.
-¿Darle
un beso de lealtad al príncipe Diamante?- Repitió ella con voz trémula.-
Pese a ello, la chica se resistía.
Él insistió con tono apremiante agitándola en tanto repetía.
-¡Sailor
Moon! Tienes que entregarte a mí.
La muchacha se quejaba dolida por
aquel brusco trato, pese a todo no cedía. De modo increíble, rompió la
sugestión y mirándole a los ojos, repuso.
-¡Diamante,
aunque te apoderes de mí con este truco nunca conseguirás mi amor!
-¡Bah!-
Contestó despectivamente él aumentando el poder de su sugestión.- Amor, eso es
fácil de conseguir.
-No
puedes emplear el mismo truco.- Rechazó ella cerrando los ojos.-
-Sailor
Moon, mírame a los ojos.- Le ordenó.-
-Diamante,
cometes un grave error.- Replicó la interpelada.-
Aunque ella también se descuidó,
abriendo sus azules y grandes ojos para volver a mirar a su hipnotizador y
añadir.
-El
amor que puedas robarle a alguien no puede llamarse verdadero amor.
-Amor
verdadero o no, no importa mucho, el amor es siempre amor.- Dictaminó él.-
Y es que al fin la tenía donde
quería. Sailor Moon volvió a ser afectada por la sugestión, sus ojos se
opacaban. El príncipe aprovechó para ordenarla.
-Sailor
Moon, ¡ofréceme tu amor y tu lealtad!
La chica cayó de rodillas ante él.
Diamante sonrió, alargando una de sus manos hacia ella, repitió.
-¡Lealtad!
-Lealtad.-
Convino la chica.-
Y tomó la mano de su interlocutor
para besarla. El joven la observó complacido. Allí, en ese instante, al fin iba
a cumplir su sueño. Sin embargo, ese beso de sometimiento no llegó. Sailor Moon
se detuvo y tras permanecer en silencio durante unos segundos. Exclamó.
-¡Sí!
Incluso se mordió la comisura de los
labios haciendo que un poco de su sangre brotase, eso la sacó de aquel trance,
devolviendo la determinación y el brillo a su mirada. Diamante estaba
asombrado, dejó de inmediato de usar ese poder y cerrando su tercer ojo pudo
musitar entre perplejo, desencantado y molesto.
-¿Por
qué mi sugestión no da resultado?
-Es
estúpido, Diamante, ¿Por qué no quieres comprender que por la fuerza no se
obtiene nada?- Le preguntó reprobatoriamente ella.-
-
A no ser que exterminemos la Tierra, no existirá un futuro brillante para
nosotros.- Replicó él.-
-¿Por
qué únicamente piensas en matar? ¿Por qué no podemos vivir todos juntos?- Le
cuestionó esa valerosa joven con tono reivindicativo.-
-
A nosotros se nos expulsó de aquí en el pasado. No es posible que nuestra
familia viva en la Tierra.- Respondió el príncipe.-
-Yo
no lo creo así.- Rebatió su contertulia, alegando.- Las cuatro hermanas son muy
felices. Son muy felices viviendo aquí en la Tierra.
Eso dejó estupefacto a Diamante.
Sabía que esas cuatro habían desertado dejando a Rubeus. Ahora que pensaba en
eso. ¿Por qué lo hicieron? El mismo Ópalo Ayakashi, el padre de esas chicas,
fue un leal consejero que desapareció sin dejar rastro. También el duque
Cuarzo, a quien él mismo encontró sin vida y el marqués de Crimson y su esposa…Luego
le tocó el turno a Esmeralda. Aun resonaba en su mente el eco de la voz de
aquella desdichada, como si desde el más allá hubiera querido despedirse de él.
Diamante siempre había creído que todo fue obra de los agentes de Endimión,
aunque ahora comenzaba a dudar. Y observando la limpia mirada de esa chica, la
misma que la de Serenity…no la creía capaz de haber hecho algo como eso. Quizás
el rey Endimión sí, aunque volvía a pensar en las advertencias de su hermano. Y
a Zafiro lo mató ese Consejero. Y su propio padre… pronunció ese malhadado
nombre antes de morir, con esa expresión de terror en la mirada que él entonces
no supo interpretar. Ahora un terrible pensamiento martilleó su mente, quizás su
padre no estaba reclamando su presencia sino acusándole…
-Entonces,
el Hombre Sabio.- Pudo decir en voz alta, atreviéndose por vez primera a
plantearse.- ¿El Hombre Sabio nos ha estado engañando a todos?
-Sí.-
Asintió su contertulia, elucubrando.- Supongo que Zafiro trató de decírtelo y
por eso fue asesinado por él.
-El…Hombre
Sabio…solo quiere…- Pudo musitar sintiéndose cada vez más horrorizado por lo
que esas pruebas le estaban revelando.- ¡No puedo creerlo!, esto no puede ser
posible.- Quiso resistirse una última vez, aunque observando de nuevo la mirada
limpia y sincera de aquella muchacha, tuvo que rendirse a la evidencia y
sentenciar.- Pero yo sé que tus ojos dicen la verdad, Sailor Moon.
Y así era, incluso cuando visitó a
Serenity, aquella vez hacía ya tanto tiempo, jamás sintió hostilidad en ella.
Era como si únicamente la bondadosa mirada de esa mujer fuese capaz de romper
cualquier tipo de sugestión maligna. ¡Ahora comenzaba a comprenderlo! Ese maldito
Sabio les había condicionado a todos con la energía oscura. Uno tras otro
fueron cayendo bajo su influjo. Lo mismo que él usaba ese poder para
sugestionar a sus víctimas, había sido a su vez embaucado. Y aquellos
desdichados que pudieron darse cuenta a tiempo y trataron de oponerse a ese
siniestro encapuchado fueron eliminados uno a uno. ¡Y no por Endimión, ni por
los rebeldes de Némesis!...Sin embargo, la culpa no había sido solamente de ese
Sabio, sino de él mismo. Así vio al fin la verdad, cuando la voz de ese maldito
consejero le llamó autoritariamente, en tanto su figura envuelta en aquel
tétrico sayal surgía del suelo.
-¡Príncipe
Diamante!
-¡Hombre
Sabio!- Repuso él, sorprendido al verle aparecer.-
Y ese individuo, manipulando su
bola, tomó la palabra para mandarle.
-Sailor
Moon es la que impide que llevemos a cabo nuestros planes. ¡Acaba con esa
entrometida!
Sin embargo, esta vez no se dejaría
engañar. Recurriendo a toda su energía Diamante se iluminó con un aura entre
blanca y violeta para negarse.
-¡Yo
no recibo órdenes tuyas!- Espetó con decisión, plantándole cara.- ¡Márchate!
Ahora su nuevo enemigo flotaba sobre
sus cabezas acariciando aquella bola y replicando con tono desabrido.
-¡Eres
un idiota por hacer caso a una mujer!
-¡Qué
dices!- Espetó Diamante mirándole con gesto desafiante.-
-Ahora
que tengo a la Dama Negra y el poder de la oscuridad se irá incrementando, ya
no te necesito para nada.- Sentenció el Sabio quien finalmente había
descubierto su juego, exclamando en tanto concentraba energía de su bola para
atacar.- ¡Tú morirás!
Lanzó contra el príncipe una especie
de extraños rayos negros en espiral. Diamante se cubrió como pudo y, sin perder
su prestancia, replicó desafiante.
-Así
que tú eres el verdadero traidor. Recuerda que soy el jefe, el príncipe
Diamante. Bien, ¡ponme a prueba! - Remachó lanzando rayos de blanca energía
contra su adversario.-
El Sabio los evitó desapareciendo,
para reaparecer de nuevo y contraatacar. No obstante, Diamante estaba prevenido
y le esquivó a su vez haciendo lo mismo. Ambos aparecían y se transportaban,
lanzándose mutuamente rayos de energía que chocaban anulándose.
-Destruir
la Tierra y sumirlo todo en la oscuridad. Ese es el verdadero propósito de
nuestro señor y amo, el Fantasma de la Muerte…-Proclamó el encapuchado.-
El príncipe escuchó eso quedando
asombrado y horrorizado. Pudo replicar con tono perplejo, negando aquello.
-¿Destruir
la Tierra y sumirlo todo en la oscuridad? ¡Yo jamás he pensado en tal cosa!
Y así era. Por mucho que sus deseos
de venganza y de conquista le hubieran anulado la mente, nunca deseó arrasarlo
todo sin más. Al contrario, Diamante siempre quiso crear un nuevo reino, con él
y Serenity como gobernantes. Eso que decía aquel extraño ser era inconcebible.
Demasiado tarde se daba cuenta ahora, lleno de asombro y culpabilidad, que él
mismo le había dado a aquella miserable criatura la oportunidad de llevar a
cabo esa siniestra idea.
-¡Ja,
ja, ja, ja!- Reía enloquecidamente el Sabio quien, inopinadamente, desapareció
transportándose junto a la guerrera al tiempo que sentenciaba.- Sailor Moon,
¡tú también morirás!
Y emitió una especie de rayo negro
con forma de flecha que iba a atravesarla. Diamante apenas sí tuvo tiempo de
reaccionar, interponiéndose sin dudarlo entre ese ataque y la joven sailor.
Recibió esa especie de arpones de energía que le atravesaron, dejándole muy
malherido. Ahora, de rodillas, se apoyaba con las manos sujetándose a la cintura
de Sailor Moon quien atónita únicamente pudo decir, entre las carcajadas de
fondo de ese diabólico encapuchado.
-¡Diamante!
No obstante, el príncipe se levantó
tambaleándose, llevándose una mano al abdomen. Su blanco traje se teñía con un
tono escarlata, fruto de la sangre que manaba de su cuerpo. Eso asombró al
Sabio quien dijo.
-¿Aun
no has muerto? Yo te remataré, ¡Y Sailor Moon morirá contigo!
Y volvió a lanzar más rayos de
aquella letal energía negra contra ambos. Empero Diamante, reuniendo sus
últimas fuerzas y haciendo acopio de toda su voluntad, se irguió con expresión resuelta
y tono desafiante.
-No
lo permitiré, ¡aun puedo luchar!- Gritó.-
Y descargó un torrente de inmaculada
energía que no solamente hizo retroceder ese rayo de intensa negrura sino que
alcanzó al Sabio haciéndole gritar. El encapuchado recibió un impacto directo
de esa oleada de poder haciendo que su cuerpo estallase en mil pedazos
multicolores. Diamante apenas pudo sonreír levemente en señal de triunfo, cayó
al suelo siendo auxiliado por Sailor Moon que le pedía llena de horror y
preocupación.
-¡Diamante,
resiste!
El joven lo intentaba pero sentía
como sus últimas fuerzas le iban abandonando. Por un instante creyó ver a su
lado los rostros llenos de pesar de su hermano, de Esmeralda y de sus padres,
el rey Coraíon y la reina Amatista. Aunque luego le sonrieron alentadoramente,
como si de este modo le perdonasen. Se desvanecieron enseguida y ahora
únicamente podía ver la compasiva mirada de los azules y hermosos ojos de quien
estaba destinada a ser un día la gran soberana de Neo Cristal Tokio, ese maravilloso
lugar que él, en su loca inconsciencia, quiso destruir.
-Sailor
Moon, creo que he cometido una equivocación.- Confesó lleno de tristeza.- Dejar
que mi familia volviera a la Tierra era lo que yo quería. Yo hubiera muerto por
eso. Sin embargo. - Pudo añadir, entre gemidos de dolor y consternado arrepentimiento.-
He causado la pérdida de muchas vidas debido al engaño del Hombre Sabio y ahora
he perdido toda esperanza. ¡Mi vida entera ha sido un terrible fracaso! - Se
lamentó.-
-Pero
tú me has salvado a mí, príncipe Diamante.- Le susurró dulcemente ella.- Y
ahora que sabes que estabas equivocado, puedes enmendar tu vida.
Eso hizo aflorar una tímida sonrisa
en él. Aquella muchacha era tan bondadosa que, pese a todo lo que él había
hecho contra ella y sus amigos, le perdonaba de aquel modo tan maravilloso.
Ahora podía comprender bien por qué las hermanas prefirieron quedarse a vivir
en ese mundo del siglo veinte. ¡Ojalá él pudiera haber hecho lo mismo! Convino
entonces, con un tinte de pesar.
-Es
cierto, pero ya no me queda tiempo.
-¡Diamante!-
Le llamó ella.-
-Me
alegra saber que las hermanas Ayakashi son felices. Tú trataste de proteger a
Zafiro, nosotros dos hemos logrado comunicarnos.- Desgranó sintiéndose al menos
un poco reconfortado.- Creo que no sería difícil que pudiéramos vivir juntos en
la Tierra.
-Tú
no debes morir aunque solo sea por esa razón.- Sollozó su interlocutora.-
Eso terminó por conmoverle. Se dio
cuenta al fin de cuan equivocado estuvo. El mal jamás se encontró en el reino
de Cristal Tokio, al contrario. Era un lugar lleno de perdón y de bondad. A
buen seguro sus antepasados fueron engañados por las fuerzas malignas e impelidos
a rebelarse. ¡Si tan solo pudiese volver a vivir y enmendar sus errores! ¡Si
pudiera rescatar a su hermano, a Esmeralda, a sus padres y al resto de los que
perdieron la vida por aquel trágico engaño! Les contaría la verdad y volverían
a ser esas personas maravillosas que fueron, a las que él tanto quiso. Sin
embargo, lo mismo que para ellos, era ya demasiado tarde para él. Únicamente le
quedaba una esperanza, solamente podía tener fe en ella.
-¿Estás
llorando por mí?- Preguntó con voz temblorosa, en tanto con un último esfuerzo
elevaba su mano derecha para enjugarle aquellas lágrimas a su contertulia.- Tú
eres la que va a establecer el futuro. Te dejo encargada de mi familia que vive
en Némesis. Procura su felicidad.- Remachó, acordándose con remordimiento de los
súbditos que el tanto había desatendido. –
Ella asintió y eso le dio su último
consuelo. Pero los ojos de Diamante se nublaban y sus fuerzas estaban ya
agotadas. Con su postrer aliento, el desgraciado príncipe pudo musitar
sonriendo, creyendo que por lo menos hizo algo bueno entre todos sus
desaciertos…
-Soy
feliz por haberte amado, Sailor Moon…
Y tras eso, se sumió en la total
oscuridad. Su contertulia solamente
podía gritar su nombre en vano.
-Diamante,
¡príncipe Diamante!
Lo que ella ni aquel moribundo
habían visto era que el Sabio, lejos de haber sido eliminado, se estaba
regenerando poco a poco, merced al poder oscuro que emanaba de su bola de
cristal. Aquel encapuchado se recompuso pedazo a pedazo volviendo a ser
albergado bajo su túnica. Se elevó flotando aproximándose amenazadoramente
hacia esa distraída chica. En cuanto la tuvo a su alcance alargó sus coloridos
brazos agarrándola por el cuello y elevándola sobre su capucha. Ella no pudo
reaccionar más que con un grito de dolor y de sorpresa.
-¡Aah!
-¡El
Cristal de Plata puede cambiar el Mundo, entrégamelo!- Le exigió su atacante. –
-Hombre
Sabio. ¿Por qué?- Pudo preguntar la chica, que luchaba por respirar y zafarse
de aquella presa.-
-Porque
yo jamás moriré.- Sentenció su enemigo.-
Así era, siendo la encarnación de la
propia Nada, era inmortal. Aquel ingenuo de Diamante creyó poder derrotarle. Lo
mismo que esa necia de Idina Kurozuki, o el incauto del conde Ópalo Ayakashi
intentaron. Sin embargo, en tanto su amo Caos le proporcionase energía a través
de aquella bola sería indestructible…
-Mi
hermano en esta época no tendrá que ser activado. Yo seré quien conquiste la
gloria de sumir el mundo en la oscuridad y el silencio, en nombre de nuestro
Amo y Señor.- Pensaba con regocijo.-
Esas disquisiciones se
interrumpieron cuando su presa apenas pudo invocar con la voz entrecortada.
-No
pienso entregártelo, ¡me niego!
-¡Entrégame
el Cristal de Plata!- Espetó él, arreciendo en su estrangulamiento.
-Tuxedo
Kamen…- Fue capaz de articular la exhausta chica.-
Aquello le divirtió al encapuchado…,
pensándolo mejor. ¿Por qué no obtener aquel Cristal mediante la sugestión? Enseguida respondió burlonamente a esa
estúpida en tanto la soltaba alejándose un poco para hipnotizarla con esa
mirada refulgente de aquellos dos círculos blancos luminosos que ahora tenía
por ojos.
-¡Ja,
ja, ja! Fíjate en tu precioso héroe. El valiente, el gran Tuxedo Kamen,-
exclamó con sorna, añadiendo despectivamente.- Es solo Mamoru Chiba. Que
siempre ha estado unido a Chibiusa, ¡y ella es la Dama Negra! – Añadió
exultante, en tanto mostraba a su enemiga imágenes de aquellos dos. – Ellos te
han abandonado.- Proclamó con tono divertido y cruel.- ¡Te han abandonado!,
¡ja, ja, ja!
Se deleitaba viendo a su enemiga
caer de rodillas, llorando y siendo apenas capaz de musitar, sumida en aquel
embeleco, tratando pese a todo de resistir al protestar.
-No
es cierto. Hombre Sabio, a mí no puedes engañarme con espejismos.
-¡Sí
es cierto, ja, ja, ja, ja!- Se burló él con un aullido de satisfacción y sorna,
rodeándola con una espiral de energía oscura que surgía de su bola.- No hay
nadie en el mundo en quien se pueda confiar. ¡Sailor Moon, ódialo todo,
deposita toda tu rabia en el Cristal de Plata! - Le ordenó.- destruye el mundo
entero, para que todo quede sumido en la oscuridad.
La joven ahora era presa total de
aquellas alucinaciones en las que podía ver a Mamoru con ese smoking, pero sin antifaz,
y a Chibiusa, convertida en la Dama Negra, abrazándose y besándose
apasionadamente. Luego se alejaban de ella tomados de los brazos.
-¡Noo!
Mamoru, Chibiusa, me habéis traicionado.- Gritaba.- ¡No, nooo!
El Sabio estaba listo para su gran
momento de triunfo. Era cuestión de unos instantes que sus alucinaciones pusieran
a Sailor Moon totalmente a su merced. Y no obstante, de pronto, y de algún modo
que no supo entender, aquella maldita chica pudo romper esa sugestión. Eso le
desconcertó, no pudo evitar preguntarse en voz alta con evidente contrariedad.
-¿Por
qué falla mi sortilegio?
-Porque
Chibiusa y Mamoru son mis seres más queridos, y yo confío en ellos.- Repuso
ella con determinación. –
-¡Vas
a morir!- Espetó él, irritado al verse superado, elevándose en tanto hacía
brotar más energía oscura de su bola.-
Y habiendo comprobado que no podía
sojuzgarla con sus engaños, atacó a su adversaria dispuesto a eliminarla.
Empero, una rosa roja, aparecida de ninguna parte, se interpuso desbaratando su
rayo negro. Al instante, aquel tipo vestido de smoking y capa, apareció desde
el aire aterrizando en el suelo
-¿Cómo
te atreves a jugar con los sentimientos de una inocente joven utilizando tus
malvados sortilegios?- Le preguntó.- Tuxedo Kamen, no te perdonará.- Sentenció
empuñando un bastón en posición de guardia.-
-¡Tuxedo
Kamen!- Exclamó ella esperanzada.-
-¡Te
castigaremos!- Pudieron escucharse un grupo de voces femeninas a coro,
dirigiéndose a su enemigo para remachar.- ¡Planeta Marte, planeta Júpiter, planeta
Mercurio, planeta Venus…aquí estamos!
Y una tras otra fueron
presentándose. ¡Eran las guerreras del siglo veinte! Aunque lejos de sentirse
achantado él rio, declarando.
-¡El
momento ha llegado, el poder de la Dama Negra es ahora inmenso! La puerta
oscura que destruirá este planeta convirtiéndolo en polvo… ¡empieza a abrirse!
-¿La
puerta oscura?- exclamó Sailor Moon.-
-Y
ahora, todo volverá a la Oscuridad.- Sentenció el Sabio antes de desaparecer,
dejando como eco su malévola carcajada.- ¡ja, ja, ja, ja!...
Mientras tanto, en Némesis, la
guardiana protectora de ese planeta se dirigía hacia su destino. Aquella mina abandonada,
la guarida del malvado Caos. Según se aproximaba podía sentir como la energía
de ese engendro de la iniquidad fluía hacia el palacio, de allí al cristal
negro que lo comunicaba con el pasillo espacio- temporal y desde este, al
pasado de la Tierra.
-Ha
llegado el momento. ¡Resistid, amigas mías! - Les pidió suplicante a esas
valerosas guardianas del ayer.- Yo haré cuanto esté en mis manos por ayudaros.
Por su parte el Sabio, regresando a
su cuartel en el siglo veinte, comentaba con regocijo.
-¡Ha
llegado el momento de destruir la Tierra! El día fatídico ya está aquí. Que
devuelva la Tierra, al reino de la Oscuridad. ¡Ja, ja, ja!
Así era, a punto estaba de lograr su
propósito. Su triunfo final. Tras tantos largos años de trabajo y control en
Némesis. Ahora la caldera estaba casi a
punto de estallar, sobrepasando con mucho las máximas medidas de
energía. De hecho, todo el pequeño planeta se veía iluminado por un rojizo
resplandor que emanaba directamente del palacio. Hasta desde bastantes
kilómetros de distancia podía verse aquello. En el nuevo cuartel general de la
resistencia, todos miraban ese espectáculo con miedo y consternación.
-Creo
que el Infante Zafiro ha muerto.- Comentó Talco.- No pude confirmarlo, sin
embargo, ahora hay un droido al frente de la caldera.
-Mi
padre si me lo ha verificado.- Comentó Cobre, contándoles a todos.- Según él,
el Sabio volvió hará un par de horas y dijo que Zafiro había traicionado al
príncipe Diamante y que este le había condenado a muerte. La sentencia se
ejecutó en el pasado. Luego, el consejero volvió a marcharse, alegando que
debía ocuparse de terminar con su tarea.
-¡Vaya
con el tirano, ni tan siquiera tuvo piedad de su propio hermano!- Se lamentó
Perla, con visible enojo a su vez.-
Aunque sus palabras fueron
contradichas por una voz de mujer que evidenciaba debilidad y cansancio. Todos
se giraron hacia ella.
-No,
Perla. Esa no fue una orden de Diamante…
-Dama
Turmalina, no debisteis levantaros de la cama.- Le dijo un preocupado Talco.-
La aludida duquesa de Turquesa, pues
de ella se trataba, movió levemente la cabeza y repuso.
-No
te preocupes, estoy mejor. Y lamento muchísimo la muerte de Zafiro. Era un buen
hombre. El único que habría podido persuadir a Diamante de que recuperase la
cordura.
-Quizás
por eso le haya mandado matar.- Insistió Perla.-
-Te
equivocas. - Repitió una vez más la duquesa.- Yo conozco al príncipe y a pesar
de que haya sido corrompido por la oscuridad siempre quiso mucho a su hermano
menor. Jamás habría ordenado matarle. Estoy convencida de ello. Apostaría
cualquier cosa a que el asesino fue el Sabio.
-Bueno,
en cualquier caso. ¿Qué importa ya eso?- Intervino Cobre, afirmando con un
analítico tono algo empañado por el pesar.- Ese canalla domina el planeta y nos
tiene a su merced.
-No
del todo.- Declaró Cinabrio.- Todavía nos queda Sailor Némesis. Y en el pasado,
por lo que yo sé. Siguen estando las guerreras de la Luna.
El líder de la resistencia había
podido comunicarse con la guerrera que protegía Némesis, ésta le comentó que
las cosas aun irían a peor antes de poder empezar a mejorar. Esta era sin duda
la situación a la que hizo referencia. Pensó en la conversación que mantuvieran
antes de emprender aquella misión en el palacio. Además de informarle de la
manipulación a la que su hermana Lazulita había sido sometida le comentó que
deseaba contarle otra cosa. A tal efecto la guerrera le citó previamente en un
abandonado refugio de los tiempos de los pioneros. Cinabrio tenía puesto un
traje espacial, en tanto su interlocutora iba sin protección alguna.
-Hola.-
Saludó la mujer.-
-¿Me
mandaste venir?- Quiso saber él.-
-Así
es. Debes estar preparado. Tú y los tuyos tenéis que resistir todo lo que os
sea posible.
-Eso
hacemos, por algo somos la resistencia.- Sonrió él.-
-Ahora
tendréis que serlo más que nunca. El poder del Fantasma de la Muerte y de su
esbirro el Hombre Sabio crecerá.- Le anunció la Sailor.- Están alimentando la
caldera hasta un punto en el que pronto la energía se saldrá de las escalas.
-¡Pero
eso es muy peligroso!- Exclamó un asustado Cinabrio.- Némesis podría ser
destruido.
-No
es ese su objetivo primordial. En realidad quieren usar ese poder para
transmitirlo a la Tierra en el siglo veinte y aniquilar el planeta.- Le desveló
la guerrera, afirmando con temor y pesar.- Y después proseguir su estela de destrucción
hasta acabar con el universo entero…
-Deberíamos
entrar en palacio y sabotear la caldera, únicamente para que no puedan
hacerlo.- Sugirió su horrorizado interlocutor.-
-No
sabríamos cómo hacerlo. Únicamente el Infante Zafiro sería capaz. Tendréis que
convencerle.- Le indicó Némesis.-
Allí pusieron a punto el plan para
abordar a Zafiro, aunque la Sailor entonces añadió, una vez trazaron esa
estrategia.
-En
caso de que no pudiéramos persuadirle o que él fracasase, yo esperaré. La otra
opción es más arriesgada, pero si el Fantasma de la Muerte, que no es otro que
una manifestación de Caos, lograse enviar ese poder al pasado terrestre,
necesariamente lo perdería aquí en el futuro. Eso le haría vulnerable a mi
ataque. Tendríamos que confiar en que las guerreras de la Luna del siglo veinte
pudiesen derrotarlo. Deberán aguantar a fin de que él envíe cuanta más energía
oscura al pasado, mejor, eso le debilitará más aquí. Y podré tomarle por
sorpresa.
-¿Y
qué podríamos hacer nosotros? - Inquirió Cinabrio, con evidente desconcierto y
preocupación.- ¿Qué pasará si las guerreras del pasado son derrotadas?
-Confío
ciegamente en ellas. No obstante, en el caso extremo de verlo todo perdido, te
pediría que tú y tu grupo fuerais al palacio y volaseis esa maldita caldera…
Su espantado contertulio iba a
replicar, aunque ella enseguida le detuvo con un gesto sentenciando.
-Sé
lo que eso significaría para la suerte de todos los habitantes de este mundo.
Pero seríais aniquilados igualmente si los planes del Sabio y de Caos
resultasen. De este modo al menos, protegeríamos el pasado de la Tierra.
-Entiendo.-
Suspiró su interlocutor.- Es una situación desesperada. No ganamos en ningún caso.
-Bueno,
hay una gran diferencia entre no ganar nosotros y que tampoco ganen ellos.- Le
corrigió su aliada, añadiendo con un tono más animoso.- Aunque eso sería
únicamente en el peor de los casos. Ya te lo he dicho. Yo creo en Sailor Moon y
su equipo del siglo veinte. Harán todo cuanto esté en sus manos para salvar su
planeta y su futuro. Y en ese futuro estamos incluidos nosotros. Piensa que,
aunque tuviéramos que sacrificarnos, nuestros antepasados podrían nacer.
-Sí,
y quizás tendríamos otra oportunidad.- Convino Cinabrio.- Solamente deseo que
esto no se convierta en una especie de día de la marmota.
-Eso
solamente el tiempo lo dirá, amigo mío.- Sonrió afablemente Sailor Némesis.-
Así se despidieron. Ahora Cinabrio
estaba ponderando el momento de comunicarles esa conversación a sus
partidarios.
-Yo
también confío en los míos.- Reflexionó, para finalmente dar el paso.-
De modo que reunió a sus escasos
partidarios y les desveló lo que pasaba. Al fin, les dijo, entre un silencio
total.
-No
quiero obligar a nadie. Si las cosas salen mal, será nuestro fin. Podéis ir con
vuestros seres queridos y pasar el resto de vuestro tiempo junto a ellos…
-Pues
yo creo que, siendo un grupo que pretende establecer una república en Némesis
deberíamos votar por quienes estamos dispuestos a luchar y quienes a
marcharse.- Declaró Perla con tono intrépido.-
Cinabrio sonrió, cada vez le gustaba
más esa chica. Y no solamente porque fuera atractiva y entusiasta, sino por su
valentía y sus dotes de liderazgo. Asintió, pidiéndoles a todos.
-Votemos
pues. Levantad la mano quienes queráis ir hasta el final. A la última batalla
contra la oscuridad…
Él mismo levantó la mano, siendo
secundado por Perla, Cobre la levantó a su vez y Pirito y Talco les imitaron junto con Turmalina. La
duquesa fue quien comentó con agradecimiento y alivio.
-Al
fin podré hacer algo que merezca la pena en nombre de mi planeta y de mis
conciudadanos.
Sin embargo faltaba alguien por
votar. Cinabrio se acercó a la celda en la que tenían presa a su hermana. Ella,
al verle llegar, se sonrió con gesto siniestro declarando.
-Aun
no es tarde, únete al maestro y podrás ser libre e inmortal.
-No,
Lazulita.- Repuso él con tono entristecido para desvelarle.- Ahora vamos a
luchar y triunfaremos o nuestro sino será el de perecer. No existe otro camino…
-¡Moriréis
todos!- Aulló la joven aferrándose a unos barrotes que reforzaban la ventana de
su cuarto.-
-Sea
así, más vale morir luchando que ser aniquilados por el poder oscuro como
borregos.- Sentenció dignamente su hermano.-
Lazulita se llevó ambas manos a la
cabeza, era como si su consciencia luchase por emerger. La sugestión del Sabio
era muy fuerte pero ahora parecía haber perdido poder. Como si éste anduviese
ocupado en otras cosas y la hubiera descuidado. La muchacha recordó a sus
abnegados padres, su casa, a su hermano mayor, como él la había protegido y
cuidado, y cuando tuvieron que marcharse de su región en busca de oportunidades,
Cinabrio siempre la antepuso a todo. Al fin él se metió en ese movimiento para
procurar la igualdad y combatir la tiranía del rey Coraíon y después del
príncipe Diamante y ella le siguió. Luego fueron capturados y durante ese
terrible cautiverio ella fue atacada con esas horribles imágenes de destrucción
y muerte, siendo su mente bombardeada por las sugestiones de ese siniestro
encapuchado.
-¡Ahh!-
Chilló cayendo al suelo.-
-¡Lazulita!-
Exclamó su hermano, corriendo a entrar en la celda.-
La chica estaba tumbada,
semiinconsciente, el daño que tenía era demasiado grande. Apenas pudo balbucir…
-Lo,
lo presiento.. él está perdiendo su fuerza…la Dama Negra…
-¿Qué
ocurre?- Le preguntó Cinabrio tomándola en sus brazos para depositarla en la
cama de su celda.-
-Ella
se ha liberado de su poder.. ¡La reina Serenity!.. ella la ha sacado de la
oscuridad…
-Tranquila,
tienes que descansar.- Le pidió Cinabrio.-
El líder de la resistencia estaba
destrozado. ¡Su hermana podía morir! ¡No podía dejarla así!, los demás se
habían aproximado al oír los gritos de la chica y miraban desde fuera, sin
atreverse a intervenir. Al fin, fue Cobre quien le dijo.
-No
temas. He llamado a mis padres. Les he dicho que vengan aquí. Cuidarán de
Lazulita.
-Gracias.-
Suspiró su interlocutor.-
-¡No…vayas...no
quiero que mueras luchando contra ese monstruo! - Sollozó su hermana sin apenas
fuerzas. –
-No
estaré solo, y tú tampoco.- Le sonrió afectuosamente Cinabrio.- Ahora tenemos
que irnos. Ya no es únicamente una batalla por un mero cambio de régimen
político. Tenemos que defender la vida y la luz, para que haya un futuro de
esperanza para todos.
Se prepararon pues, atendiendo a la
convaleciente lo mejor que pudieron. Al cabo de un rato la agotada Lazulita se
durmió. Al fin, llegaron Jaspe y su mujer. Se brindaron a quedarse con esa
muchacha, el doctor incluso la reconoció con la ayuda de un droido médico que
trajo.
-Si
descansa se repondrá.- Dictaminó.-
-Hijo.-
Intervino Euclasa, la madre de Cobre.- ¡No vayas, es muy peligroso! El palacio
está inundado de una terrible energía oscura.
-Lo
sabemos, mamá.- Asintió él.- Aunque nuestra misión no puede ser pospuesta. El
destino de Némesis, la Tierra e incluso el universo, depende de ello.
-Así
es.- Corroboró Perla.- Tenemos que partir ya.
Los demás fueron saliendo, Cinabrio
le dio un beso en la frente a su ahora dormida hermana. Los otros le siguieron
y tras abrazar sentidamente a sus padres, Cobre se unió a ellos. Por suerte
para el grupo su enemigo estaba ocupado en la culminación de sus planes. El
Sabio había intentado servirse de la Dama Negra para terminar de abrir la
puerta dimensional que transportase a su Amo y Señor, el Fantasma de la Muerte,
con toda la energía oscura que este pudiera llevar, a fin de aniquilar la vida
en la Tierra. No obstante, la valerosa intervención de Sailor Moon y de Tuxedo
Kamen hicieron que perdiera su influencia sobre aquella muchacha quien volvió a
purificar su alma, retornando a su estado natural de niña. Pese a todo, el
Sabio apareció ante una agotada Sailor Moon, que hubo de emplear el Cristal de
Plata para liberar a su futura hija, transformándose incluso en la reina
Serenity, y proclamó.
-¡Aunque
la Dama Negra haya perdido su poder la puerta oscura ya ha sido abierta! ¡Muy
pronto la energía del Cristal Oscuro llegará a su cénit y el mundo será destruido!-
Sentenció lleno de regocijo. - ¡Esa destrucción significa por fin la ruina de
la Tierra!
Sailor Némesis pudo oír eso también
en el futuro. Ya estaba junto a esa mina, decidió comenzar a bajar por la
galería. La energía oscura era cada vez más omnipresente.
-Tengo
que esperar tan solo un poco más.- Meditaba.- Un poco, hasta que Caos le envíe
a su esbirro más poder para combatir a Sailor Moon.
Podía percibir esa tremenda energía
maligna fluyendo hacia el palacio. Allí era recogida y enviada a través de una
gran columna de colores malvas y escarlatas que la mandaba directamente a la
Tierra del siglo veinte. Y en aquel momento y lugar, el Sabio estaba
complacido. Apareció flotando a gran altura sobre sus enemigos, para declarar
con tono triunfante.
-¡Aunque
la Dama Negra haya perdido su poder, la puerta oscura ya ha sido abierta!
-¿Qué?-
exclamó el horrorizado Tuxedo.-
-
Muy pronto la energía del cristal oscuro llegará a su cénit. Y el mundo será
destruido. Esa destrucción, significa por fin, ¡la ruina de la Tierra!.
-¿La
ruina de la Tierra?- Repitió Sailor Marte en tono de interrogativa sorpresa.-
-Vosotros
seréis destruidos con el mundo.- Se refociló el Sabio lanzando contra ellos un
ataque de energía oscura.-
Esos rayos maléficos cayeron sobre
ellos electrocutándoles. El encapuchado se deleitaba con sus gritos de dolor.
Su enemiga más importante sufría junto con sus guerreras y su estúpido
pretendiente. Ahora estaba demasiado débil como para oponérsele tras haber
empleado gran parte de la energía del Cristal de Plata para anular el influjo
maligno que había tornado a la Pequeña Dama en la Dama Negra.
-¡Ja,
ja, ja, ja!- Pensaba exultante.- Es el momento de nuestra victoria final.
Y la energía oscura continuaba
derramándose por el pasado de la Tierra como un torrente, extendiéndose sin
poder ser contenida. Magnetita tenía que observar eso impotente, rechinando los
dientes y apretando los puños…
-¡Todavía
no puedo intervenir! ¡Es demasiado pronto! Señora, os lo suplico, sacad fuerzas
para resistir.
En el siglo veinte, Tuxedo fue capaz
de decir, en tanto protegía a la niña con su cuerpo.
-Tenemos
que hacer algo porque sino la Tierra será destruida.
-Tengo
que impedirlo.- Intervino Sailor Moon concentrándose.-
A los pocos instantes, el poder que
reunió esa muchacha bastó para crear un escudo protector que repelió los rayos
de energía maligna que les asediaban. Poniéndose en pie avanzó hacia el centro
del lugar en el que estaba, separándose de sus amigos que apenas sí podían
permanecer de rodillas, tras haber soportado ese duro castigo. Emitiendo un
pequeño punto luminoso a la altura de su pecho, Sailor Moon colocó ambas manos
a los lados y lo elevó sobre su cabeza en tanto decía.
-Este
planeta es muy bello, y yo tengo muchos amigos en él. No voy a permitir que
unos seres malvados lo destruyan y lo conviertan en oscuridad. No voy a
consentir que la gente que vive en la Tierra desaparezca. ¡No lo permitiré,
no!- Exclamó reuniendo más y más de su poder.
-Ahora
no estás preparada para usar el Cristal de Plata.- Le advirtió Sailor
Mercurio.-
-¡Usagi!-
Añadió una preocupada Sailor Marte.-
-¡No
lo hagas! - Le pidió Tuxedo.-
-¡Usagi!-
Repitió Sailor Júpiter.-
-No
lo hagas.- Le aconsejó a su vez Sailor Venus.-
Viendo aquello, el Sabio interrumpió
el ataque contra los otros y elevó su bola sobre su capucha, a fin de
concentrar asimismo su energía. Como respuesta a ello, su maestro le envió
todavía más fuerza y él declaró con total seguridad aprestándose para el
combate..
-¡El
poder del Cristal de Plata ya no puede vencerme!
En el futuro aquello se sintió
enseguida. Sailor Némesis observó como gran cantidad del poder de su enemigo
salió rumbo hacia ese pasaje inter dimensional.
-¡Ahora
es el momento!. Se dijo la joven, dirigiéndose de inmediato con su antorcha hacia aquella
maldita galería en la que su adversario se guarecía.-
Avanzó, aunque tuvo que enfrentar un
vendaval de energía oscura que ahora salía de esa zona. Pese a ello, no se
detuvo y atacó la puerta que cerraba el cubil de Caos haciéndola saltar en
pedazos y proclamando.
-¡Esta
vez acabaré contigo!...
No obstante, en esta ocasión no fue la voz
gélida y siniestra de Caos quien replicó a esa amenaza, en medio de esa
luminosidad rojiza que velaba el fondo de la caverna en la que se encontraba, sino
una voz entristecida y llorosa, de una mujer. Una voz que Magnetita recordaba
muy bien, que le preguntó con tono de reproche.
-Dijiste
que debíamos sacrificarnos. Y yo lo hice, lo hice por mi hijo. Pero era
mentira. ¡Me engañaste! En el fondo nunca me quisiste.
La estupefacta sailor pudo ver
aparecer ante ella una figura muy familiar que fue enseguida adquiriendo esos
rasgos que ella tanto amó. Su cabello hasta los hombros, rubio rizado, esos
ojos de color del oro viejo, su piel pálida. Lucía ese hermoso vestido de color
verde con el que la vio por última vez.
-¡Ámbar!
Musitó con voz temblorosa.
-
Mi sacrificio no sirvió para nada…- Declaró esa mujer, tapándose la cara con
ambas manos, sin dejar de gemir.-
-¡No,
espera un momento!. No te dejes engañar por Caos.- Le pidió.-
-Caos
no me ha engañado. Me dijo que te ofreció la posibilidad de resucitarme de
entre los muertos y de que estuviésemos juntas. ¡Pero que tú la rechazaste!-
Aulló la ahora enfurecida Ámbar.- Y yo he estado penando en el infierno desde
entonces.
-¿Qué?
¡no! ¡Eso no es posible!- Negó Magnetita, entre incrédula y horrorizada.-
-Lo
es, para una suicida.- Susurró su interlocutora, mirándola una vez más de forma
acusatoria para exclamar. - ¿Acaso no sabes que tuve que quitarme la vida? Eso
detendría a Marla, pensé. Pero Caos me explicó que no pretendía que mi hijo
muriera. Y tú únicamente fingiste tu suicido. ¡Me utilizaste!- la reprochó con
amargura.-
-¡Eso
no es cierto! - Sollozó Sailor Némesis moviendo la cabeza.-
-Sí
es cierto.- Se sonrió pérfidamente su contertulia, al tiempo que, apuntándola
con una de sus manos, le lanzaba un rayo de energía oscura.-
Magnetita fue alcanzada con aquel
ataque siendo derribada. No lo había esperado y se dolía herida de
consideración. Por fortuna para ella su propia energía y las llamas de su
antorcha la protegieron de un daño todavía mayor. Ahora Ámbar reía con
histriónicas carcajadas propias de una demente. Al volver a mirarla, la sailor
de percató de que los ojos de su antiguo amor brillaban ahora con un tono
escarlata en lugar de tener esa coloración del oro viejo tan característica
suya.
-¡Tú
no eres Ámbar! Maldito seas, Caos.- Espetó la joven guerrera irguiéndose a
duras penas.- Vas a pagar muy caro el haberte servido de su memoria para tratar
de engañarme.
-No
es un engaño. Soy lo que ella habría podido llegar a ser.- Se burló aquel ser,
manteniendo la apariencia de esa joven.- O lo que todavía puede ser. ¿Por qué
no?- Agregó con un tono más conciliador, recobrando ese tinte de voz femenina y
suave de la difunta princesa.- ¿Acaso no me quieres todavía? Sé que sí. No pasa
ni un instante sin que pienses en mí. ¿Verdad, mi amada Magnetita?
La interpelada no sabía qué
responder. Por un lado su mente racional le decía que esa no era Ámbar,¡ no
podía serlo! Sin embargo, su corazón ansiaba poder volver a abrazarla otra vez.
Cerraba los ojos moviendo la cabeza, debatiéndose en una terrible lucha
interna…
-No,
yo, no sé…no puedo.- Musitaba entre gemidos.-
En el pasado, la batalla continuaba
en la Tierra. Sailor Moon recibió un potente rayo de energía maligna que no
obstante rechazó, apareciendo transfigurada en la reina Serenity. Elevó sus
manos que todavía contenían esa pequeña esfera inmaculada que creció hasta
adquirir el tamaño de un balón. El Sabio alargó a su vez sus brazos sosteniendo
su bola en lo alto y ambos se lanzaron sus respectivas energías, haciéndolas
colisionar. Aquella era una tremenda pugna de fuerzas.
-Ahora
que la puerta oscura se ha abierto, el poder del Cristal de Plata es nulo.-
Sentenció él, entre los agónicos gemidos de dolor de su rival.-
Y es que seguía recibiendo su poder
de Caos, quien se lo facilitaba a través de aquel pasadizo. La reina, agotada,
comenzaba a ceder poco a poco ante los embates de su enemigo.
-¡Usagi!-
exclamaron las guerreras de la Luna, con evidente temor por la seguridad de su futura
soberana. –
-¡Es
por mi culpa!- Exclamó la pequeña.- Todo es por culpa mía.
-¡Chibiusa!-
Quiso tranquilizarla Tuxedo.-
-
¡Lo que pasó es por mi culpa, es por mi culpa! - Repetía una y otra vez la cría,
llorando desconsolada.-
Aunque he ahí que esas lágrimas que
vertió se condensaron en una pequeña esfera de luz. Al verla entre sus manos la
niña pensó con agudeza, rememorando lo que le sucediera en el palacio, poco
antes del ataque de la Luna Negra.
-¿Esto
quiere decir que el poder del Cristal de Plata se metió en mi cuerpo en aquella
ocasión?...
-Chibiusa.-
La llamó Mamoru.-
-Lo
prometo, yo os protegeré a todos con este Cristal de Plata.- Afirmó la cría con
tinte animoso.-
-Es
muy arriesgado utilizarlo ahora.- Le dijo él.-
-Lo
sé, pero vosotros habéis arriesgado la vida por protegerme.- Declaró la niña.-
-
No, nosotros no nos rendiremos.- Afirmó el futuro rey Endimión.-
-Así
es.- Convino Sailor Mercurio, poniéndose en pie.- No nos vencerán
-Lucharemos
por el bien de la Tierra.- Afirmó Sailor Marte haciendo lo propio.-
-Por
el bien de la gente que vive en ella. -Añadió Sailor Júpiter imitando a sus
compañeras.-
-Por
el bien del futuro humano.- Remachó Sailor Venus, irguiéndose a su vez.-
En el futuro, Sailor Némesis logró estabilizarse en pie y esgrimir su
antorcha…a la luz de la misma recibió un mensaje telepático, era la dulce voz
de la reina Serenity que le decía.
-Debes
mirar a ese ser a la luz de lo que verdaderamente es. Utiliza el poder de la
llama de la Justicia que portas.
Así lo hizo, al extender el brazo
con la antorcha e iluminar a la que parecía Ámbar vio que esa mujer mutaba su
apariencia por el de una figura antropomorfa de color escarlata que presentaba
unos refulgentes ojos rojos y una boca deformada en una sonrisa siniestra.
-¡Tú
no eres ella, jamás lo fuiste, ni podrías serlo! Ámbar sabía lo que era el
amor, eso la hizo renunciar a su propia felicidad e incluso a su vida, porque
amaba más a su hijo que a ella misma. Por eso se sacrificó, por eso nunca fue
al Infierno. Pero tú sí que irás. Prepárate a desaparecer, engendro del mal!- Le
gritó la sailor con determinación.-
-¡Ja,
ja, ja! ¡Pobre ingenua! ¡Jamás me vencerás! - Exclamó aquel ser de tinieblas,
sentenciando.- Todavía me sobra poder para acabar contigo.
Y queriendo hacer buenas sus
palabras emitió una gran corriente de energía escarlata y oscura contra su
enemiga. Némesis a su vez lanzó una potente y blanca llamarada desde su
antorcha. Ambas fuerzas chocaron en el aire aguantándose mutuamente…
-¡Vamos!
Por favor, ¡Ámbar amor mío, compañeras sailors, reina Serenity… ayudadme! - Suplicaba
la Sailor intentando resistir cuando podía.-
Era una dura pugna. Némesis tenía
que esforzarse al cabo de sus fuerzas para sencillamente contener el enorme
poder de ese terrible engendro. Pero, al menos, de este modo le privaba a Caos
de poder seguir enviando energía a su esbirro en el pasado. Éste, por el
momento ajeno a eso, continuaba a su vez su lucha contra la transfigurada
Sailor Moon, mientras escupía.
-¡Estáis
perdiendo el tiempo! ¡Ja, ja, ja!
Los gritos de Serenity resonaban llenos
de dolor y sufrimiento en tanto intentaba resistir el ataque de su adversario. Fue
entonces cuando la niña, elevando a su vez su esfera luminosa, adoptó unas
ropas similares a las de la reina, suplicando.
-Cristal
de Plata, ¡por favor! Dame la fuerza necesaria para que yo pueda protegerlos..
-¡Eh!-
Exclamó el atónito Sabio al reparar en ella.- ¡Un doble Cristal de plata!
Y es que la paradoja espacio-
temporal había hecho que el Cristal del pasado y del futuro convergieran en un
mismo momento y lugar aumentando exponencialmente la energía de ambos.
-¡Chibiusa!-
Exclamó Sailor Moon.-
-Mi
fuerza os protegerá.- Afirmó la cría.-
Y las otras guerreras se unieron a
la lucha, invocando sus respectivos poderes. En el futuro, la exhausta Magnetita
estaba a punto de ceder, pero entonces percibió la presencia de alguien a su
lado. Apenas pudo creerlo. ¡Era Ámbar! Esta vez sí que su corazón no la
engañaba. La rubia princesa sonreía asintiendo, dándole coraje para resistir.
Pero eso no era todo. Las espectrales figuras de Coraíon, Corindón, Idina
Kurozuki y Ópalo Ayakashi entre otras, estaban allí también. Todas ellas
arropando a la guerrera. Una de ellas, la de la reina Amatista Nairía, sonrió y
desapareció para advertir a alguien…
-Gracias,
amigos míos.- Musitó ésta emocionada en tanto redoblaba su poder.- ¡Gracias
reina Amatista!
Entre tanto, el grupo que lideraba
Cinabrio había llegado a palacio. Entraron sin encontrar oposición. Parecía que
los droidos ya no estuvieran activados, o que nadie hubiese pensado en la
posibilidad de sufrir un ataque en aquel lugar y momento. De modo que llegaron
hasta el ahora desierto salón del trono, justo para ver el espectáculo de ese
enorme cristal.
-¿Qué
hacemos?- Quiso saber Cobre.-
-Debemos
destruirlo ya. La energía oscura está a punto de desbordarlo y de aniquilar
Némesis.- Afirmó Talco.-
-Esperad
un momento todavía.- Les indicó Cinabrio, alegando.- Sailor Némesis está
luchando por todos nosotros.
-No
podremos aguardar mucho más.- Le rebatió Perla, observando aquello con evidente
pavor.- El mal va a vencer…
-Colocad
las cargas y marchaos.- Les ordenó Cinabrio entonces.-
-¿Marchaos?-
Repitió la perpleja Perla, oponiéndose.- De eso nada. No te dejaremos solo.
-Únicamente
me basto yo para hacerlas detonar. Vosotros os pondréis a salvo, es una orden.-
Repuso tajantemente él.-
El resto no protestó, procediendo a
poner potentes explosivos alrededor de aquel cristal…Una vez hecho, obedecieron
la orden de su jefe, excepto Perla, quien, sonriendo con expresión intrépida,
le dijo.
-Ni
lo sueñes. No voy a dejar que seas el único al que se recuerde como héroe.
-¿Estas
loca? ¿Sabes que moriremos los dos?- Le espetó él entre incrédulo y admirado.-
-Pero
lo haremos juntos.- Afirmó la chica abrazándole.-
Y no tardaron en besarse. Tras
separarse una vez se miraron a los ojos,
Perla asintió y Cinabrio estaba a punto de activar el detonador. Sin embargo,
una voz que resonaba como un eco en sus cabezas les interrumpió.
-¡Deteneos!
Tened fe en la reina Serenity y en las princesas. Tan solo esperad un poco más.
No dieron crédito a lo que veían,
delante de ambos estaba la imagen etérea de una hermosa y rubia mujer de ojos
violetas. Fue Cinabrio quien pudo reconocerla asombrado.
-¡Reina
Amatista!
-La
batalla está a punto de concluir, y no debéis sacrificar vuestras vidas. El
pasado y el futuro han aunado sus esfuerzos contra el poder de la Oscuridad. Tened
esperanza.- Sonrió ella, desvaneciéndose.-
Los dos volvieron a mirarse, esta
vez desconcertados, en esta ocasión le tocó a Perla asentir, sonriendo
luminosamente para declarar.
-Yo
tengo fe en ellas.
Y su compañero asintió.
-Vayámonos
con el resto.- Le propuso.-
Y corrieron lejos de allí para ponerse
a salvo. Los demás les vieron llegar con gesto sorprendido. Perla les dijo en
voz alta en tanto corría a su encuentro.
-¡Luego
os lo explicaremos, ahora salgamos de aquí!
En el pasado las cosas parecían en efecto mejorar.
A coro, ambas encarnaciones de la reina Serenity y la princesa Chibiusa ,
invocaron.
-¡Cristal
de Plata, dame el poder!...
-El
poder del Cristal de Plata, jamás podrá vencerme.- Aseguró el Sabio,
incrementando sus fuerzas al máximo.-
Caos se resintió de eso, por un
instante su intensidad disminuyó. Momento que Sailor Némesis aprovechó para
aumentar la suya, recurriendo a sus últimas reservas de poder…
-¡Estás
acabado!- Gritó la guerrera llevándose por delante la barrera de energía oscura
que protegía a su enemigo.-
Y al mismo tiempo, unos mil años
antes, en la Tierra, Serenity gritaba…
-¡Poder
de la oscuridad!
-Márchate
de aquí.- Completaba su futura hija.-
Y ambas lograron enviar una enorme
esfera de inmaculada energía que barrió la resistencia del Sabio.
-¡El
poder del Señor de la Oscuridad, el fantasma de la Muerte se ha destruido!-
Gimió el encapuchado siendo engullido por aquel resplandor que lo desintegró
completamente.-
Lo mismo pasó en el futuro. Caos
perdió su poder y la ráfaga de inmaculada energía de Sailor Némesis lo devoró
haciéndole aullar, en tanto el finado
ente gritaba…
-¡Otros
vendrán tras de mí!…
Una terrible explosión sacudió esa
caverna. Sailor Némesis supo que iba a morir, pero lo aceptaba. Sonrió
esperanzada deseando reunirse con su amada Ámbar. Por su parte, los asustados
habitantes de la Tierra del pasado suspiraron aliviados cuando ese monstruoso
cristal negro desapareció anegado por esos maravillosos destellos de luz
inmaculada. El sol salió y fue como si aquella mole jamás hubiera existido. Al
contemplar aquello algo en las cuatro hermanas Ayakashi les hizo alegrarse. Se
miraron y sonrieron, siendo de las primeras en salir del refugio en el que se
habían guarecido.
-Lo
ha logrado. ¡Sailor Moon lo ha logrado!- Exclamó una pletórica Cooan.-
-¡Oh
sí! Es maravilloso.- Convino su emocionada hermana Bertie.-
-
Todo ha terminado bien, gracias a su valor. – Añadió una igualmente alegre
Karaberasu.-
-Y
ahora sí que podremos volver a empezar una nueva vida en este mundo y esta
época. - Sentenció Petz, entre dichosa y nostálgica.-
Y a ello se dispusieron desde ese
mismo momento y a fe que lo harían, con esfuerzo, valor y coraje, sembrando así
las semillas de aquel mañana. En el futuro entre tanto, los miembros del grupo
de Cinabrio vieron como el palacio era tragado por una brillante luz
inmaculada. Mucho más potente de lo que jamás habían visto.
-¿Qué
es eso?- Quiso saber Pirito.-
-El
poder del Cristal de Plata tal vez.- Aventuró Cinabrio, en base a lo que Sailor
Némesis le había contado.-
-Es
muy hermoso.- Afirmó Perla con admiración.-
Aunque eso no fue lo único bello y
asombroso que presenciaron. Un deslizador llegó a su lado y de él bajaron los
padres de Cobre, junto con ellos estaba Lazulita. La muchacha parecía
totalmente recobrada. Nada más verla su hermano corrió a su encuentro y la
abrazó elevándola en volandas.
-¡Estas
bien!- Exclamó entre lágrimas de alegría.-
-Sí,
ha sido el poder de la soberana. Ella se apareció en mis sueños y me purificó. -
Les desveló ella.- Todo el mal que el Sabio me hiciera ha desaparecido como si
jamás hubiese existido. ¡Gracias a ese maravilloso Cristal de Plata! - Afirmó
llena de dicha.-
El grupo estaba de un maravilloso
humor. ¡Aquello era un milagro! Lo único que les pesaba era que Sailor Némesis
no daba señales de vida. Y es que a lo lejos, en la localización de esas minas
abandonadas. Una enorme explosión sacudió literalmente todo el planeta.
-El
mal que moraba en el centro de nuestro mundo ha sido eliminado.- Les contó
Lazulita.- Todo Némesis se ha purificado. ¡Mirad!- Les señaló con una amplia
sonrisa.-
Y de un modo increíble, la negrura
del espacio se estaba tornando en un cielo azul. Todos abrieron la boca
emocionados, era como si se produjese uno de aquellos amaneceres de los que
habían oído hablar que se daban en la Tierra. Y fue cuando la vieron. La figura
de una Sailor llena de luz, que portaba una especie de báculo. Flotaba sobre
sus cabezas y emitía unos destellos del color del arco iris a la par que les
sonreía con afecto maternal. Por su parte, lejos de haber muerto, Magnetita se
encontró flotando en un cielo azul. Atónita miró al horizonte, allí, observó
aquel maravilloso resplandor. Un tono de cegadora blancura que sin embargo no
le impedía mirar. Y la visión que tuvo ante sí la sobrecogió, pero no de temor,
ni de inquietud, sino de alegría, emoción y esperanza. Posándose suavemente en
el suelo Sailor Némesis miró al frente. Delante de ella apareció la más hermosa
guerrera que jamás hubiera visto. Era la mismísima reina Serenity, pero
emanando un poder indescriptible, incluso sus cabellos eran blancos ahora y
flotaban como mecidos por una invisible brisa.
-Mi
querida Némesis.- Le habló esa poderosa Sailor con tono dulce y lleno de
afecto.-
-¡Majestad!-
Pudo balbucir la asombrada y emocionada joven arrodillándose de inmediato.-
-Ahora
no vengo como la reina Serenity, soy Sailor Cosmos. La portadora de la llama de
vida.- Le desveló.- Escucha…
Y la atónita Némesis pudo oír una
hermosa canción que parecía venir de todas partes y ninguna. Le era familiar y
llena de dicha comenzó a cantar a su vez…
Tengo
alas para volar
Estoy
viva
Sí…
Cuando me llamas
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando me miras
puedo tocar el cielo
sé que estoy viva.
Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
me alegro de estar viva.
Tú has puesto mi corazón en llamas
lléname con amor
hazme una mujer más alta que las nubes.
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando me miras
puedo tocar el cielo
sé que estoy viva.
Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
me alegro de estar viva.
Tú has puesto mi corazón en llamas
lléname con amor
hazme una mujer más alta que las nubes.
Magnetita no pudo evitar derramar lágrimas, aunque esta vez eran
de felicidad. Y siguió cantando en tanto elevaba sus brazos al cielo…
No podría estar más arriba
mi espíritu toma vuelo
porque estoy viva.
No pudo creerlo, una hermosa luz
inmaculada se hizo junto a ella y de allí surgieron algunas imágenes de
personas que le eran familiares. Las mismas que la habían ayudado e inspirado
en la batalla. Y por supuesto, allí estaba ella…
-¡Ámbar!- Musitó en tanto seguía escuchando esa hermosa
canción.-
Y su amada efectivamente
estaba allí, de la mano con su esposo, el príncipe Karst. Los dos la observaban
y sonreían con gesto afectuoso y lleno de alegría. Pero no estaban solos. Ópalo
Ayakashi, su mujer Idina, el rey Coraíon y la reina Amatista, incluso el rey
Corindón y Bauxita, el consejero Karst quien también la miraba lleno de ternura
y cariño. Y otros muchos, incluyendo al príncipe Diamante, la duquesa
Esmeralda, el Infante Zafiro, Maray, la doctora Topacita y la Dama Turquesa,
junto con Kimberly, Briseida, la Dama Kurozuki, su esposo Crimson y muchos,
muchos más, incluyendo a las hermanas Ayakashi y algunas otras presencias de
quienes Magnetita enseguida percibió que eran los hijos y nietos de todos
ellos. Y al unísono cantaban junto a ella, con gran felicidad.
Cuando me llamas
cuando te escucho respirar
tengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando me extiendes tu mano
levantando espíritus muy alto
Dios lo sabe.
Y he ahí que
Sailor Cosmos extendió el báculo que portaba en su mano derecha y al instante la
luminosidad del cielo siguió aumentando. Y para asombro de los allí presentes,
una estrella fue siendo cada vez más visible…
-¡Es el sol!- Exclamó un asombrado Cinabrio.- Nos estamos
acercando a él. Nos está llevando al interior del sistema solar. ¡Es increíble!
Que seré la única
en espera.
A través del bien y
Por momentos difíciles.
Y esto es solo el comienzo
No puedo esperar por el resto de mi vida.
en espera.
A través del bien y
Por momentos difíciles.
Y esto es solo el comienzo
No puedo esperar por el resto de mi vida.
Pero eso no fue
todo, del suelo comenzaron a brotar innumerables flores y plantas que incluso
sobrepasaban algunos domos abriéndose camino entre ellos, junto con hermosos y
altos árboles.
Cuando me llamas
cuando me extiendes tu mano
obtengo alas para volar
siento que estoy viva.
Cuando bendices el día
sólo me dejo llevar
todas mis preocupaciones mueren
sé que estoy viva.
Tengo alas para volar
Dios sabe que estoy viva
(Celine Dion. I am alive, crédito al artista)
Todos miraban a su alrededor con
emoción y alegría. Sailor Némesis dirigió su atención hacia aquellas
espectrales figuras que sonreían mirándola a su vez, dándole sus parabienes y
confiándole el futuro del planeta. Poco a poco, una a una fueron desapareciendo
tras haber cumplido su cometido. Finalmente felices y en paz. Y la última que
quedó fue su querida Ámbar quien con un suave y dulce eco de voz, le dijo.
-Sé
feliz por siempre, amada mía. Un día, te reunirás con nosotros.
-Siendo
inmortal ahora, no veo cómo será posible.- Sollozó la Sailor con una extraña
mezcla de tristeza y alegría.-
-Ten
fe. – Le pidió Ámbar, remachando.- Te esperamos en un lugar en donde no existe
el temor a la pérdida…solamente te pido que me prometas que, en tanto
permanezcas en este plano de existencia, harás todo cuanto puedas a fin de
guiar y ayudar a que los habitantes de Némesis sean dichosos.
-Te
lo prometo, mi amor.- Sonrió la interpelada más allá de sus lágrimas.- Así lo haré.
Y sin dejar de sonreír también, Ámbar fue desvaneciéndose
hasta desaparecer. Y la poderosa Sailor Cosmos fue quién, esbozando una gran y
maternal sonrisa, les dijo a todos.
-Queridos
hijos míos. Comenzad una nueva vida y gobernaos tal y como os dicte vuestra conciencia.
Siempre que lo necesitéis las guerreras de la Tierra y de la Luna estarán ahí
para ayudaros. Ahora ha llegado el momento de que viváis en paz. La última
voluntad del príncipe Diamante fue que me cuidara de sus súbditos y procurase
su felicidad. Esas palabras, dichas en el pasado, hace casi mil años, se hacen
hoy finalmente realidad. Y tú, Sailor Némesis, eres en quien yo delego para esa
misión hasta que tú libremente decidas pasar el testigo a quien haya de venir a
relevarte. Serás la protectora de este mundo que desde ahora orbitará la
Tierra…Os he traído aquí y he encendido la llama de la vida. De ahora en
adelante a vosotros corresponderá el hacerla brillar, por siempre.
Y tras estas palabras también ella
se desvaneció. Sailor Némesis a su vez hizo desaparecer su uniforme y tomó una apariencia de joven mujer vestida
con un hermoso conjunto de tonos malvas y dorados para suspirar, en tanto
elevaba la vista al cielo, llena de felicidad y esperanza en aquel futuro que
se abría ante ellos.
-¡Muchas
gracias, por todo! ¡Y hasta pronto!
Epílogo.
Y pasaron los días, tras ellos las semanas, los
meses y años. Cinabrio se presentó a las primeras elecciones democráticas en
Némesis, siendo elegido presidente de su recién instaurada república. Junto a
él, ayudándole como ministra de educación, la que se convirtió en su prometida,
y más tarde en su esposa, Perla. Ambos trabajaron mucho, como el resto, para
instalar paneles de energía solar con los que alimentar la nueva prosperidad de
su planeta. De este modo, con la protección de Sailor Némesis y más guerreras
que surgirían después, nuevas generaciones nacerían en ese mundo. De ellas
sería el futuro y el protagonismo de otras aventuras….
FIN
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